Capítulo 36. Una Distracción

No lo había sido, no fue un juego, y él lo sabía mejor que nadie. Pero jamás lo admitiría, no podía hacerlo.

Entonces la puerta se abrió. Pasos apresurados se escucharon al instante, sin embargo, no eran los del Duque, pero los de una joven mujer de ojos esmeralda. Tenía tristeza en la mirada, lágrimas escurriendo por sus mejillas.

―Adrián. ―Gina se apresuró a lanzarse a los brazos del hombre. Temblaba con tristeza. El vestido azul pastel la hacía ver todavía más delicada, y lamentable. ―Tienes que hacer algo… Albert… Albert…

Adrián sabía muy bien la situación de Gina, los tres habían sido amigos de la infancia y se conocían de muchos años. Aunque Adrián era indiferente y poco sociable con las demás mujeres, con Gina siempre había tenido una debilidad de hermano mayor.

La acarició del cabello, suave, un poco desarreglado y dejó que salieran todos sus quejidos y reproches. No parecía hacer sentido con sus palabras, pero Adrián sabía muy bien lo que ocu

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