Me quité muchas cosas de encima para poder pasar juntos el fin de semana. Cuando llegó el viernes cogí el autobús para ir a trabajar y mentiría si dijera que no me pasé toda la semana fantaseando con esa noche. Quería estar con él, lo ansiaba. Me gustaba tanto... Para cuando terminé mi jornada parecía que sabía el momento exacto en el que yo cogía el ascensor porque él estaba dentro y abrió los brazos acogiéndome en ellos para tener nuestro momento allí dentro. Me sentía segura con él. Me acarició las caderas y su aliento contra mis labios me hizo temblar. No fue un beso animal, ni largo ni pasional, pero al terminar, cuando yo dejé de estar de puntillas, Dante me dio un suave beso en la frente y me rodeó con sus fuertes brazos. Fue lo que ese gesto me hizo sentir lo que me hizo darme cuenta de que Dante ya no solo me gustaba.Me estaba enamorando de él y ya era inevitable.Y también era una putada porque yo quería enamorarme de alguien de verdad, de alguien que no me tuviera que so
Esa vez cuando volví por la noche a la residencia Cindy tuvo toda la razón del mundo. —Vuelves a tener cara de tonta enamorada —se burló. —Lo sé —admití. Se le abrió la boca y soltó el teléfono en su cama. —No me jodas. ¿Lo admites? Me encogí de hombros y pasé las piernas por mis pantalones del pijama. —Sí. —¡Pero mírate! —chilló y saltó de su cama para estrujarme las mejillas, me tropecé yo sola y nos chocamos contra mi cama—. ¡Estás enamorada! —¿Qué te cuente qué? Conseguí sacármela de encima para terminar de ponerme el pijama. —¡Todo! En lugar de hablar de mis sentimientos hablé más del tema central en el que parecía que mi relación con Dante giraba: su divorcio. Estaba enamorada y no quería que eso fuera un secreto, no por mucho más. Seguramente Dante no tenía la misma prisa que yo porque seguramente él no sentía lo mismo. —¿Crees que él no está enamorado de ti? —Creo que no lo estará hasta que podamos ser sólo los dos. Me dio un apretón y me estrechó contra su co
Los ojos de Dante volvieron a mí, pero sus manos estaban encima de ella y me estaba picando por dentro. Eso no podía hacerlo conmigo, lo estaba haciendo con la mujer de la que se suponía que estaba consiguiendo un divorcio. Igual —pensé— debía conformarme con eso porque yo lo acepté. Era temporal, pero ya habían pasado meses y todo iba igual. Y antes no estaba enamorada. Vi un par de fotos de ellos en internet y unas revistas digitales, pero no los había visto en persona, como se tocaban, como ella le miraba y como Dante envolvía su brazo en su cinturita de modelo. ¡¿Cómo no me dijo que iba a presentarse con ella?!—Lo sabías, ¿no?Con los labios apretados para no ser grosera, giré la cabeza y miré a Jerry.—No me lo sueltes como si me lo restregaras.—No lo hago, pero sabes el problema que tiene encima con ella.—No le veo infeliz.Jerry levantó las cejas y me pidió otra copa. Volví a mirar. Estaban en una esquina, solos, tocándose. Ella era alta y con sus tacones le llegó a la oreja
Casi no dormí, así que estaba despierta cuando sonó la alarma de Cindy y ella se lanzó a apagarla.Me di la vuelta y se llevó las manos a la boca. Debía tener una cara horrible, ni si quera me quité el maquillaje.—Maya —dijo en voz baja. Eran las cinco de la mañana—. ¿Qué ha pasado?—Ha sido una noche de mierda —confesé—. Se acabó.No tuve que decir más. Se sentó en el borde de mi cama y me abrazó.—¿Qué ha pasado?Se lo conté todo mientras se preparaba y de vez en cuando me daba una caricia furtiva para que supiera que era mi mejor amiga, mi alma gemela de verdad porque ella se iba por ahí a jugar a las mejores amigas con otras. —En el fondo yo sería tu mejor novio —bromeó.Sí, seguramente. Enamorarme por primera vez de alguien como Dante resultó ser un desastre.Me animó a limpiarme la cara, fui al baño con ella y me desenredó el pelo. Siempre decía que no puede estar fea y sentirse mal a la vez, así que cuando tenía la regla y estaba hecha un asco se pasaba el día haciéndose trat
Al aterrizar mi día no fue a mejor. Mi maleta fue la última en salir, se le había roto una de las cuatro ruedas y la tuve que patear por todo el aeropuerto hasta que me costó encontrar a mi padre entre todo el mogollón de gente que volvía y se iba a casa por las vacaciones.Me estaba esperando de brazos cruzados apoyado en su vieja camioneta, le había cambiado el color, era negra. Nos dimos un saludo bastante escueto para ser padre e hija y montó mi maleta en la parte trasera junto a un montón de herramientas.—Está rota —comentó.—Ya, me compraré una antes de tener que volver. Me gusta el negro —dije.—Se ensucia menos.Me monté de copiloto y rodeó todo el coche para emprender camino a casa. Era casi una hora de viaje en coche y empezó siendo tranquilo, casi me dormí.—Tienes mala cara —dijo.Porque no podía dormir, no cómoda, no dejaba de pensar en Dante.—He dormido mal.—Será mejor cuando te mudes. Me sorprendió mucho cuando me lo dijiste, pero me alegro. Seguro que te las apañas.
No me desperté pronto y hubiera dormido mucho más si no hubiera soñado con él, creo que sólo me levanté para dejar de hacerlo. Me senté en en el borde de la cama y me froté la cara pero aún despierta seguía pensando en su voz. Estaba siendo una tonta. —¿Maya? —mi padre llamó a la puerta y la abrió un poco, asomándose. —¿Qué? —Te buscan fuera. No me quedaban amigos allí, me distancié de todos al irme a Chicago pero sí que era verdad que cuando pasaba las Navidades en casa, a veces, cuando iba bien, salía con algunos compañeros del instituto sólo porque de otra forma nos moríamos del asco. No tenía ganas de lidiar con nadie, pero metí los pies en mis zapatillas mullidas de casa y me até el pelo en una coleta para estar ligeramente decente, no es que me importara mucho pero no podía ir por ahí con cara de lamento porque me había roto el corazón yo misma al aceptar un trío amoroso con un hombre diez años mayor. Mi padre me siguió, la única forma de entrar en casa era por el taller y
—Joder, no —bramó—. Podría haber seguido con esta idea de mierda pero no quiero. No la quiero a ella y de haber sabido que tú estabas tan jodidamente disconforme con esa gilipollez habría buscado otras formas.—No es... No era... —No, no era eso, estaba bien, su plan podía entenderlo, pero había sido verlos juntos, saber lo que hacían... Eso fue lo que más jodió sobre el hecho de que no éramos una pareja normal, tenía que estar escondida como una amante y me sentí como una imbécil.—¿Qué? ¿Qué pasa? Me da igual todo, me la suda lo que salga en la prensa, me da completamente igual lo que pase. Lo tengo todo y quiero tenerte a ti. Sé que va a ser una putada cuando el mundo se entere pero eres tú la que me importa.¿Por qué podía hablar tan bien? ¿Por qué me estaba dejando ir por su labia? Sacudí la cabeza.—No sé...—¿Qué no sabes? —Estiró la mano y por fin me toco, cogió mis manos entre la suya y me dio una caricia tan suya...—. ¿Es por el sexo? ¿Por eso me lo preguntaste? —se tomó mi
Llamé a Cindy, necesitaba contárselo.—Deberías descansar, Maya —me dijo—. Te estás haciendo líos y te vas a volver loca. Déjalo. Aprovecha estos días que quedan y piensa en cómo quieres decorar el apartamento.Para mentenerme ocupada y no pensar tanto en él decidí ayudar a mi padre en el taller. No sabía mucho de coches y la verdad es que trabajar juntos no nos creaba un mejor vínculo, mi padre intentaba explicarme cosas y yo fingía entenderlo.No parecía Navidad, de hecho, la mañana de Noche Vieja no tenía ese espíritu. Me desperté tarde y me terminé mi nuevo libro. Mi padre era nefasto para cocinar y yo puse en práctica algunas cosas que Dante me enseñó para hacer la cena; conseguí hacer una buena sopa y unos platos de carne bien elaborados. Me ayudó imaginar que él estaba ahí, conmigo, diciéndome lo que debía o no hacer y que tuviera cuidado con no cortarme con el cuchillo. Echaba de menos los días en su casa. —¿Has dado clases de cocina? —me preguntó mi padre.—Algo así —respond