Seguidamente, Thomas poniendo el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Helena, se la comió a besos, literalmente hablando. El levantándola del suelo, dando vueltas con ella en sus brazos, le dijo: —Tienes una semana para organizar la boda, no quiero esperar más, nos casaremos por todas las leyes y ritos, no quiero que te escapes bajo ninguno concepto —ordenó Thomas amorosamente. —Creo que sería capaz, a estas alturas de mi vida, de prepararla en un día, lo demás no me interesa, solo estar unida a ti, para siempre, es lo único importante para mí —respondió Helena mordiendo suavemente el labio inferior de Thomas. —Entonces, hazlo… mi pequeña reina, no quiero que alguien se acerque a ti o a mí, con otra intención que no sea, una amistad. Porque mi corazón es totalmente tuyo —le dijo él, tomándole su rostro por el mentón y dándole un apasionado beso, que le hizo flaquear sus piernas. —Y el mío tuyo. Thomas, desde que llegué aquí y vi tu oficina cerca de la mía, me dije «aq
Al llegar a la hacienda, Thomas pidió a los padres de Helena se quedaran a vivir con ellos, que le encantaría su hijo tenga muy cerca a toda su familia. Estos emocionados, al tener la posibilidad de compartir tan de cerca con su nieto, de inmediato aceptaron la propuesta que les hizo. —Thomas, yo preferiría mudarme a la casa de huéspedes, porque si no me dejas hacer algo me voy a sentir mal, prefiero tener mi propia cocina —agregó María Inés— ese es mi hobby, cocinar, inventar nuevas recetas. —Si mami… como quieras, lo importante es que mi hijo te tenga aquí cerca, al igual que a Jorge. Es lo que más deseo —contestó Thomas, sonriendo de oreja a oreja. —Pues, aquí nos tendrás Thomas —declaró Jorge, feliz de poder disfrutar a su nieto. El de inmediato dio la orden para que limpiaran y acondicionaran la casa de huéspedes e igualmente, asignó a uno de los chóferes de la hacienda, para que le conduzca a ellos. Al tercer día, de haber regresado del viaje de luna de miel y con apenas
Con el apoyo de Thomas y su padrino, Helena trae al mundo a su hermosa y preciosa niña, a quien llamaron: María Luisa, por los nombres de sus respectivas madres. En este, segundo parto, todo fue más fácil, los dos asistieron a los cursos profilácticos. En estos, les enseñaron todos los aspectos básicos del embarazo, parto y posparto, por lo que la niña nació sin ningún contratiempo. Thomas estaba nuevamente orgulloso, de la belleza de hija que Helena le había regalado… —¡Mi amor, que trabajo tan perfecto! Mi hija es ¡preciosa! Idéntica a ti —afirmó Thomas orgulloso, acercándose con la niña a Helena, para que ella la observara y poniéndosela entre sus brazos. —¡Es que fue hecha con mucho amor, recuerda que la hicimos, en nuestra luna de miel! —respondió Helena, con un suave susurro, una amplia sonrisa y una mirada cómplice. —¡Te amo, Helena! —confesó amorosamente Thomas. —¡Y yo a ti, mi amor! —respondió ella. —¿Cómo te sientes, mi vida? —preguntó él embobado con sus dos mujere
Don Juan Montero, multimillonario hacendado de la región de San Miguel en el estado Trujillo, llegó a su hacienda “La Montanera”, de sorpresa, se veía bien, recuperado, no parecía una persona que había sido desahuciado por la ciencia, hace un mes aproximadamente, quien a pesar de sus sesenta años, conserva mucho de sus atractivos, en época de juventud. Para, Helena España, su joven y hermosa Gerente General, de apenas veinticuatro años, fue una agradable sorpresa verlo ahí, de pie en el umbral de la puerta en su oficina, razón por la cual, sonriendo y con unas ganas inmensas de correr hacia él, se levantó de su asiento apenas lo vio, caminando a su encuentro. El haciendo lo mismo, hacia ella sonrió, la abrazó y le besó levemente los labios; beso éste que no fue rechazado por ella, pues sentía, mucho agradecimiento, cariño y hasta una especie de lastima, por él. —¿Cómo estás? Preguntó él, todo emocionado. —Estoy muy bien,
Helena totalmente sorprendida, tragando en seco, ante esta propuesta, lo miró fijamente y tomando la copa en su mano, bebió de un sorbo su contenido. El sonriendo ante esta reacción de ella, afirmó: —Tú me dijiste que no te gustaba el licor ¿Y eso qué fue? —preguntó con un tono de voz modulado y fluido. —¡Perdóname! Pero no lo pude evitar, me sorprendiste. —Ya me di cuenta ¿Qué me respondes? —Nuevamente con una voz cálida y susurrante. —Si lo estás haciendo para que te herede. Te estoy muy agradecida, pero, ya me has dado mucho, tu amistad, apoyo y un puesto de trabajo. Te lo agradezco de todo corazón —afirmó ella, aunque eso significaba perder la posibilidad de ayudar lo más pronto posible a su padre, pero no quería hipotecar su vida así. —Helena, tú sabes, cuáles son mis sentimientos hacia ti, antes de conocer esta situación, te los declaré. Te amo y deseo que seas mi mujer. »Pero, lo que más deseo, es vivir mis últimos d
Seguidamente, después de la cena todos se retiraron a la terraza, Miguel se acercó a Helena, quien dudando de sus intenciones, lo escuchó: —Me sorprendió éste compromiso —comentó con distante cordialidad. —¿Por qué? —preguntó ella, con una voz hostil. —Tú bien sabes ¡porque! Esto era algo que Thomas no esperaba —comentó incrédulo. —Y ¿qué era lo que él esperaba? —preguntó ella distante y fría. —¡Cualquier cosa! Menos esto, sobre todo, que tú te comprometieras con su padre —comentario que hizo, frunciendo el ceño. —Miguel… prefiero no me digas nada. Tu opinión es muy subjetiva y te entiendo, porque es tu mejor amigo. —Sé que has conocido, la otra cara de Thomas, la que absolutamente nadie conoce, porque como él me ha dicho, tu enciendes su instinto animal, pero ya debes saber lo que siente por ti —comentó el con un tono de voz muy bajo, casi susurrante. —Entonces… mejor no sigamos hablando, por favor —dijo ella, co
Al llegar el doctor Heriberto Dosanto a la mansión, consiguió muy mal a su amigo. Helena le hace un resumen de los acontecimientos de los últimos días, lo cual, llevó al médico a llamarle la atención por esto. El le había dicho que no debía esforzarse por nada, cosa que no cumplió y de ahí su estado de gravedad, aligerando el desenlace fatal. Después de felicitarla, le agradeció por haberlo llamado, el mismo llamó una ambulancia para trasladarlo a la Clínica, donde permaneció recluido por dos semanas, debatiéndose entre la vida y la muerte. Heriberto, asombrado por lo rápido que se desarrolló el desenlace fatal de su amigo, lo apoyó mucho. En tanto, Helena no abandonó en ningún momento la clínica, siempre estuvo a su lado. Para ella, lo importante era, que al abrir sus ojos siempre la viera su lado, pues eso era lo que más él deseaba y ella había aceptado este matrimonio solo para complacerlo y hacerle mas grato los últimos días de su existencia. Juan unos dí
Thomas, ciego del dolor y de la pena, no procesaba del todo lo que le decía el mejor amigo de su padre, sobre todo lo que tenía que ver con Helena. Esto ha sido un duro golpe para él, el doctor le ayudará a realizar los trámites, para su traslado. Mientras, Miguel sentándose a un lado de Helena, le preguntó: —¿Qué fue lo que pasó? —preguntó él, con una actitud muy cordial. —Tenía una enfermedad incurable y estaba en su fase terminal. —¿Tú lo sabias? —inquirió él, con una voz grave. —Si. Lo acompañé cuando le hicieron la cirugía y el médico nos dijo que ya no había remedio. »Aunque no me creas, le pedí muchas veces, al igual que su amigo Heriberto, que hablara con Thomas, pero nunca aceptó, porque no quería que él sufriera. —Te creo. Y tú ¿Cómo estas? —mostrando empatía con ella. —A pesar de todo, bien. Estuve con él todo el tiempo, nunca lo dejé solo, por eso, diga lo que diga tu amigo, yo me siento bien y