Veinticuatro

Aiden

Las mañanas empezaban a pesarme. Levantarme comenzaba a angustiarme. Ir a la escuela me resultaba asfixiante.

En las últimas dos semanas todo fue una completa basura. Mis días pasaban de ser grises a ser negros y mi estado emocional decaía poco a poco, como si estuviera cayendo en un pozo negro que no tenía salida. Me sentía solo, no tenía a nadie con quien hablar de mis problemas y a nadie que se preocupara por mí.

El día martes de la semana pasada tuve una evaluación de matemática y aunque no tenía el resultado frente a mis ojos tenía la seguridad de que me fue bien y eso hizo que no empezara el día con el pie izquierdo, pero todo se torció cuando escuché un par de susurros y risas cuando pasaba por los pasillos del instituto. Al principio no quise darle tanta importancia, pero después, la humillación empezó

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