Mañanero

El sonido del agua cayendo contra los azulejos llenaba la habitación, creando un eco suave y constante. Maximiliano estaba bajo la ducha, dejando que el agua tibia recorriera cada músculo de su cuerpo. El vapor comenzaba a empañar el espejo y la puerta de vidrio, envolviendo la escena en un aire denso y cálido.

Se pasó una mano por el rostro, sintiendo la humedad deslizarse por su piel. Había despertado temprano, pero no quiso moverse demasiado para no despertarla. La noche anterior aún estaba muy presente en su mente y en su cuerpo.

Cuando giró ligeramente la cabeza, una sombra llamó su atención.

Ariadna estaba de pie en la puerta del baño, desnuda, sus ojos fijos en él, con la respiración contenida.

No apartó la mirada.

Sus pupilas se dilataron un poco, como si estuviera atrapada en el momento, incapaz de hacer otra cosa más que observar.

Maximiliano sonrió de lado, dejando que el agua siguiera resbalando por su cuerpo, sus manos yendo de un lado a otro con cierta insinuación.
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