Emocionada por sus palabras dejé a un lado la ensalada y la abracé fuertemente. Carol me hacia recordar mucho a mi madre, sobre todo cuando hablaba de forma tan dulce y maternal. Extrañaba horrores a Miriam, pero ella siempre estaría en mi corazón. —¡Apuren con las ensaladas, muero de hambre! —la estridente voz de Ernest quitó todo momento emotivo. Reí entre dientes y Carol acompañó mis risas. Volvimos a la gran mesa para llevar los alimentos que faltaban y cenamos los deliciosos pavos entre charlas y risas. Como era costumbre entre nosotros, luego de terminar de comer, comenzamos con las anécdotas e historias familiares. Tuvimos que contar las travesuras recientes de los niños para con el Volvo. Todos lo tomaron con humor, salvo Emerson, quien aun se mostraba acongojado. Por suerte teníamos a Nathan en la familia, quien se ofreció a dejar el coche como nuevo. Pasadas las diez de la noche, todos decidieron irse —o mejor dicho los niños los obligaron a hacerlo—, ya que esperaban la
8:35 de la mañana. ¡Por dios voy a llegar tarde otra vez! Sería la tercera vez en la semana, pero no era mi culpa; hacía todo lo que podía para llegar a tiempo, pero sinceramente no podía.—Vamos Dante se nos hace tarde —le dije a mi pequeño.—¿No vene tía Rosario, mami? —Me preguntó con su dulce vocecita.—No bebé, tía Rose está trabajando, vamos. —Le expliqué mientras guardaba sus pertenencias en su pequeña mochila.Salimos rápidamente del departamento y fuimos a la parada del autobús. Para mi suerte no tardó demasiado. Bajamos en la estación correspondiente y fuimos a paso rápido hasta el jardín maternal. Visualicé el reloj y eran las nueve de la mañana. ¡Genial!, a esta hora tendría que estar en la oficina.—Hola Berenice, hola Dante. —Nos saludó Antonella, su maestra.—Hola Antonella, te lo dejo, lo paso a buscar a las cinco y media —le dije a su maestra—. Adiós cielo luego paso por ti, pórtate bien, te quiero mucho —me agaché a su altura y me despedí dejándole un beso en el tope
NARRA EMERSONGloriosa, envidiable, llena de lujos y demás. Así describían muchos mi vida, pero no tenían ni la más pálida idea de cómo verdaderamente era.Era el dueño de una de las empresas hoteleras más grandes del mundo. Era multimillonario y tenía todo lo que quisiera.¿Pero de qué sirve tener tanto dinero cuando no lo puedes gastar con nadie?Era un hombre muy solitario. Solo tenía a mi prima Alice y a mis tíos como familiares más cercanos y la relación que teníamos no era muy estrecha, yo me cerraba en mi mundo y no dejaba que nadie ingresara.Era imposible sobrepasar mi coraza.Mis padres fallecieron cuando el crucero en el que viajaban se hundió sin dar oportunidad a que se salvaran. Es por eso que yo con tan solo veintidós años tuve que hacerme cargo de la empresa familiar. Si bien no era tan joven —al menos ya había cumplido la mayoría de la edad— tuve que aprender todo el manejo rápidamente. Por suerte tenía a mi mano derecha y única amiga, Sue. Fue ella quien me ayudo a m
NARRA EMERSONHoy hacía exactamente seis años que habían fallecido mis padres. Su vacío se sentía en toda la casa y en todos los lugares en los que frecuentábamos.Ellos eran mi vida, los que me enseñaron como ser una buena persona y nunca sobrepasar a los demás por el puesto categórico que tenía nuestra pequeña gran familia —solo hablando económicamente, claro—. Es evidente que su enseñanza no la ponía en práctica, desde que partieron yo no hice otra cosa que denigrar a los otros, pero eso era lo que me salía, no podía tratar bien a nadie, estaba enojado con todos y odiaba a la vida por haberme quitado lo que más quería.—Emerson, no saliste de tu despacho en todo el día. Hoy es domingo —La suave, pero recriminadora voz de Verónica, me regañó.Ella era la única persona que conocía al Emerson real. Al que fui cuando mis padres aun vivían y no tuve que enfrentar todas las desgracias que luego me pasaron. Verónica fue la persona que me crio junto a mi madre y mi padre, así que para mí e
Narra Berenice:—Secretaría presidencial de la Corporación Harker. ¿En qué le puedo ayudar? —Pregunté educadamente a través del teléfono.—Pásame con Emerson —dijo una voz chillona en tono demandante.—Lo lamento, pero el señor Harker está en una reunión importante, será imposible que pueda atenderla.—¿Sabes con quien estás hablando? —contestó con tono enojado.Una más del montón, pensé.—Discúlpeme, pero… no lo sé —dije girando mis ojos y envolviendo el cable del teléfono entre mis dedos.—Soy Nereida Esposito, así que mejor que me atienda —demandó.—Lo lamento, pero eso no va a poder ser. Si quiere puede dejarme un mensaje y yo se lo comunico o pedir cita para hablar con él.—Yo no necesito sacar citas, buena para nada —volvió a decir enfadada y colgó.¡Qué carácter!Estaba acostumbrada a atender a estas mujeres, si es que se las podía llamar así. Emerson Harker también tenía fama de mujeriego. Pero solo eran mujeres de turno, nunca se le conoció ninguna pareja estable, solo conqui
Narra Emerson:Odiaba que mis empleados estén en otro lugar que no sea el suyo, es por eso que se lo hice saber a Stanley.Estaba hace más de una hora en mi oficina sin hacer algo en especial, y no era porque no tenía trabajo que hacer, sino porque solo mi mente no lograba concentrarse. La discusión que tuve ayer con Farrah me daba vueltas en la cabeza, quizás había sido injusto con ella, pero no me salía ser de otra forma. También reconocía que ella era muy importante en mi vida, desde que éramos pequeños la consideraba como la hermana que nunca tuve. Pero desde que decidí cambiar, los rastros del Emerson que fui desaparecieron.Unos gritos hicieron que alejara los pensamientos de mi cabeza y fijé mi mirada hacia donde provenía el barullo. Me paré y fui directo hacia la puerta para ver que sucedía, pero la voz de mi secretaria hizo que me quedara con el picaporte en la mano sin abrir la puerta.—¿Quién te crees que eres? Soy Nereida Esposito y nadie me prohíbe nada —dijo elevando el
NARRA BERENICERepacemos: Primero, me ayuda a juntar las cosas que se cayeron al suelo. Segundo, se disculpa. Tercero, me da la mañana libre de mañana y cuarto, se despide con un “hasta luego”.No sé qué será lo que pase por su cabeza, pero si quiere empezar a cambiar me alegro por él.Fui rápidamente hacia el maternal de Dante para recogerlo. Al parecer llegue un poco más temprano porque no había nadie afuera. Me senté a esperar en un banquito que había en el lugar y me puse a pensar como había cambiado mi vida en estos últimos tres años.Cuando me mudé a Chicago, los primeros días fueron un infierno. Cuando recibí una de las peores noticias de mi vida, decidí dejar todo atrás y mudarme junto a mi hermana. No tenía el valor suficiente para seguir viviendo en Forks, y mucho menos vivir con el recuerdo presente de las personas que mas amé y que ya no estaban conmigo.Había puesto en riesgo tanto mi salud como la de Dante. Estuve tan shockeada en ese momento, que no tomé consciencia en
NARRA EMERSONCuando llegué a mi casa sentí una sensación de libertad. No entendía bien que me pasaba hoy, ni tampoco quería descubrirlo por el bien de mi salud mental.Me metí a la ducha y estuve bajo el agua caliente por bastante tiempo.¿Estarían mis padres orgullosos por el que era hoy en día? La respuesta era fácil: estarían desilusionados. Ellos me habían enseñado muchísimas cosas y yo las dejé de lado. Actualmente, hacía todo al revés. Pero no podía ser de otra forma; todo el tiempo los recordaba y esforzaba mi mente para no olvidar ningún momento vivido junto a ellos. Me aferraba a lo único que me quedaba de ellos, el recuerdo.Salí del baño más confuso que antes. Me cambié y me fui hasta la cocina donde seguro estaría Veronica.—Qué guapo estas mi niño —halagó Veronica, una vez que llegué junto a ella—. ¿Sales hoy?—Sí, junto a James —respondí sirviéndome un vaso de jugo.Escuché un bufido detrás de mí.—No me gusta ese muchacho —dijo mi nana.—Solo vamos a salir —contesté re