—¿Matrimonio? ¿Casarme? —repite Valentino con incredulidad ante las palabras de su padre—. No hagas ese tipo de bromas, no es gracioso.Su padre suspira, pellizcando con impaciencia el puente de su nariz. Luego, mira a su hijo, quien mantiene el ceño fruncido, esperando su respuesta.—No es broma —a
Atenea suspiró aburrida ante las recomendaciones de sus padres mientras la despedían en el aeropuerto. Le recordaron la importancia de ser educada, evitar la grosería y mantener la compostura propia de una Volkova.—Ate —su hermana se acercó disimuladamente para susurrarle algo al oído —metí todos t
—Definitivamente nos vamos a largar de regreso, Atenea —su amiga la mira mientras los hombres colocan el equipaje en la habitación— ¿Quieres seguir con esto? Mira a esa mujer de hace un momento, ¿Es su mujer? Por el amor de Dios.—Vamos, Layla, me duele la cabeza —se queja haciendo una mueca— ¿Qué m
***Han transcurrido varios días desde que Atenea y Valentino se conocieron. Aunque los preparativos de la boda están en marcha, los novios apenas se cruzan. Mientras Valentino se sumerge en el trabajo en la fábrica y ocasionalmente visita a Lirio en su apartamento, Atenea intenta adaptarse a su nue
A la mañana siguiente, Atenea, hastiada de la rutina monótona en la mansión donde pasaba la mayoría del tiempo sola, decidió invitar a su amiga para compartir un refresco en la sala y conversar.Mientras Layla estaba absorta en su teléfono, deslizando el dedo por la pantalla, Atenea se dedicaba a li
Así, Valentino se retiró escaleras arriba, lanzándole una mirada dura a Atenea antes de desaparecer de su vista. Una vez que ambos se habían ido, Layla dejó su teléfono y se puso de pie, dirigiéndose hacia su amiga. La tomó del brazo con fuerza y la miró a los ojos.—Nos vamos de esta m****a —dijo s
—Solo yo sé lo que hago —respondió ella calmadamente, mientras el hombre continuaba con su trabajo—. Quiero que se llene de rabia, que vea a otro hombre tocar el cuerpo de su futura esposa, y no por celos, sino por orgullo. Mi intención es golpear directamente su ego. Que se dé cuenta de que nada de
Las zancadas largas de Valentino, quien estaba hecho una furia, se dirigieron hacia la piscina donde Atenea tomaba el sol con su amiga. Al llegar, él presenciaba a un hombre masajeando deliberadamente el cuerpo de su prometida, quien seguía con la cabeza apoyada en la tumbona, recibiendo el sol y el