Helena, una joven hermosa, recién graduada de ingeniero agrónomo y quien además desempeña el cargo de Directora en el gran consorcio al cual pertenece la Hacienda La Montanera, acepta casarse con su propietario Don Juan Montero. Él ha sido desahuciado por los médicos y ella para obtener los recursos económicos que requiere su padre para un trasplante y con ello prolongar su vida, además de complacer a su jefe en la realización de su último sueño, acepta esta propuesta. A la muerte de don Juan, éste obliga a Thomas y a Helena a cumplir unas condiciones testamentarias para poder disfrutar de la herencia, pues los dos son sus herederos universales, ella como su viuda y él como su hijo. Sin embargo, a pesar de haberse sentido los dos atraídos desde el primer momento que se vieron, entre ellos, hay mucha desconfianza y celos, por lo que surgen las dudas sobre si heredaran o no la inmensa fortuna dejada por Don Juan: ¿Cumplirán las condiciones establecidas en el testamento? ¿Es que acaso don Juan sabía que los sentimientos reales entre ellos eran de amor y no de odio? ¿Cómo podrán disfrutar de su amor, si ante todos los demás, son la viuda y el hijo de Don Juan Montero?
Leer másCon el apoyo de Thomas y su padrino, Helena trae al mundo a su hermosa y preciosa niña, a quien llamaron: María Luisa, por los nombres de sus respectivas madres. En este, segundo parto, todo fue más fácil, los dos asistieron a los cursos profilácticos. En estos, les enseñaron todos los aspectos básicos del embarazo, parto y posparto, por lo que la niña nació sin ningún contratiempo. Thomas estaba nuevamente orgulloso, de la belleza de hija que Helena le había regalado… —¡Mi amor, que trabajo tan perfecto! Mi hija es ¡preciosa! Idéntica a ti —afirmó Thomas orgulloso, acercándose con la niña a Helena, para que ella la observara y poniéndosela entre sus brazos. —¡Es que fue hecha con mucho amor, recuerda que la hicimos, en nuestra luna de miel! —respondió Helena, con un suave susurro, una amplia sonrisa y una mirada cómplice. —¡Te amo, Helena! —confesó amorosamente Thomas. —¡Y yo a ti, mi amor! —respondió ella. —¿Cómo te sientes, mi vida? —preguntó él embobado con sus dos mujere
Al llegar a la hacienda, Thomas pidió a los padres de Helena se quedaran a vivir con ellos, que le encantaría su hijo tenga muy cerca a toda su familia. Estos emocionados, al tener la posibilidad de compartir tan de cerca con su nieto, de inmediato aceptaron la propuesta que les hizo. —Thomas, yo preferiría mudarme a la casa de huéspedes, porque si no me dejas hacer algo me voy a sentir mal, prefiero tener mi propia cocina —agregó María Inés— ese es mi hobby, cocinar, inventar nuevas recetas. —Si mami… como quieras, lo importante es que mi hijo te tenga aquí cerca, al igual que a Jorge. Es lo que más deseo —contestó Thomas, sonriendo de oreja a oreja. —Pues, aquí nos tendrás Thomas —declaró Jorge, feliz de poder disfrutar a su nieto. El de inmediato dio la orden para que limpiaran y acondicionaran la casa de huéspedes e igualmente, asignó a uno de los chóferes de la hacienda, para que le conduzca a ellos. Al tercer día, de haber regresado del viaje de luna de miel y con apenas
Seguidamente, Thomas poniendo el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Helena, se la comió a besos, literalmente hablando. El levantándola del suelo, dando vueltas con ella en sus brazos, le dijo: —Tienes una semana para organizar la boda, no quiero esperar más, nos casaremos por todas las leyes y ritos, no quiero que te escapes bajo ninguno concepto —ordenó Thomas amorosamente. —Creo que sería capaz, a estas alturas de mi vida, de prepararla en un día, lo demás no me interesa, solo estar unida a ti, para siempre, es lo único importante para mí —respondió Helena mordiendo suavemente el labio inferior de Thomas. —Entonces, hazlo… mi pequeña reina, no quiero que alguien se acerque a ti o a mí, con otra intención que no sea, una amistad. Porque mi corazón es totalmente tuyo —le dijo él, tomándole su rostro por el mentón y dándole un apasionado beso, que le hizo flaquear sus piernas. —Y el mío tuyo. Thomas, desde que llegué aquí y vi tu oficina cerca de la mía, me dije «aq
Thomas se levantó del sillón, llevó a su hijo hasta la cuna donde lo acostó a dormir, saliendo de la habitación, despidiéndose de Helena con un simple gesto de su mano, con lo cual la dejó asombrada, como si fueran dos amigos y nada más… «Esto es alarmante, debo realmente hacer algo, para que Thomas se interese en mí nuevamente», reflexionó ella, preocupada y decepcionada por su actitud. Ella no quería perderlo ni dejar a su hijo sin su padre, solo por caprichos o erradas decisiones de las cuales hoy se arrepiente. Así que dispuesta a recuperarlo, pensó que la fecha especial para tirar toda la carrocería sobre él, era el día del bautizo del bebé. Esa noche, ella se acercó a Thomas después de la cena y le preguntó por el certificado de nacimiento del bebé, porque haría los trámites para presentarlo y poderlo bautizar. —Thomas ¿Presentaste al bebé? —No, el día que lo fui a hacer había un error, porque te registraron en la clínica como la viuda de Juan Montero, pero dejé encargado
Ese mismo mediodía, Helena llegó a la hacienda, desesperada por ver y tener a su hijo. Thomas, la ayudó a caminar, ya que ella se resistió a que él la llevara en brazos, siendo escoltados por Miguel y Elizabeth, quienes venían detrás de ellos. Ella fue recibida por sus padres, quienes estaban ahí en la hacienda, invitados por Thomas, para que ella no se sintiera sola. Además había contratado una nana para su hijo, la esposa de Samuel. El personal del servicio doméstico, como los chóferes y guardaespaldas, también se habían reunido para recibir a la señora. Ella sintiéndose agradecidas con todos, los fue saludando a todos, antes de subir a su recámara. Thomas había hecho modificaciones en las habitaciones, para acondicionarlas a los nuevos requerimientos de Helena. Ella a pesar de la decepción que sufrió cuando al llegar a la habitación en la clínica y él no estuvo presente, venía dispuesta a resolver su situación. Helena se sintió feliz al tener a su hijo en sus brazos, dándole las
Por fin, en la Clínica Thomas contento y emocionado llamó a Miguel y le pidió que informara a Elizabeth, así como al resto de las amigas de Helena, que ya están en la dulce espera del bebé. No obstante, el proceso de parto apenas iba iniciando. No es sino hasta el crepúsculo del día siguiente, cuando Helena por fin trae a su hijo al mundo, tomada de la mano de Thomas, quien en ningún momento se separó de ella y contando además con la presencia de su padrino, que fue el médico que se encargó de su proceso de parto. —¡Mi amor, gracias! ¡Mira, es hermoso nuestro bebé! —declaró Thomas feliz y totalmente dichoso, acercándose a Helena con el bebé en sus brazos y dándole un beso en los labios. —Sí, se parece mucho a ti —dijo ella sonriendo, pero demasiado débil. El bebé estaba sano y salvo, además de ser muy hermoso, una combinación perfecta entre los rasgos físicos de Thomas y los de ella. Para el mismo personal de la clínica resultó una agradable sorpresa ver a un niño tan bello. No
Al despertar Thomas, se levantó, se duchó y salió de la habitación para tomar carretera. Pero, es detenido por la mamá de Helena, para que esperara, mientras termina de hacer el almuerzo, pues no lo dejará viajar así, sin alimentarse y habiendo ingerido licor toda la noche. El recorriendo el apartamento con su mirada, buscó a Helena, pero observó que ella no se encontraba, al preguntarle a María Inés, esta le respondió que había salido con sus amigas y Samuel a comprar algunas cosas que necesitaba. Obviamente, Thomas al sentir como ella lo ignoró, entró a la habitación, donde durmió Miguel, encontrándolo despierto y listo para salir: —¡Me voy! Al parecer, nos dejaron solo con la mamá de Helena, por favor, entretenla mientras salgo —comentó Thomas con una mirada atónita, que causó tristeza en su amigo. —Pero… espera Thomas, de repente no se tarden, vamos a esperar unos minutos, de repente ya están de regreso —agregó Miguel. —¡Tranquilo! De verás quiero irme, prefiero no importunar
—¡Por favor, Thomas! ¡Déjame! Ya decidí… el día que me mudé con mis padres, de la hacienda nuevamente al chalet, ese día, di por concluida toda relación contigo —respondió ella a media voz y con una mirada apagada, que Thomas no entendía. —Pero... Helena, entiéndeme, necesito una explicación, quiero saber… ¿Por qué?... No te creo, que sea por el caso de Roxana porque eso ya se aclaró. »Ella me quiso enlodar por desquitarse, por preferirte a ti… ¿Entonces? Explícame… y te juro que me voy y no te molestó más nunca —dijo él, con una mirada altiva. Estas palabras y la forma como las dijo, fueron la gota que rebasó el vaso, ella estaba ya al límite, de aguantar las supuestas infidelidades de Thomas, no estaba dispuesta a continuar con esta situación un día más. Por eso, le mantuvo nuevamente a Thomas en su cara, que su hijo, no era de él. —Entonces dime de ¿Quién es? —preguntó Thomas, a grito, esta vez enfurecido y tomándola por los brazos fuertemente, sin importarle que lo escuchara S
Dos semanas después… Helena siguió en el apartamento y desde ahí, esta atendiendo su trabajo, especialmente el de las exportaciones en contacto con Nancy su secretaria y Marcia la secretaria de Thomas. Sus padres hablan con ella a diario y se extrañan de esta conducta de ella. Su hija ha cambiado mucho, dejó de ser aquella joven, cariñosa, valiente quien decía las verdades a quien sea, en su cara, para convertirse en esta mujer amargada, agresiva, desconfiada, como se percibe ahora, además de no ser franca y sincera con ellos. Sus padres sospechan que algo ha pasado con Thomas, esa ausencia prolongada de él, es un mal síntoma, de que entre ellos, las cosas no están bien. —¿Qué te pasa hija? —preguntó su madre muy preocupada. —Nada mamí, es solo que estoy harta, de que la mayoría de las personas piensen que soy una imbécil, que no tengo inteligencia y con cualquier mentira me pueden engañar. —¿Thomas, hija? —Si, entre otros —agregó ella muy dolida. —Pero no me parece justo que