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Verdades dolorosas

Edith:

El mensaje de mi madre me había puesto un poco nerviosa, pero esperaba que no hiciera gran escándalo, de hecho contaba con ello ya que esa mujer me había odiado desde el día uno y no le interesaría por ningún medio que su hijo supiese de mí, lástima que estuviese tan equivocada al respecto, porque mientras revisaba la información que Rose me había enviado para la promoción de la última película, un mensaje de Duncan puso mi mundo de cabeza.

¿Puedes decirme porque ocultaste a mi hijo? Tomo unas cuantas respiraciones antes de responderle.

No es tu hijo Duncan, no seas ridículo. Esperaba que con eso me dejase tranquila, supongo que pecaba de ingenua.

Claro que lo es, es idéntico a mí. Mi primera reacción es rodar los ojos y enviarle ese emoji, pero para evitar que se haga más grande, decido responderle.

Son rasgos comunes Duncan, no eres el padre, no insistas. Sin ganas de seguir con esta discusión sin sentido, decido bloquearlo.

Le mando mensaje a mi abogada, era mejor estar prevenido con cualquier cosa, y por cualquier cosa me refería a la prueba de ADN que me había empeñado en hacerle a mi hijo la primera vez que Noud vino, a pesar de que él había dicho que no era necesario, era mejor así.

Cuando llegaron, los bañamos y al minuto de acostarlos se quedaron dormidos, eran tan tiernos.

- No la vi hija, yo ‒sostengo suave las manos de mi madre, podía saber que pensaba.

- Lo sé ma, tranquila, no te estoy culpando de esto, tarde o temprano algo así pasaría ‒muerdo mi labio, me hubiese gustado que tarde o de preferencia, nunca‒. De todos modos no creo que este tipo haga nada, y ya hablé con la abogada, tengo todo para demostrar que Bras no es su hijo ‒ella asiente, la abrazo.

- Espero por su bien que no se le ocurra hacerte nada, porque todavía tengo la fuerza para darle una paliza ‒rio bajito ante las palabras de mi papá, me pongo de pie y lo abrazo.

- Gracias pa, saber que están conmigo, es más que suficiente ‒me abraza de manera protectora.

- ¿Qué pasa? ‒pregunta mi abuela nada más entrar, los domingos solía estar con sus amigas hasta las diez, así que no era sorpresa que llegara a esta hora.

- Me encontré con Olive en el parque de atracciones y vio a los niños ‒mi padre comienza a explicarles con calma, no les había dicho de los mensajes de Duncan, de verdad esperaba que no hiciera nada.

Pero bueno, la vida me odia y él es un idiota, supe que todo iba a valer cuando recibí la llamada de mi abogada a primera hora de la mañana, al parecer ese idiota me había demandado por la custodia de Bras, afirmaba que él era su hijo y que yo se lo oculté.

Quería gritar y golpearlo, pero si se hacía todo vía legal era mejor para mí, así me dejaría en paz.

Mi abogada me instruyó con el procedimiento y todo lo que pasaría, así que estaba preparada.

La citación a la corte fue el jueves a las diez, así que antes de esa hora ya estaba ahí.

- Edith ‒me giro al oír la insufrible voz de Duncan, venía junto a su abogado y su odiosa madre‒, podemos acabar con todo aquí si admites que Brassen es mi hijo, incluso podemos ser una familia con Lucas ‒lo miro con desagrado.

- En primera, Bras no es tu hijo, en segunda, jamás volvería contigo ni muerta, y en tercera, saca de tu sucia boca los nombres de mis hijos ‒veo como Olive se apresura molesta, poco me importaba.

- Mocosa malagradecida, todavía de que ocultas a un Miller, tienes la desfachatez de hablarle así a mi hijo ‒ruedo los ojos, antes no decía nada por querer congraciarme con esta mujer, pero ahora no tenía por qué callarme.

- Puedo hablarle cómo se me dé la m*****a gana, vieja metiche ‒la veo boquear como pez fuera del agua, quería reírme de su cara‒. ¿Por qué demonios creen que mi hijo es de él? Y no digan que por los rasgos, son muy comunes.

- Las fechas coinciden, nos divorciamos hace siete años y esa es la edad que tiene, no puede ser de nadie más ‒dice él seguro, lo miro alzando una ceja, era tan idiota.

- ¿De verdad crees eso Duncan?, ¿crees que no pude haberte engañado? ‒lo miro con diversión, su cara pronto se desencaja.

- No te atreverías a ser tan indecente ‒comienzo a reír ante la actuación de esa señora, era increíble.

- ¿Por qué crees semejante absurdo? ‒la miro con burla bien disimulada.

- Porque me amabas con todo tu corazón ‒ruedo los ojos, niego mientras pienso que su ego es demasiado grande.

- ¿Y sí para ese entonces ya no te amaba? Después de todo, nadie es capaz de soportar el infierno por demasiado tiempo ‒mis palabras parecen sorprenderlo‒. Que conveniente es para ti, Duncan, olvidar toda la m****a que me echaste encima, el secreto a voces de que Jane era tu amante y yo la pobre esposa estúpida que te esperaba en casa y que tratabas como tu tapete, y luego usted, que solapaba a su hijo y me trataba peor que a un condenado a muerte, sólo que no tenía la posibilidad de morir, y aun así, lo hice, morí ‒miro a la pared detrás de ellos‒. Señora Olive, ¿sabía usted que su hijo abusaba de mí? ‒la cara de sorpresa de ambos me hace querer reír‒, usted y todos podrán decir que era cumplir con mis deberes conyugales, pero la forma en que el animal de su hijo me tomaba, estaba lejos de ser algo bonito, pero como era tonta, joven e inexperta, pensé que era normal, no fue hasta después que me di cuenta que eso era abuso ‒la cara de ambos se pone pálida‒, jamás sentí placer alguno, y supe lo que era ser querida y apreciada por otro hombre, ¿quieres saber la ironía de la situación? ‒abre y cierra la boca sin saber que decir‒, conocí al padre de mi hijo en la última fiesta a la que asistimos y que, como siempre, me dejaste para cubrir las apariencias, para ese entonces te odiaba, te despreciaba y quería divorciarme de ti, pero cometí el estúpido error de hablar con tu abuelo y me convenció, de haberle dicho a tu madre seguro me habría sacado del país, pero en fin ‒muevo la mano como si restara importancia‒. La cuestión es que con él supe lo que era el placer, me sentí deseada, querida y cuidada.

- Basta, basta ‒Duncan niega, parecía un poco fuera de sí.

- ¿Te molesta oír la verdad? Pues más te dolerá saber que hay un tercer hombre que me enseñó lo que es el placer puro y crudo ‒chillo cuando me sujeta de los brazos y me sacude.

- Mientes, lo haces para herirme, tú me amas ‒es su abogado el que lo separa de mí.

- Entiende esto Duncan, jamás te amé y no te amó, me das asco, y si crees que estoy inventando todo, entremos y te mostraré las pruebas ‒me acerco a mi abogada‒. Ya no te odio, eso es darte demasiada cabida en mi vida, pero no te perdonó ‒veo cómo se sujeta la cabeza‒, además, si haces memoria ‒lo miro con desagrado‒, sabrás que teníamos un año y un mes sin que me violaras ‒lo veo negar con frenesí‒ y nunca notaste que no compartía más la misma habitación, ¿y sabes por qué? Porque me daba asco pensar en dormir en la misma cama donde te acostaste con Jane, te pedí una sola cosa Duncan, te pedí que jamás te la follaras en la cama que compartíamos y como no te importaba una m****a, lo hiciste, y con esa sola acción, mataste a tu hijo ‒lo veo alzar la cabeza cual resorte‒, sí, estuve embarazada pero gracias a ti, perdí a mi bebé, por eso no te perdono ‒sin más, entro a la sala que nos asignaron. Me acomodo en mi lugar y pierdo la vista en aquellos recuerdos.

Me había estado sintiendo mal, tenía vómitos y mareos, así que fui al hospital para hacerme un estudio, me hicieron varias pruebas, entre ellas una de sangre, me hicieron esperar una hora hasta que los resultados estaban listos, casi salto de emoción cuando el doctor me dijo que estaba embarazada, así que me hicieron un ultrasonido, tenía unas ocho semanas y ya se veía, estaba tan feliz pensando en que Duncan se pondría tan feliz, quizás esto era lo que necesitábamos para acercarnos más, también mi suegra estaría feliz por al fin tener un heredero.

Con la ecografía en la mano, me dirigí a una tienda de bebés, compré varias cosas así como una cajita, escribí en una tarjeta la leyenda de “vas a ser papá”, y lo coloque todo con cuidado. Como Duncan nunca me dejaba ningún chófer, solía ir y venir en taxi, pero no me importaba.

Al llegar a la mansión encontré el saco de él colgado, seguro estaría trabajando en el despacho, así que me apresuré a ir, pero no había nadie, ¿estaría arriba dándose un baño? Eso estaba bien, así podría preparar todo para que la sorpresa fuera mejor. Con paso silencioso subí por las grandes escaleras, me apresuré a nuestra habitación y antes de llegar vi que la puerta estaba un poco abierta, así podría ver si estaba dentro de la regadera o no, pero lo único que vi fue a él con Jane en mi cama, ella gemía su nombre, aquellos horribles sonidos se reproducían en mi cabeza como música infernal, las lágrimas no tardaron en bajar por mis ojos, a pesar de saber que tenía que alejarme no podía, era como una obscena necesidad de ver como no había cumplido la única cosa que le había pedido.

No tuve más tiempo para lamentarme ya que empecé a sentir un fuerte dolor en el abdomen, por instinto pensé en mi bebé y comencé a caminar para ir al hospital, sabía que si llamaba una ambulancia no llegaría rápido, pero si un taxi, así que llamé al hombre que solía llevarme a todos lados.

Apenas puse un pie abajo, el dolor me hizo caer de rodillas, pude sentir como mi pantalón se mojaba y al bajar la vista vi la sangre manchando mi pantalón, el miedo me abrumó por completo, y con mucha fuerza de voluntad me puse de pie, camine al baño para tomar una toalla, ese baño no solía usarse, sentí otro fuerte calambre y solté la caja, que no sabía cómo no había soltado antes.

Soportando el dolor me apresuré a salir cuando notificó que estaba ahí, el personal brillaba con su ausencia, como siempre, nadie en esa casa me trataba con respeto y todo gracias a Duncan y su madre, así que el taxista se apresuró a mi lado para ayudarme, me cargó con suavidad y tras poner la toalla, me sentó.

El viaje hasta el hospital me pareció eterno, fue una imagen borrosa en mi cabeza, sólo podía llorar y suplicar que mi bebé estuviera bien.

Al llegar al hospital fui ingresada de inmediato, y aunque los doctores trataron de hacer todo lo posible, perdí a mi bebé, y como si eso no hubiese sido terrible, aun debía someterme a un legrado para limpiar lo que hubiese quedado del “feto”, sonaba tan horrible y frío, así que tuve que quedarme hasta el día siguiente, aquel amable taxista vino por mí y me regresó, me dolía caminar pero más me dolía el alma, había pasado toda la noche llorando, pidiéndole perdón por no haberlo podido proteger, por no ser fuerte.

Recuerdo que me obligue a ir al baño para tomar la cajita, era lo único que me quedaba de él. Subí aquellas escaleras sintiendo que cada pasó era peor que el anterior, sentía como si mil agujas estuvieran siendo clavadas en mi interior.

Caminé hasta la última habitación, la del fondo que nadie usaba y me encerré ahí, fue gracias a una sirvienta algo mayor, la única que me trataba como a un ser humano; que sobreviví, ella se encargó de traer mi ropa y algunas cosas, de obligarme a comer y bañarme, porque lo único que hacía era llorar y desear morir, estuve así durante dos meses antes de que mis emociones se desconectaran y me diera cuenta que Duncan era un monstruo que me habían vendido con piel de oveja, ya no sentía nada salvo resentimiento, mi amor o lo que creía que era amor, murió cuando presencié aquella horrible escena.

El día que decidí que todo debía terminar me di un baño largo, me puse una ropa bonita y fui a ver al abuelo, lástima que escogí a la persona equivocada.

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