Capítulo 33. Un Error

El desayuno terminó con Norah negándose a llevar otro pedazo de comida a la boca. No soportaría más alimento, su estómago ya le exigía que se detuviera. Albert solo la miró con burla en la cara, y si no fuera por su educación de doncella, y porque ese hombre era el que la tenía presa, ya le habría lanzado la comida en la cara.

Regresó a su habitación, otra vez, en los brazos del Duque, sin permiso de salir, solo de estar frente a los ojos del hombre todo el tiempo. Las puertas de la habitación estaban abiertas para dejar que Albert la mirara desde el otro lado.

―No es necesario esto, milord. ―Norah estaba sentada en la cama hojeando un libro. No podía concentrarse con ese hombre, que parecía ocupado, con cientos de papeles en las manos y miles de reportes de sus caballeros.

Si no eran cosas confidenciales, se podían hablar en voz alta, si, por otra parte, necesitaba discreción, se entregaba una carta y se pedía tiempo en otra sala, mientras dos doncellas vigi

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