Hombres De Manhattan #1 Once años han pasado desde que la viera por última vez. Hoy en día, Mark Sanders es un hombre exitoso. Casi nada quedó del chico gordo y torpe que una vez fue en su adolescencia. Ahora, siendo un afamado y adinerado ejecutivo y magnate inmobiliario, y con amigos poderosos, podría tener a la mujer que quisiera con el chasquear de sus dedos. Sólo hay un problema: ninguna de esas mujeres es Olivia. Ninguna de ellas ha podido hacerle olvidar su amor por la mujer que le hirió tan profundamente en el pasado, ni siquiera su exprometida. Así que, desesperado por sus problemas emocionales e impulsado por su hermano, Mark decide ir una noche al bar de la esquina en busca de alguna mujer que le haga olvidar sus penas. Sólo que la mujer que encuentra ahí, hace precisamente lo contrario. ¿Quién será esta chica que se encargará de poner su mundo de cabeza?
Leer másLa siguiente entrega de la serie Volverlo A Intentar. ALEX. Sé testigo de cómo Alex Hardy pierde la cabeza con una tierna y muy inocente mujer. ¿Quién diría que el destino de Alex Hardy, se encontraba en una isla desierta del Atlántico? Pero lo descubriría de la manera más increíble, al meterse en los asuntos turbios de Diego Gómez para luego despertar en una remota isla en el medio de la nada, y con una desconocida de aspecto angelical sobre él, mirándolo con extrema curiosidad. Por supuesto, no se trataba de ningún ángel celestial ni nada por el estilo, sino del mismísimo demonio. Por lo que pronto descubriría que tener a Abigail ward a su lado, era sinónimo de peligro con letras mayúsculas.
― ¡Olivia! ― ¡¿Qué?! ― ¿Has visto a Faith? ― ¡Te dije que estuvieras pendiente de ella, Richard Marcus Sanders! ¡Estoy cambiando a Joy! ― ¡Estaba ocupado! ¿Bien? ― ¡Si! ―Prosiguió ella sabiendo que no lo había estado― ¡Candy Crush de seguro ocupó todo de tu tiempo! No pude evitar la mueca de fastidio que mi boca hizo. Tenía una nueva adicción y se trataba de ese estúpido juego, y claro, Olivia lo había descubierto, y ahora cada vez que me distraía con ello o perdía a alguna de las niñas ―o a las dos― ella decía siempre lo mismo: ¡Suelta el teléfono y encuentra a las niñas! Fui habitación por habitación, evitando la de las gemelas, porque ahí se encontraba mi mujer, hasta que un ruido proveniente de la nuestra llamó mi atención. Me asomé silenciosamente a ver con qué me encontraba, pero increíblemente, no había nadie. Me volteé para irme, cuand
―Todavía sigo sin comprender la razón de tu insistencia para traerme a tu asistente conmigo, Mark.―Porque tu asistente está enfermo y la mía no conoce México, Kristos. Por eso.―Sabes que me puedo defender solo en estos asuntos, tu asistente lo único que puede hacer es entorpecer las relaciones de Be productive con esa agencia de viajes.Lo miré molesto por unos instantes.
"Estamos saliendo de la reunión, todo salió perfecto, ¿Quieres venir con nosotros a celebrar?" "Tal vez para la próxima, estoy algo ocupado" "Sigues molesto conmigo?" "Que disfruten" No pude evitar la mueca que se me formó en la cara ante su respuesta. Al parecer si seguía molesto conmigo, y con mucha razón. ― ¿Lo esperamos o no viene? Volteé a ver a Eli, quien estaba a mi lado derecho. Nos encontrábamos de camino a uno de los restaurantes de sushi más exclusivos de la ciudad. Celebraríamos que, a lo ejecutivos deAdidas, les había encantado la presentación. ―No viene―Respondí guardando el teléfono en el bolso. ― ¿Sigue molesto contigo? ―Preguntó Alex desde el asiento delantero de la camioneta. ―No es que quiera hablar contigo―dijo Eli al amigo de Mark― Pero, ¿Por qué está molesto con ella? ¿Acaso no hay una regla que imp
― ¿Y no te has sentido mal?―Ya te dije que no, Mark...―Sé que torciste los ojos―Comentó molesto―No lo hagas, yo solo quiero saber cómo estás.Cubrí el teléfono con la mano y fue cuando pude reírme como quería.―Mi vida―Dije intentando sonar seria―Estoy bien, los bebés están bien, lo único que queremos es que regreses pronto.―No me gusta estar lejos de ustedes―Murmuró con voz apagada.Mi corazón se estrujó en mi pecho al pensarlo tan solo.―Esperemos que pronto puedas regresar―Dije en el mismo tono de voz.El lunes mientras desayunábamos, había recibido una llamada.Su cocinero, el cual unos meses atrás había intentado suicidarse inhalando gas directamente de la estufa, había muerto producto de un paro respiratorio.Él tuvo que deja
―Deja de verlo así―Murmuró Olivia, golpeándome en el hombro.Nos encontrábamos en la consulta del doctorcito y amigo de Olivia.Ella, acostada en la camilla y vistiendo con la respectiva bata azul que le suelen dar a los pacientes, mi lanzaba dagas con los ojos cada vez que yo miraba con odio al doctor que caminaba de un lado al otro mientras daba algunas explicaciones por su teléfono.Tal vez no estaba siendo muy sutil con la idea de que otro hombre estuviese a punto de ver sus partes íntimas.Tomé su mano y la llevé a mi boca, besándole cada uno de sus dedos y deteniéndome en el que llevaba mi anillo de plástico.Uno de estos días sería de oro, o de plata, como ella deseara, y significaría solo una cosa:Matrimonio.―Mark, te estoy hablando.Fijé la vista en mi mujer y caí en cuenta de que había estado so&nti
― ¡¿Qué?! ―Exclamé en shock.Miré fijamente a Gabriel, mi ginecólogo desde que había llegado de España unos años atrás, en estado de shock.―Que estás embarazada, Olivia―Respondió sonriente―Felicidades...― ¡Es imposible que esté embarazada! ―Expuse tapándome la cara con las manos―Tú mismo me colocaste el DIU ¿Cómo puede ser que haya quedado embarazada con eso
Después de nuestro pequeño altercado, en el cual Olivia de manera divertida―Para ella―Me dijo que me abandonaba, las cosas fueron excelente.El único exabrupto que tuvimos desde entonces, fue cuando se enteró que me había operado de la vista unos años atrás.Me había mandado al infierno, cuando supo que lo había hecho para agradar a Jessica al comienzo de nuestra relación, ya que esta había dicho que no podía ver mis ojos a través de ellos.
― ¿Con quién hablabas? ―Le pregunté a Alex cuando colgó.―Hombre, pero si te has dado cuenta de que estoy aquí...―Saber e ignorar son dos cosas distintas... ¿Con quién hablabas?―Con Pierre―Respondió suspirando―Él está con Olivia.― ¿Y está bien? ―Cuestioné moviéndome incómodo en la silla.Dios, como la había cagado.Seguía sin creer mí absurdo de aquella pelea.No tenía ningún derecho de sentirme como lo hacía, cuando ella que se había llevado la peor parte, estaba dispuesta a sonreír y a ser feliz. Y yo ahora estaba aterrado ante la idea de que ella me dejara por mi estupidez.Dios… Había estado tan investido en mi propia conmiseración, que no me había detenido ni por un segundo a preguntarle por su carita amoratada.―Me dijo