Lirio Moretti reflexionaba mientras se dirigía a casa en taxi. Había hecho todo lo posible por mantenerse al lado de Valentino, esforzándose por no resultar una molestia. Sin embargo, desde ayer, notó un comportamiento extraño que no lograba descifrar. Todo comenzó con la llegada de Atenea. En la me
***Atenea se observó en el espejo de su habitación con una sonrisa. Vestía un short de jeans corto que mostraba sus muslos, un top rojo sin mangas que dejaba al descubierto su abdomen y delicados hombros, e iluminaba sutilmente el área de su escote. Su cabello caía sobre sus hombros, y descalza en
—Vete —respondió él secamente, esta vez mirándola con desdén—. No permito que nadie entre a este lugar, así que sal ahora mismo.—Seré tu esposa después de todo —replicó Atenea—. También tengo derecho a conocer este lado tuyo.—No seas ridícula y vete. No quiero verte, y lleva contigo esa bebida. No
Valentino realizó algunos retoques en su cuadro, aunque aún tenía mucho trabajo pendiente. Su meticulosidad y dedicación a cada detalle de sus obras reflejaban su profundo amor por la pintura y el arte. En sus momentos libres, se liberaba del estrés pintando cuadros, llevando su imaginación al máxim
—Esa m*****a boca tuya te llevará a la perdición —apretó sus dedos más fuerte alrededor de su brazo—. Eso es lo que tú dices para proteger tu orgullo con un escudo de dignidad, pero tus intenciones son claras.—Que tú no estés preparado para tanto no es mi problema, ya que te conformas con tan poco
Lirio permanecía en su habitación, deambulando de un lado a otro mientras mordisqueaba la punta de su afilada uña del pulgar, la cual estaba al borde de sangrar debido a las numerosas veces que la había masticado por la ansiedad, la preocupación y el estrés.Echa un vistazo nuevamente al papel sobre
—No seas exagerada, hasta yo quiero contigo, solo que no estás a la altura de mis altos estándares —su amiga la fulminó con la mirada.—Eres una m*****a —le arrojó una tanga a la cara, y ambas rieron.Terminaron sus compras en la tienda de moda más exclusiva de la ciudad. Con solo dos días antes de
Valentino deseó hablar, contradecirla y ordenarle que no saliera, pues no soportaba que celebrara algo falso, un matrimonio que no era auténtico. Sin embargo, se contuvo. Apretó los dientes, sin apartar su mirada gélida, mientras ella mantenía el contacto visual con una sonrisa tranquila y aparentem