Al aterrizar mi día no fue a mejor. Mi maleta fue la última en salir, se le había roto una de las cuatro ruedas y la tuve que patear por todo el aeropuerto hasta que me costó encontrar a mi padre entre todo el mogollón de gente que volvía y se iba a casa por las vacaciones.Me estaba esperando de brazos cruzados apoyado en su vieja camioneta, le había cambiado el color, era negra. Nos dimos un saludo bastante escueto para ser padre e hija y montó mi maleta en la parte trasera junto a un montón de herramientas.—Está rota —comentó.—Ya, me compraré una antes de tener que volver. Me gusta el negro —dije.—Se ensucia menos.Me monté de copiloto y rodeó todo el coche para emprender camino a casa. Era casi una hora de viaje en coche y empezó siendo tranquilo, casi me dormí.—Tienes mala cara —dijo.Porque no podía dormir, no cómoda, no dejaba de pensar en Dante.—He dormido mal.—Será mejor cuando te mudes. Me sorprendió mucho cuando me lo dijiste, pero me alegro. Seguro que te las apañas.
No me desperté pronto y hubiera dormido mucho más si no hubiera soñado con él, creo que sólo me levanté para dejar de hacerlo. Me senté en en el borde de la cama y me froté la cara pero aún despierta seguía pensando en su voz. Estaba siendo una tonta. —¿Maya? —mi padre llamó a la puerta y la abrió un poco, asomándose. —¿Qué? —Te buscan fuera. No me quedaban amigos allí, me distancié de todos al irme a Chicago pero sí que era verdad que cuando pasaba las Navidades en casa, a veces, cuando iba bien, salía con algunos compañeros del instituto sólo porque de otra forma nos moríamos del asco. No tenía ganas de lidiar con nadie, pero metí los pies en mis zapatillas mullidas de casa y me até el pelo en una coleta para estar ligeramente decente, no es que me importara mucho pero no podía ir por ahí con cara de lamento porque me había roto el corazón yo misma al aceptar un trío amoroso con un hombre diez años mayor. Mi padre me siguió, la única forma de entrar en casa era por el taller y
—Joder, no —bramó—. Podría haber seguido con esta idea de mierda pero no quiero. No la quiero a ella y de haber sabido que tú estabas tan jodidamente disconforme con esa gilipollez habría buscado otras formas.—No es... No era... —No, no era eso, estaba bien, su plan podía entenderlo, pero había sido verlos juntos, saber lo que hacían... Eso fue lo que más jodió sobre el hecho de que no éramos una pareja normal, tenía que estar escondida como una amante y me sentí como una imbécil.—¿Qué? ¿Qué pasa? Me da igual todo, me la suda lo que salga en la prensa, me da completamente igual lo que pase. Lo tengo todo y quiero tenerte a ti. Sé que va a ser una putada cuando el mundo se entere pero eres tú la que me importa.¿Por qué podía hablar tan bien? ¿Por qué me estaba dejando ir por su labia? Sacudí la cabeza.—No sé...—¿Qué no sabes? —Estiró la mano y por fin me toco, cogió mis manos entre la suya y me dio una caricia tan suya...—. ¿Es por el sexo? ¿Por eso me lo preguntaste? —se tomó mi
Llamé a Cindy, necesitaba contárselo.—Deberías descansar, Maya —me dijo—. Te estás haciendo líos y te vas a volver loca. Déjalo. Aprovecha estos días que quedan y piensa en cómo quieres decorar el apartamento.Para mentenerme ocupada y no pensar tanto en él decidí ayudar a mi padre en el taller. No sabía mucho de coches y la verdad es que trabajar juntos no nos creaba un mejor vínculo, mi padre intentaba explicarme cosas y yo fingía entenderlo.No parecía Navidad, de hecho, la mañana de Noche Vieja no tenía ese espíritu. Me desperté tarde y me terminé mi nuevo libro. Mi padre era nefasto para cocinar y yo puse en práctica algunas cosas que Dante me enseñó para hacer la cena; conseguí hacer una buena sopa y unos platos de carne bien elaborados. Me ayudó imaginar que él estaba ahí, conmigo, diciéndome lo que debía o no hacer y que tuviera cuidado con no cortarme con el cuchillo. Echaba de menos los días en su casa. —¿Has dado clases de cocina? —me preguntó mi padre.—Algo así —respond
Me desperté tarde, más de lo habitual, pero tuve tiempo de sobra para ducharme y organizarme la maleta. Me sobró tiempo hasta para ir a comprar y dejar algunas comidas sanas en la nevera para que mi padre dejara de comer pizzas y fritos.—Mierda —murmuré cuando cogí mi maleta por el asa—. ¡Papá! —grité y apareció en el cuarto. Los dos miramos lo rota que estaba.—Creo que puedo pegarle la rueda. Espera.Consiguió pegarla, la envolvió en cinta marrón y quedaba horroroso, ya tampoco giraba y cada vez que la intentaba arrastrar se quedaba trabada, pero era eso o llevar mis cosas en brazos. Mi padre me dejó en el aeropuerto a las diez y media de la noche y me acompañó hasta el último control que pudo. Nos despedimos hasta las vacaciones de primavera y le aseguré que, al aterrizar, le mandaría un mensaje. Y lo hice mientras esperaba a mi maleta. Esa vez tuve suerte y nada se había roto a parte de la rueda que volvía a sacudirse.En cuanto atravesé las puertas automáticas de la salida, lo
Cindy no volvía a la ciudad hasta una semana después, su vuelo se retrasó por la nevada que cayó y creo que yo no me hubiera podido mover de no ser por el increíble todoterreno de Dante, y por él, por que me hizo de chófer para de ir de un lado a otro. Tuve que ir yo sola a recoger las llaves del apartamento, aunque Dante fue conmigo y se quedó en el coche a esperarme. Una vez con las llaves, condujo hasta la residencia y estaba siendo la primera vez que hacíamos tantas cosas juntos fuera de su casa. No debería de sentirse raro, pero lo hizo. Caminar por el campus y la residencia, ver como todos nos miraban y como algunas chicas de la residencia babeaban por él...Gia lo dijo. Entramos en su habitación para recoger las cosas que Cindy y yo dejamos y se lo quedó mirando. Dante cogió las cajas y salió antes que yo.—Qué buenorro —comentó.Le di un codazo.—Es mío, no fantasees tanto —bromeé.Cogí la última caja que era mía, estaba llena de cosas que a penas pesaban porque Dante cogió l
Volver a la rutina fue raro hasta que me acostumbré. Cuando Cindy volvió y Dante se fue, nos seguíamos viendo casi todos los días en la empresa y como era entre semana y me estaba acostumbrando a la vuelta a la rutina, no fue hasta el viernes de la siguiente semana que accedí a salir a cenar juntos.Estaba algo estresada por la vuelta a clases, retomar el horario de los laboratorios y el ajetreo de ser becaria. Por lo menos Jerry ya no era tan estricto y me pedía las cosas con más amabilidad, creo que le caía mejor de lo que admitiría jamás.—Maya.Me giré como un robot. Escuchar a Dante me creaba un revoloteo inmenso de mariposas en el estómago. —¿Qué pasa? Tengo que llevar estos papeles a una reunión.Era consciente de cómo nos miraban algunos trabajadores, la mayoría de ellos. Cindy y yo aún no habíamos realquilado el coche y hasta que lo tuviéramos de vuelta Dante me estaba haciendo de chófer. Llegábamos juntos y nos íbamos juntos, era mucho más evidente porque no hacíamos el esf
El lunes tenía que presentarse en el juzgado mientras yo estaba en mi segunda clase de la mañana y tuve el teléfono al lado de mis apuntes por si pasaba algo. No sabía el qué, yo también estaba nerviosa. Mientras tomaba apuntes de la pizarra y escudriñaba los ojos intentando leer las fórmulas, se iluminó mi teléfono con un mensaje de mi padre:"Llámame en cuanto puedas"Mi padre nunca me pedía esas cosas. Teníamos unos horarios para llamarnos que si fallaban a ninguno nos importaba. "Vale" tecleé en respuestaVolví a mirar la pizarra y a apuntar. No estaba muy enfocada en las clases pero conseguí terminar el día y sentarme un rato en la cafetería del campus para aprovechar los descuentos en bebidas que Cindy tenía por trabajar allí.—No lo has visto, ¿verdad? —me preguntó cuando me sirvió el café bien cargado—. Te paso el link.Por como lo dijo intuí que seguramente sería algo de Dante, algo que yo ya no me molestaba en buscar. Le prometí a Dante que dejaría de comerme la cabeza leye