Al rescate

Ancel:

Había dejado todo tras enterarme lo que pasó, decir que estaba furioso era quedarse corto, ninguno de esos inútiles había sabido decirme que m****a pasó, quería destruirlo todo.

- El jet está listo señor ‒dice Carson, asiento mientras camino hacia ahí, subo sin más, Carson sabía cómo me gustaba todo.

- ¿Ya mandaste a alguien para que los llevé a otro lado? ‒él asiente tras sentarse frente a mí, le había llamado pero sólo me mandó un mensaje que ese no era un buen momento y lo entendí‒. ¿Quién m****a hizo todo esto? ‒me entrega su tablet y maldigo bajo‒, por lo regular no lastimo a las damas, pero quiero que le entreguen un mensaje ‒él asiente y lo veo teclear algo en su teléfono‒, también sabes qué hacer con todos esos medios, los quiero destruidos sin posibilidad de que puedan levantarse, y los principales responsables, guárdalos para cuando llegue, tengo mucha frustración acumulada.

- Claro señor, ya están en eso ‒miro por la ventana, estaba angustiado por mi čaraŭnica, de poder la mantendría encerrada en una fortaleza para que nada pudiera dañarla ni a sus hijos, esos niños eran tan adorables y contenían la inocencia de su edad, una que su madre también conservaba‒. Lo que se dice de la señorita Gastrell es por demás insultante ‒pocas veces Carson expresaba opinión de algo, pero supongo que tras encargarle tanto de ella y su familia, le había tomado algún tipo de consideración.

- Hay cosas que no sé de su pasado, y no creo ni por asomo esas mierdas, justo por eso quiero destruirlos con mis propias manos, lento ‒él asiente, ojalá esta m*****a cosa fuese más rápido.

Edith:

Por la mañana había tomado una decisión, y nada más despertar llamé a Tatiana, ella tenía un pequeño espacio de entrevistas, hace poco se había estrenado y confiaba en ella para decirlo todo.

A eso de las diez alguien llamó a mi puerta, se presentó como Jacob y trabajaba para Ancel, ayer no había tenido cabeza para responder su llamada ni la de Noud. Al parecer le habían ordenado que nos llevará a una casa segura propiedad de Ancel, en otras circunstancias no habría aceptado, pero anoche alguien había intentado colarse y no podía vivir con la zozobra, más que nada por mis hijos, mis padres y abuela, eran bastante mayores para eso.

Habíamos guardado un poco en las maletas y con ayuda de otros guardaespaldas nos habían sacado sin que nadie nos molestara.

El lugar quedaba en una de las zonas más exclusivas y sobre todo, seguras de la ciudad, nadie entraba ni salía sin pasar por una exhaustiva revisión, nosotros habíamos pasado sin más ya que éramos invitados de Ancel. La casa era grande, espaciosa y pesé a lo que se podría pensar, no parecía gritar costosa, estaba decorada de manera sencilla y en teoría, era más pequeña que la mansión donde viví con Duncan, pero se sentía más acogedora.

- Señorita Gastrell, señores Astor y señora Gastrell ‒una mujer cerca de los cuarenta se acerca a nosotros‒, soy Susana y soy el ama de llaves, el señor Ancel me informó de su llegada y sus habitaciones están listas, el señor pensó que quizás le gustaría que los pequeños señoritos se queden con usted, así que le dimos una habitación más grande y preparamos camas para ellos ‒todos nos quedamos mudos de sorpresa por la revelación, ¿en qué momento había hecho todo?

- Te agradezco Susana ‒ella asiente y nos guía escaleras arriba, las primeras habitaciones eran para mi abuela y la otra para mis padres, ellos habían insistido en irse a su casa pero sabía que esos malditos buitres estarían rondándolos, así que no era una opción. A Melinda y el tutor, los había descansado con goce de sueldo, después de todo, esto no era su culpa.

- Esta es su habitación señorita ‒abre la puerta y me quedó con la boca abierta por el tamaño, era una cama king sise y había una cama similar a la de Bras que había en casa, incluso había un montón de juguetes‒. El señor pensó en todo para que estuvieran cómodos ‒asiento mientras ellos corren dentro para comenzar a jugar, suspiro sintiendo tranquilidad por primera vez, no es que no hubiese podido conseguir algo así, la cuestión es que no me movería tan rápido como lo estaba haciendo él, sin duda tenía poder, pero no tanto como él.

- Gracias Susana ‒la mujer me sonríe antes de alejarse, entro y me siento en la cama viéndoles jugar con un tren y varios carritos, no les había dicho todo porque no quería contaminar sus mentes, sólo que había pasado algo que nos ponía en peligro y por eso no podríamos salir.

Cuando la noche llegó me preparé para salir, Jacob me iba a llevar, por ahora era mejor así.

- ¿Estás segura que esto es una buena idea? ‒mi madre sujetaba mis manos con preocupación, asiento sabiendo que era mejor si contaba mi versión ya que alguien había decidido abrir la boca a su conveniencia.

- No dejaré que esto me afecté ‒pensé que mientras fuese cuidadosa estás mentiras podrían mantenerse y con ello, la paz, pero habían resultado ser tan peligrosas que me habían alcanzado.

Salgo tras darles un abrazo a todos, me subo a la camioneta con ayuda de Jacob, era la misma en la que fuimos al concierto, muerdo mi labio recordando que antes de llegar por mis amigos nos besamos mucho, Dios, ahora estaba nerviosa por otra cosa. Había sido una distracción más que bienvenida, eso hasta que llegamos al edificio del estudio y al instante me puse alerta, había traído la peluca y todo, quería mostrarme aquí como era de una vez por todas.

Bajo ayudada por Jacob, me seguía por todo el camino por orden de Ancel, estaba bien porque no era incómodo o similar.

Entro al camerino y la chica me retoca el maquillaje, había escogido un conjunto de traje sastre con pantalón y una blusa de manga corta con olanes en el cuello.

- Adelante ‒dice la maquillista, veo entrar a Rose y me abraza con fuerza.

- Estaba tan preocupada Ody ‒le había pedido que no se acercara a la casa por su propio bien, temía que la atosigaran también, así que se había ocultado en casa de Lilia y Omar.

- Lo sé Rose, pero qué bueno que te quedaste con ellos ‒asiente, pronto otro toque en la puerta nos interrumpe.

- Comenzamos dentro de poco ‒dice la chica que entró, asiento mientras me pongo de pie.

- Te ves preciosa, como siempre ‒rio negando.

- Gracias Rose, es hora de terminar con todo ‒ella asiente‒, me habría gustado contarte todo antes, pero tenía tanta vergüenza, ¿sabes? A pesar de saber que no era mi culpa, aun sentía vergüenza de eso que mi yo más joven vivió, ¿me entiendes? ‒ella me sonríe y niega.

- No tienes que disculparte Edith, jamás juzgaría tus luchas ‒la abrazo con fuerza, sin duda era tan afortunada.

Nos separamos y me acompaña a la entrada del estudio, espero a que me llamen, la calidad mano de Rose me transmitía la calma que necesitaba.

- Sé que se ha dicho mucho de nuestra querida Odessa, así que ha venido a contar su versión, porque toda historia tiene dos lados, démosle un fuerte aplauso ‒escucho que lo hacen y entro saludando‒. Hola preciosa, ¿cómo estás? ‒nos habíamos saludado de beso, me había sentado junto a ella.

- Bien, dentro de todo ‒ella asiente comprensiva‒. Antes que nada, quiero ofrecer una disculpa a mis fans por no haber sido transparente con ustedes, pero como a todos, les gusta su privacidad e intenté tenerlo para mí, pero mi cariño por ustedes es real, y quiero presentarme de nuevo ‒me quito la peluca, no me había puesto los lentes de contacto. Acomodo mi cabello que era corto, un poco por debajo de los hombros‒. Nací como Edith Astor y cambié mi apellido por Gastrell por algunas cuestiones que les diré más adelante, está bien si me llaman por mi nombre o me dicen Odessa, ella también es parte de mí ‒había fijado mi vista todo el tiempo en la cámara.

- Sin duda tienes unos rasgos preciosos, con o sin peluca ‒le dedico una sonrisa sincera, el público invitado estaba en silencio‒. Hay algunas preguntas que no dejan de repetirse en la web, ¿te parece comenzar por ahí? ‒asiento, ella prosigue‒. ¿Es verdad que estuviste casada con Duncan Miller y cuál es su relación en la actualidad? ‒tomo una respiración antes de hablar.

- En efecto, estuve casada con él desde los dieciséis hasta los veintiuno, fue un matrimonio arreglado, es la razón por la que cambié mi apellido a Gastrell, para no tener nada que ver con él ‒se escucha un jaleo colectivo.

- Jesús Odessa, eras una niña, ¿cómo pudieron aprobar esto? ‒parecía indignada.

- Pues verán, el abuelo Miller se enamoró de mi abuela en su juventud, pero ella no era del mismo círculo social y tuvieron que separarse, mi abuela se casó y fue feliz, pero el abuelo Miller no, se aferró a ese amor y fue gracias a eso que me casé con su nieto, digamos que me vendieron a un Duncan que nunca existió, y para mi yo de ese entonces, era un príncipe encantador, sólo que no me dijeron que era el de Sherk ‒todos comienzan a reír por la ocurrencia‒. Y bueno, él tenía a alguien a quién amaba y yo era la que se casó por interés, en ese entonces mis padres sí que lo tenían, y aclaró, ellos han cambiado mucho y si pudieran volver el tiempo, no me habrían dejado casarme con él, así que no los linchen.

- Eso es muy retorcido ‒asiento, ahora lo veía como era‒. Hay otra pregunta y es con respecto a que tienes otro hijo, ¿es cierto que nació de una infidelidad? ‒me mira atenta, ella no me juzgaba.

- Tengo dos hijos, uno biológico y el otro es el pequeño que adopté hace nada, las personas que nos dedicamos a este medio sabemos lo cruel y despiadado que puede ser, y al ocultarlos lo único que quería era protegerlos, eso es todo ‒ella asiente en comprensión‒. Y en efecto, Bras fue concebido estando aun casada con él, pero a diferencia de Duncan que tuvo a su amante durante los cinco años de nuestro matrimonio, lo mío fue una sola vez ‒no me daba vergüenza exponer todo, ellos habían empezado‒. Nunca hubiese hablado de esto, porque no es mi estilo, pero ellos fueron los primeros en hablar así que, aquí lo tienen todo ‒estaba decidida a todo por la paz de mi familia.

- Que cara dura tienen algunos, y así se atreven a llamarte amante ‒la veo rodar los ojos.

- De hecho, borraron cualquier rastro de mi pasó por esa familia para que no se viera empañada a la que sería mi sucesora, la nueva señora Miller ‒la miro con calma, ella se queda muda de la impresión, con eso daba a entenderlo todo‒. Con Duncan tuve un hijo, pero falleció el mismo día que supe que estaba embarazada ‒el lugar se queda mudo por la revelación‒, la película de: Madre: un dolor silencioso, fui yo la que dio la idea para mi personaje, lo que ustedes vieron en pantalla es un poco de todo lo que sufrí en mi matrimonio, tal cual pasa ahí, fue lo que viví ‒ahí se mostraba como había perdido a mi bebé, por culpa de mi esposo y su amante‒. Esa fue la razón por la que acepté estar en el proyecto, porque me parecía un tema importante y quería que la gente viera ese dolor silencioso que cargamos las mujeres que hemos perdido un hijo, por eso cuando supe que estaba embarazada de Bras, fue una sensación de emoción, miedo y redención, siempre he creído que él es el regalo de Dios a tanto sufrimiento, y luego vino Lucas, y aunque parezca que lo salvé en realidad me salvó a mí ‒a esas alturas ya estaba llorando‒. Muchos no lo saben pero hay canales abiertos para mujeres y hombres que pasaron por ese proceso, es una pequeña organización que cree tras tantos testimonios, es una manera de honrar a ese pequeño bebé que no pudo quedarse, quiero que sepan que no están solas y que está bien llorar ‒intentaba no hacerlo justo ahora.

- Dios santo Odessa, lamento que hayas tenido que pasar por todo eso, debió ser duro porque estabas sola ‒se había acercado para abrazarme.

- Lo fue, pero ese fue el evento catalizador para que me decidiera a dejar a Duncan, haberlo dejado cambio mi vida para siempre, me mostró que había más que esa jaula de oro en donde me metieron desde el día uno ‒me había separado suave de ella‒, encontré una profesión que amó, encontré grandes amigos en el camino, hice feliz a mi hijo con mis papeles y encontré a tantas personas que con sus mensajes de apoyo me alegran el día, mis fans son una de las razones por las que sigo aquí, por los que me esfuerzo en cada papel ‒y eso era verdad.

Después de eso la entrevista fue un poco más ligera, no me importaba como los dejaba parados, habían querido guerra, guerra iban a tener.

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