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Capítulo 19 – El Juego de las Posesiones

Adrián

Su mirada desciende sobre mi mano apoyada en ella, y siento su rabia visceral, esa necesidad de verme desaparecer.

Debería encontrarlo insignificante. Este lobo no representa nada para mí. Pero… hay algo en su mirada. Algo que me molesta.

Un apego que no puedo ignorar.

Sasha da un paso atrás, liberando el espacio entre nosotros. Su mirada oscila de uno a otro, su corazón latiendo tan fuerte que puedo contar cada pulsación.

— Suficiente.

Una sola palabra, pronunciada con una autoridad nueva.

Dante y yo nos congelamos.

Ella nos observa, los labios apretados, como si estuviera luchando contra sus propios demonios.

— ¿Qué creen? ¿Que pelear una y otra vez cambiará algo?

Ella sacude la cabeza, la mirada oscurecida.

— Quieren poseerme, los dos, pero no soy un trofeo. Soy una loba. Elijo a dónde voy y con quién.

Debería estar molesto por su tono cortante, pero, por el contrario, una ola de deseo me abruma. Esa fuerza, ese orgullo salvaje… me vuelve loco.

Dante, en cambio, parece golpeado en el corazón. Traga saliva, su mirada titubea, pero no retrocede.

— ¿Y entonces? —susurra—. ¿Cuál es tu elección?

Ella lo mira un instante antes de desviar la mirada hacia mí.

Y siento esa vacilación.

La conozco.

Arde por mí. Puedo oírlo en su respiración, en la forma en que su cuerpo reacciona a cada uno de mis movimientos. Pero hay algo más.

Un apego a este lobo que se niega a abandonar.

Un silencio pesado se instala.

Luego, finalmente, habla.

— No puedo elegir ahora.

Dante aprieta los dientes.

— Es una forma de decir que planeas quedarte con él.

Ella cierra los ojos, como si intentara contener sus emociones.

— Necesito entender lo que siento. Sola.

Una risa fría escapa de mi garganta.

— ¿Sola?

Me acerco a ella, lentamente, envolviéndola con mi presencia.

— Nunca has estado sola, Sasha. Y nunca lo estarás.

Ella tiembla, sus labios se entreabren, y su mirada se aferra a la mía.

Dante retrocede un paso, dándose cuenta de que esta batalla aún no tiene un vencedor.

Pero la guerra, por su parte, no ha hecho más que comenzar.

Sasha

La noche ha caído desde hace tiempo, pero mi mente se niega a calmarse. He dejado a Adrián y a Dante, alejándome de esta guerra de miradas, de esta tensión que me consume.

El viento helado golpea mi rostro mientras atravieso el bosque, mis pasos ligeros sobre la alfombra de hojas muertas. Busco un lugar, un refugio donde pueda respirar sin sentir el peso de sus deseos sobre mi piel.

Pero incluso sola, no puedo escapar de lo que arde en mí.

Adrián… Es una sombra que se infiltra en cada rincón de mi ser, un murmullo cautivador que me llama sin cesar. Me perturba, me consume de una manera que no quiero entender.

Y Dante… Es el calor de un hogar que reconozco demasiado bien. Es esa mano extendida, esa mirada que siempre ha estado ahí, lista para protegerme.

Los quiero a los dos.

Y, sin embargo, sé que no puedo.

Un aullido atraviesa la noche, sacándome de mis pensamientos.

Me quedo inmóvil, todos mis sentidos alerta.

No es un grito ordinario. Es un llamado.

Un llamado a la lucha.

Sin pensar, corro, mi corazón retumbando en mi pecho.

Salgo a un claro donde varios lobos están reunidos. Miembros de mi manada, pero también otros rostros que no reconozco.

Dante está allí, su postura tensa, los colmillos ligeramente expuestos. Frente a él, Adrián, impasible, con los brazos cruzados, pero su aura es una tormenta lista para estallar.

— ¿Qué está pasando? —pregunto al avanzar.

Dante se vuelve hacia mí, su mirada ardiendo de una rabia contenida.

— Los vampiros están invadiendo nuestro territorio.

Me tenso.

— No puede ser una coincidencia.

Adrián sostiene mi mirada, luego avanza unos pasos.

— No es una coincidencia.

Su voz es tranquila, pero cortante.

— Alguien está tratando de empujarnos a la guerra.

Aprieto los puños.

Ya estamos al borde del abismo.

Y ahora, alguien está tratando de precipitarnos en él.

Dante

Ver a Sasha al lado de Adrián me hace hervir por dentro.

Ella ni siquiera se da cuenta, pero su cuerpo se gira ligeramente hacia él, como si una fuerza invisible la atrajera.

No puedo soportarlo.

Pero no es el momento de dejar que mis emociones tomen el control.

— ¿Dices que alguien quiere manipularnos? —le lanzo a Adrián, mi tono deliberadamente duro.

Él inclina la cabeza ligeramente.

— Digo que este ataque está demasiado bien calculado para ser una simple provocación.

Quiero rechazar su razonamiento.

Quiero creer que los vampiros simplemente están jugando con nosotros, como siempre lo han hecho.

Pero una parte de mí sabe que tiene razón.

Sasha vuelve la mirada hacia mí, buscando apoyo.

— Debemos tener la certeza, —dice.

No me gusta eso.

Pero no puedo ignorar esta guerra que nos rodea.

— Muy bien.

Agarro mi mochila, listo para salir de caza.

Adrián esboza una sonrisa de medio lado.

— Entonces, ¿vamos juntos?

Mi lobo gruñe dentro de mí.

¿Trabajar con este vampiro?

Preferiría morir.

Pero si ese es el precio a pagar para proteger a Sasha, entonces estoy dispuesto a todo.

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