Atenea, una joven de belleza cautivadora, exhibe un rostro inocente que podría confundirse con el de un ángel; sin embargo, no te dejes engañar, ya que tras esa apariencia se oculta el mismísimo diablo en un cuerpo pequeño. Acepta la propuesta de matrimonio de Valentino Rizzo, un empresario de corazón gélido, con la obligación de salvar la casi en bancarrota fábrica de su padre. Cuando la joven rusa pisa suelo italiano, se encuentra de frente con la amante de su futuro esposo. Uno podría pensar que la frágil chica lloraría por el futuro con un prometido que tiene a otra mujer, pero... —¿Eres la mujer de mi prometido, dices? —se quita los lentes de sol, esbozando una gentil sonrisa en sus labios —. Gusto en conocerte, soy Atenea Volkova, la futura esposa de tu hombre. Perdón... nuestro hombre. En contraste, un esposo de corazón frío y firme, que constantemente le manifiesta su desprecio y frente a ella destaca su amor por su amante, queda sorprendido al descubrir un pequeño detalle que lo vincula a él y a su diminuta esposa. El amor surge, se desarrolla, se reproduce, pero en algún momento debe extinguirse, ya que Atenea Volkova no está dispuesta a entregar su corazón a ningún hombre, pues fue una promesa realizada de rodillas frente a una tumba, donde su frágil corazón quedó sepultado de por vida. ¿Podrá surgir un amor verdadero entre un corazón de hielo y otro agrietado y cerrado a los sentimientos del amor?.
Leer más***[...] Los nervios eran sus fieles compañeros en ese instante. Una tras otra, las chicas emergían de la majestuosa mansión, portando hermosos ramos en sus manos y luciendo vestidos de novia que abrazaban sus figuras con gracia.Eran casi como imágenes sacadas de un cuento de hadas. Las telas bla
—¿Y los escoltas? —ella pregunta, tomando la caja.—Les dimos nuestros mejores servicios, como lo ordenó —responde el hombre.—Bien, gracias —dice —. Puede retirarse.—¿Qué es eso, Cayetana? —preguntó Loraine, curiosa— ¿Y qué espectáculo nos espera?.—No se preocupen, chicas —nos sonrió a todas, y l
Las cinco salimos del apartamento acompañadas por dos escoltas. No nos engañemos, nuestros prometidos pusieron hombres para que nos vigilaran mientras ellos no están. ¿Quién creería que aceptaron irse de viaje durante un día dejándonos solas? Es obvio que lo hicieron, pero con un ojo puesto en nosot
POV ATENEAMe desespero. Ha pasado una hora m*****a desde que Cayetana entró al baño. Si seguimos así, nuestra despedida de soltera será solo esperando a que ella termine de arreglarse el trasero.Layla ya está lista. Se encuentra frente al espejo de la cómoda de Cayetana, retocando el labial y el r
—Tan tierna y pervertida al mismo tiempo —le dijo él, enderezándose en la cama—. Me gusta.Ella se ruborizó, deseando poder esconderse en algún lugar de la tierra. Le resultaba vergonzoso haber perdido el control y casi haberlo ahogado entre sus piernas mientras perseguía el orgasmo.—No me mires as
***Llegaron al apartamento a trompicones, entre besos apasionados y suspiros entrecortados. Holly se aferró a sus labios mientras él los recibía con avidez, saboreando su suavidad adictiva. El hombre se relajó al sentir su cercanía, devorándola contra la puerta, explorando su boca con la suya. Ahor
***Un incómodo silencio los envolvía mientras se encontraban sentados uno frente al otro bajo el frondoso árbol del jardín principal. Holly lo miraba fijamente, mientras él apenas podía sostener su mirada. No quería perderse en esos bellos ojos de nuevo, solo para que luego ella se marchara y le de
—¿Tienen planes de casarse? —preguntó Dimitri.—Ella quiere, ¿por qué no? —respondió Lenox encogiéndose de hombros—. El embarazo adelantó las cosas, así que es mejor casarnos.—Parece que ustedes, jóvenes, tienen las mismas malas mañas—comentó Clodan, el padre de Atenea, y el padre de Layla, uniéndo
[...] —¿Estás lista? —Valentino preguntó desde atrás, rodeando la cintura de Atenea mientras ella tenía los ojos vendados.—Sí, estoy lista —respondió emocionada—. Date prisa, estoy nerviosa.—Bien, ya puedes ver —le quitó la venda, revelando ante ella una escena que la dejó sin aliento.—¡Sorpresa