Capítulo 37. Una Distracción

―Llama a los guardias estacionados alrededor de la Capital, haz que dos grupos entren en secreto. Los demás que vigilen a los alrededores. Habrá más ataques.

Albert se levantó, estaba por irse, pero se detuvo. ―Haz que te revisen esas heridas antes de hacer algo, llama a Kaine.

Adrián quiso refutar la orden, no tenía intención de quedarse a esperar cuando estaban a punto de ser atacados de nuevo. Sin embargo, el dolor en su pecho y en su brazo volvió como una punzada. Albert envió dos sirvientes a que se lo llevaran a una habitación antes de que se desmayara.

―Albert ―Marcus caminó detrás de Albert con paso apresurado.

―No hay tiempo de continuar con la búsqueda. Por el momento no podemos seguir adelante. Hay demasiados ojos apuntando hacia nosotros.

―Lo sé, ―suspiró Marcus. ―Sin embargo, hay algo que debes saber.

Albert se detuvo y giró a ver al hombre de lentes.

Marcus señaló un cuarto cerrado para poder conversar, lo siguien

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