Leí un par de cosas por internet, y yo ya sabía que intentar un embarazo podía tardar meses, incluso años; pero no sé si era por nuestras ganas o por algún tipo de genética, porque un mes después ya no me bajó la regla y empecé a sentirme mal.Dante era observador, no me quitó el ojo nunca y aunque me hubiera gustado que fuera una sorpresa al menos para él, a la mínima que tuve nauseas él ya estaba llevándome al hospital privado.Me tumbé en la camilla y me levanté el jersey. No parecía que tuviera nada y me revolví cuando la doctora me echó un gel frío por toda la tripa. Dante me cogió la mano, sentado a mi lado en el borde de una silla mirándome con una fijación determinada. Le sujeté con la misma fuerza.—Sí —dijo la doctora—. Estás embarazada.Y todo cambió. Hasta el trato que Dante me tenía cambió. Se volvió mucho más protector, mucho más suave cuando me tocaba y si ya me cuidaba antes, entonces lo empezó a hacer aún más. Quería dármelo todo, todas las comodidades, todo lo que ne
Me desperté algo irritada, por los acontecimientos de la cena no conseguí dormir muy bien así que seguía cansada y con hambre. Intenté quitarme el brazo de Dante de encima pero me protegía hasta estando dormido. Hice fuerza en su muñeca para levantarla de mi estómago, pero para mi sorpresa, su mano atrapó la mía.—¿Estás despierto? —dudé en un susurró.—Lo estoy ahora —murmuró con la voz extremadamente ronca—. ¿Qué pasa? He notado como no has dejado de moverte.Me di la vuelta entre sus brazos y me dejé caer en su pecho. La cama era tan grande que podríamos dormir con espacio, pero siempre dormíamos todo lo juntos posible.—No he dormido bien, eso es todo.Lo escuché suspirar.—Iré a hablar con mi madre —dijo.—No tienes por qué.—Claro que sí. No voy a aguantar más gilipolleces como las de noche, ya le he advertido demasiadas veces de lo que suelta por la boca. —Su mano se deslizó por mi cuerpo hasta la curva de mi culo y volvió a subir hasta mi nuca—. ¿Por qué no duermes un poco má
Me molestó que Dante no pudiera solucionar las cosa con su madre. Una vez mi padre volvió a Arizona, a mi me dio más igual lo descarada que fue esa mujer y lo mucho que nos había jodido una cena tan especial. Sin embargo, Dante ya había tomado la decisión: no sabrían de mi embarazo hasta que no aceptaran las cosas. Estaba súper enfadado con su madre y con su prima, Maggie, y todos esaban pagando por los platos rotos.Tuve una revisión al entrar en el tercer mes, se me empezó a notar el estar embarazada y por desgracia aún fue pronto para poder el sexo de nuestro bebé. No fue hasta finales de ese mes, entrando en la semana número dieciocho, cuarto mes, que tuvimos una consulta de control mensual. Podía sentirlo con más intensidad todo, el hecho de que íbamos a ser padres era mucho más real desde que se notaba el embarazo. Para tener cuatro meses se me notaba mucho aunque lo podía camuflar con la ropa invierno. —¿Estás ansiosa? —me preguntó de camino a la consulta.—Sí —admití y solté
DANTENi siquiera eran tan parecidas. Alguien (seguramente un fotógrafo del corazón), le había sacado una foto a una pareja de fiesta. La chica se parecía a Maya, podía decir que de espaldas, con el pelo largo y algo ondulado, y su tamaño... Esa chica que se besaba con otro en una fiesta podía ser Maya. Pero no lo era. Mi mujer estaba durmiendo en casa con cuatro meses de embarazo. Joder. No recuerdo haberme enfadado tanto jamás. Aquella foto ya estaba publicada en un árticulo de una revista del corazón: "La novia del empresario Dante Wagner, reconocido en esta revista por una denuncia por maltratar a su exmujer, ha sido vista en un club engañando a este millonario" ¿Cómo coño podían ser tan anormales? Joder. ¿Cómo coño iba Maya a ver eso? Estaba seguro de que estaba en casa, aquello no me dio inseguridad porque confiaba en Maya, pero me enfadó. Maya no era Sophia. Esa vez casi nadie en mi entorno se creyó la foto. Mi madre fue la que más me bombardeó. No cogí sus llamadas, ni las
DANTESu padre llamó al día siguiente, Maya todavía estaba dormida así que cogí su teléfono. Me lo temí.—He visto lo de esa revista —dijo.—No era ella —dije de mala gana. Era temprano, ¿iba a soportar esas gilipolleces todos los putos días?—Lo sé. Reconozco a mi hija. Sólo llamaba para ver si ella estaba bien.Salí de la cama y le subí la sábana hasta el cuello. Ella ni se movió, dormía mucho más con la excusa del embarazo. Bajé a la cocina con su teléfono.—No lo sabe. No quiero que se entere.—Vale, me parece lo mejor —aceptó.—¿Vas a hacer algo? —Estoy en ello.La línea se quedó en silencio y escuché como Maya me llamaba, no tardaría en aparecer por la cocina. Me despedí de su padre y dejé su teléfono sobre la encimera. Apareció en pocos segundos, cuando preparaba la cafetera. Me regaló una sonrisa y arrastró los pies hasta mi lado.—Hola —murmuró con la voz adormilada.Estiré el brazo para que se acobijara a mi lado. Se dejó caer en mí con los ojos cerrados.—Hola. No tenías
—Ha tenido un accidente con el coche. Está en el hospital. Recibir una llamada así de la policía casi me hizo vomitar. Iba en pijama y sólo me molesté en ponerme un abrigo por encima y unas zapatillas para conducir. Tenía el corazón en la garganta, me empujaba las ganas de vomitar y de llorar. ¿Un accidente? Me temblaban las manos mientras conducía e intenté relajarme, llovía demasiado, la tormenta era dura y no podía permitirme tener otro accidente yo también. Frené en un STOP más tiempo de la cuenta, cogí aire y me bajé la cremallera del abrigo que me empezaba a sofocar. Bajé la mirada y al verme, conseguí mentalizarme de que no estaba allí sola. No podía alterarme tanto, ya lo dijo el médico. Fui mucho más lento pero ir despacio me desesperó y dejé el coche mal aparcado en el garaje subterráneo del hospital privado al que asistíamos. Prácticamente volé a preguntar dónde estaba y la paciencia no se me dio bien cuando tardó más de dos minutos en buscarlo y me pidió la identificaci
Supe que sus padres tenían problemas. Estuvieron viviendo en casas separadas hasta la mitad de las Navidades. Sabía también que Dante ya no se hablaba con Maggie, tampoco mucho con su madre; me lo contaron sus primas. Suspuse que ninguna familia era tan perfecta. Noche Buena fue lo más incómodo del mundo. Mi padre se limitó a mantener una conversación con Dalton y los hombres de la familia; yo me centré más en los niños y en cotillear sobre lo que pasaría durante el resto del embarazo con sus primas mayores. Maggie y Dana a duras penas hablaron mucho entre ellas. Esa noche sólo quería que terminara. Noche Vieja fue mucho mejor. Mi padre volvió a Arizona y fue noche de amigos. Necesitaba pasármelo bien aunque fuera en casa y bebiendo agua. —Pero si ya parece que vas a explotar —me molestó Roy. —¿Y tú para cuándo vas a tener una novia formal? —le molesté—. Parece mentira que tu hermano la consiguiera antes que tú. Entrecerró los ojos y me ganó por tercera vez en el juego. Solté
El cansancio del parto me duró casi una semana entera, pero tenía a Dante, y él era una pareja increíble. Mi padre viajó, pero Dante le pagó un hotel y todas las comodidades, porque queríamos estar solos en casa. Queríamos ser sólo los tres. Gael era nuestro hijo. Revolucionó a todo el mundo los primeros meses, sobre todo a nosotros dos. Una vez nos acostumbramos a la rutina, al hecho de tener un hijo, fue todo rodado. Pero creció demasiado rápido y Dante y yo le vimos cumplir dos años.En esos dos años las cosas no cambiaron mucho, pero hice el esfuerzo de soportar a Dana porque pasaba mucho por casa para ver a su nieto. Aparté un poco el trabajo por estar con Gael, Dante también y cuando queríamos estar solos o salir de casa a algo romántico, era tan fácil a conducir cinco minutos y pedirle a Cindy que cuidara de nuestro hijo. Era una verdadera tía, una muy buena con los niños, por eso no me sorprendió que poco después apareciera con la sorpresa de que estaba embarazada. Después de