Así, Valentino se retiró escaleras arriba, lanzándole una mirada dura a Atenea antes de desaparecer de su vista. Una vez que ambos se habían ido, Layla dejó su teléfono y se puso de pie, dirigiéndose hacia su amiga. La tomó del brazo con fuerza y la miró a los ojos.—Nos vamos de esta m****a —dijo s
—Solo yo sé lo que hago —respondió ella calmadamente, mientras el hombre continuaba con su trabajo—. Quiero que se llene de rabia, que vea a otro hombre tocar el cuerpo de su futura esposa, y no por celos, sino por orgullo. Mi intención es golpear directamente su ego. Que se dé cuenta de que nada de
Las zancadas largas de Valentino, quien estaba hecho una furia, se dirigieron hacia la piscina donde Atenea tomaba el sol con su amiga. Al llegar, él presenciaba a un hombre masajeando deliberadamente el cuerpo de su prometida, quien seguía con la cabeza apoyada en la tumbona, recibiendo el sol y el
—¿No fue de mucha importancia? Este tipo no hace más que lanzarte insultos —intervino Layla —. Señor Clodan, con todo el respeto que se merece, no me parece adecuado el comportamiento tan déspota y grosero de su hijo Valentino. Solo provoca escándalos innecesarios por esa mujer.—¿Qué significa esto
Valentino condujo a Lirio a su habitación, donde la hizo sentarse en el sofá y la ayudó a secarse. Sin embargo, su mente estaba lejos, consternado por la joven rebelde que se atrevió a levantarle la mano. Experimentaba una mezcla de rabia y desconcierto hacia ella, su profundo odio creciendo por su
—Padre, ya puse mis condiciones; solo deben cumplirlas, y yo haré lo mismo —respondió él fríamente—. ¿No eres consciente de que la mujer que quiero es a Lirio? No puedes obligarme a querer a otra mujer.—Esto no se trata de sentimientos, Valentino, se trata de que le des su lugar en esta mansión. El
Lirio Moretti reflexionaba mientras se dirigía a casa en taxi. Había hecho todo lo posible por mantenerse al lado de Valentino, esforzándose por no resultar una molestia. Sin embargo, desde ayer, notó un comportamiento extraño que no lograba descifrar. Todo comenzó con la llegada de Atenea. En la me
***Atenea se observó en el espejo de su habitación con una sonrisa. Vestía un short de jeans corto que mostraba sus muslos, un top rojo sin mangas que dejaba al descubierto su abdomen y delicados hombros, e iluminaba sutilmente el área de su escote. Su cabello caía sobre sus hombros, y descalza en