Capítulo 1 - La noche de los depredadores
Sasha
La noche huele a ceniza y a sangre.
Avanzo por los callejones oscuros de la ciudad, con el olor a humedad pegado a mi piel. Mi corazón late con un ritmo frenético, no por miedo, sino por ira. Esta noche, mi padre quiso sellar mi destino con un anillo y una alianza que no me pertenece.
—Tienes que pensar en la manada, Sasha.
—Un alfa no elige a su pareja por amor, sino por deber.
Sus palabras siguen resonando en mi mente, quemando mi alma más intensamente que las llamas de una guerra. La manada Morvan ha reinado sobre esta ciudad durante décadas, imponiendo su ley a otros clanes, a los humanos, a todos los que se atreven a oponerse. Y yo, como hija del alfa, supuestamente debo perpetuar esa supremacía. Se espera que me case con un hombre al que no amo, que tenga sus hijos, que fortalezca alianzas sometiéndome a tradiciones que ya no significan nada para mí.
Pero no soy una moneda de cambio. No soy una princesa vendida por el bien de un imperio.
No soy una maldita prisionera.
Los adoquines brillan bajo las farolas moribundas, la ciudad se despliega a mi alrededor con una falsa calma. Pero sé que detrás de cada ventana, tras cada muro, algo acecha. Aquí, todo pertenece a los Morvan. Cada bar, cada callejón, cada maldito negocio rinde homenaje a mi padre. Él es el rey de esta jungla urbana, y yo debería ser su preciosa heredera.
Aprieto los puños.
No.
No quiero esta vida. No quiero un matrimonio arreglado, y mucho menos con Gabriel, ese lobo arrogante y cruel que mi padre eligió para mí. Un alfa sin escrúpulos, hambriento de poder y dominación. Un hombre que me mira como si ya me poseyera.
Un gruñido se forma en mi garganta y me obligo a respirar. El deseo de morder, desgarrar, rasguñar está ahí, agazapado bajo mi piel, listo para estallar. Mi loba aúlla dentro de mí, exigiendo pelea, rebelión. Pero la contengo. Como siempre.
De pronto, una sombra se desliza en la entrada del callejón. Mis instintos gritan, me advierten.
Reduzco el paso.
La ciudad puede pertenecer a los Morvan, pero no está exenta de peligros. Hay humanos que creen que sus armas pueden mantenernos a raya. Están los rebeldes, esos lobos solitarios que se niegan a arrodillarse ante un alfa. Y están los vampiros.
Ellos no temen a nada.
Un escalofrío recorre mi espalda.
Los Vassili siguen merodeando en las sombras. Ese clan de bebedores de sangre, nuestro enemigo más antiguo, observa, espera, buscando el más mínimo fallo. Mi padre firmó una tregua frágil con ellos, un pacto tan tenue como un hilo de seda. Pero la paz entre nuestras razas nunca ha sido más que una ilusión.
Y esta noche, cuando mi mirada se cruza con la silueta que se perfila bajo la luz temblorosa de una lámpara, sé que acabo de encontrarme con uno de ellos.
Alto, delgado, vestido con un largo abrigo oscuro que se ajusta a su cuerpo como una segunda piel. Está inmóvil, su mirada me atraviesa, emana una frialdad que me envuelve como una ola helada.
No necesito olerlo para saber lo que es.
Un vampiro.
Y no cualquiera.
Adrian Vassili.
El Príncipe de la Oscuridad. La pesadilla susurrada en los pasillos de la mansión familiar.
Una sonrisa se dibuja en sus labios pálidos.
—Sasha Morvan.
Mi mandíbula se tensa.
—¿Qué haces sola, tan lejos de tu bonito palacio?
Su voz es un susurro envenenado, una caricia afilada como una cuchilla. Debería irme, lo sé. Darme la vuelta y buscar la seguridad de la manada. Pero mis pies se niegan a moverse, mi cuerpo está en tensión, preparado para atacar al menor movimiento sospechoso.
Sasha
Su presencia sigue ahí, acechando en las sombras como una caricia helada sobre mi piel. Mi loba ruge dentro de mí, me i***a a retroceder, a huir. Pero yo no huyo.
Sigo avanzando por el callejón envuelto en una oscuridad turbulenta, con los sentidos en alerta. El olor a vampiro flota en el aire, espeso, casi embriagador, como sangre antigua impregnada en terciopelo. Conozco ese olor. Me enseñaron a reconocerlo, a odiarlo, a rastrearlo.
Pero esta noche…
Esta noche, no siento odio.
Siento algo mucho más peligroso.
Curiosidad.
La sombra se mueve frente a mí, con movimientos sutiles, controlados, muy diferente a los borrachos y delincuentes que suelen deambular por estas calles. Está apoyado contra una pared, en una postura falsamente relajada, como si la noche le perteneciera. Un neón chispeante ilumina fugazmente su rostro, revelando una sonrisa demasiado tranquila.
Arrogante. Peligroso. Demasiado perfecto para ser humano.
Un vampiro.
Mi corazón no se acelera. Al contrario, se calma, late con regularidad, como si mi cuerpo ya supiera que este momento es distinto. Como si fuera inevitable.
Inclina ligeramente la cabeza, su mirada afilada me examina con detenimiento.
—Estás lejos de casa, lobita —susurra, su voz una mezcla de humo y terciopelo.
No reacciono de inmediato. Me limito a mirarlo fijamente, en silencio. A los vampiros les encanta hablar, jugar, perderse en el tiempo como si fuera solo un entretenimiento. Yo no tengo paciencia para esos juegos.
—Qué curioso —respondo por fin—. Pensé lo mismo de ti.
Su sonrisa se ensancha levemente, un destello divertido brilla en su mirada penetrante.
—Touché.
Debería irme. Terminar esta conversación antes de que se convierta en algo que ya no pueda controlar. Pero en lugar de eso, doy un paso más.
Capítulo 2 – Pacto de Sangre y LunaSashaHay algo en él que me atrae. No es solo su aura, ni la emoción del peligro que representa. Es algo más profundo. Más antiguo. Un eco que no comprendo, pero que no puedo ignorar.—¿Tienes un deseo suicida, vampiro? —pregunto con voz tranquila, aunque cargada de advertencia.Se ríe. Un sonido grave y dulce que se desliza por mi piel como una promesa prohibida.—Si ese fuera el caso, no arruinaría mi última noche con una lobita como tú.Maldito arrogante.—Alvero, ¿qué haces aquí? —respondo con los ojos entrecerrados.No contesta de inmediato. Se incorpora con una gracia sobrenatural, alejándose del muro con movimientos lentos y elegantes. Se acerca lo suficiente como para que pueda ver el brillo hipnótico de sus ojos.—Tal vez tenía curiosidad —dice al fin, con un tono casual—. O tal vez me gusta observar a los lobos que no parecen cómodos con su propia piel.Sus palabras me golpean. Demasiado acertadas. Mi rostro permanece impasible, pero por d
Capítulo 3 – Entre sangre y fuegoSashaDante Moretti no es solo un lobo. Es uno de los secuaces más temidos de mi padre, su brazo derecho en los asuntos más oscuros. También es mi futuro esposo… al menos si mi padre consigue lo que quiere.Dante es todo lo que un alfa debe ser: fuerte, despiadado, obediente. Nunca cuestiona las órdenes. Nunca duda.Pero esta noche, en su mirada veo algo más. Algo más oscuro.Celos.—Sasha —dijo con un tono bajo, contenido.Me obligo a mantener el rostro neutro, aunque ya sé que esta reunión va a acabar mal.—¿Qué haces aquí, Dante?Su mirada se detiene en Adrián un segundo demasiado largo antes de volver a mí.—Debería hacerte la misma pregunta. Aunque yo no tengo nada que esconder.Su voz corta como una cuchilla. ¿Qué cree? ¿Que me estoy revolcando con un vampiro en un callejón oscuro?... Mierda.Es exactamente lo que parece.—No es lo que piensas —empiezo a decir.—¿Ah, no? —Se acerca, y puedo sentir su energía vibrar contra mi piel—. Entonces exp
Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuadosSashaDebería irme.Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.Pero no me muevo.La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.—Estás muy callada, Louve.Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.Dibuja una sonrisa lenta, calculada.—Ya me lo han dicho.Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.—¿Me tienes miedo, Sasha?Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.Enderezo mi postura.—Ni en lo más mínimo.—Miéntele otra vez y puedo probarlo.La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como
Capítulo 5 – Entre dos lucesSashaAdrián se da cuenta. Un destello de satisfacción cruza su mirada.Dante también lo ha visto.—Sasha...Su voz ha cambiado. Ya no está solo enfadado. Hay algo más, algo que me rompe aún más al escucharlo: una herida cruda.Aparto la mirada.—No es lo que piensas.Dante niega con la cabeza.—Entonces dime qué es.Permanezco en silencio.Porque no tengo una respuesta.Adrián se endereza, su expresión vuelve a la compostura habitual.—Fascinante, de verdad —dice, su mirada clavándose en Dante—. Pensaste que habías ganado, ¿verdad?—Lárgate, Adrián.—Con gusto —esboza una sonrisa irónica—. Pero volveré.Se vuelve hacia mí, y por un instante, su mirada se suaviza.—Porque tú quieres que vuelva.Luego se pierde entre las sombras.Me quedo congelada, con el corazón latiendo como si quisiera romperme por dentro.Dante no se mueve.Después de un instante que se siente eterno, susurra, con una voz apenas audible:—Dime que no es cierto.Pero no puedo.El aire e
Capítulo 6 – Al borde de la tentaciónSasha—No tienes que decirme lo que quiero, Dante.Su mandíbula se tensa, los músculos de su cuello se marcan con furia contenida.—¿Entonces es verdad? —su voz corta como una cuchilla—. ¿Eso es lo que quieres ahora?No respondo.Porque, en el fondo, no lo sé.Y esa incertidumbre es más peligrosa que cualquier mentira.Dante exhala con violencia, un rugido contenido que llena el aire. Da un paso atrás, y su ausencia repentina me deja helada.—He luchado por ti, Sasha. Me he desangrado por ti. ¿Y ahora dudas?Sus palabras me atraviesan, desgarrando lo poco que queda de mis defensas.—No es solo eso... —murmuro.—¿Entonces qué es?Su voz ya no lleva ira. Solo desesperación.Pero antes de que pueda abrirme, de que logre reunir las piezas rotas de mi corazón, un sonido irrumpe en la tensión.Un aplauso lento, cargado de sarcasmo.Giramos al mismo tiempo.Apoyado con indiferencia en el marco de la puerta, con una sonrisa burlona en los labios, está Adr
SashaNo debería dejarlo quedarse.Pero no me muevo.Adrian está justo frente a mí, tan cerca que siento la fría fascinación de su aura. Su mirada es intensa, ardiente de una emoción que no quiero nombrar.— ¿Por qué has venido? mi voz es baja, casi ronca.Su sonrisa se estira lentamente, una mezcla de provocación y promesa.— ¿Por qué crees?Da un paso hacia mí, y me contengo de retroceder. Sería mostrar debilidad, y frente a él, no puedo permitírmelo.— Estás jugando un juego peligroso, Adrian.— ¿Y tú, Sasha? Su voz es un susurro, una caricia helada sobre mi piel. ¿Crees que soy el único que corre riesgos aquí?Su dedo se desliza suavemente por debajo de mi mentón, obligándome a elevar la mirada hacia él. Su toque es ligero, casi irreal, pero siento su efecto como una quemadura.Debería empujarlo.Pero no lo hago.— Suéltame.— Mentira.Un aliento. Un destello de segundo donde veo en sus ojos un brillo peligroso, el de un hombre que ya ha ganado antes de que la pelea comience.Lueg
SashaMe quedo paralizada.No es un desconocido.— ¿Dante?Se da la vuelta lentamente hacia mí, sus ojos dorados brillando en la noche. No parece sorprendido de verme.— ¿Me sigues ahora? Su voz es calma, pero hay una tensión subyacente.— Te sentí. Entrecierro los ojos, sintiendo algo extraño en su aura. ¿Cazas?No responde de inmediato.— Sí.Su mirada no se aparta de mí, y un escalofrío recorre mi espalda.— ¿Un vampiro?— Sí.Me enderezo, desconfiada.— ¿Desde cuándo cazas vampiros solo, Dante?Una sonrisa fría roza sus labios.— Desde que una cierta sanguijuela empieza a rondarte.La celosía atraviesa su voz, cruda, incontrolable.— No es tu problema.— Sí, lo es. Da un paso hacia mí, su mirada ardiendo de ira contenida. Eres parte de nuestra manada. Eres parte de mí, Sasha.Aprieto los puños.— No. Soy libre.Su mirada se oscurece, y durante un instante, creo que va a explotar.Pero en su lugar, suspira y aparta la mirada.— Sasha… Su voz es más suave esta vez. Sabes muy bien lo
SashaAdrian se apoya en la mesa, colocando sus antebrazos sobre ella con una despreocupación controlada.— Estamos de acuerdo.Dante estalla en una risa, un sonido breve y cortante.— ¿Ah sí?Adrian no parpadea.— Contrario a lo que piensas, no tengo ningún interés en exterminar tu especie.— No, solo en tomar lo que no te pertenece, gruñe Dante.Una sonrisa peligrosa roza los labios de Adrian.— ¿Es eso lo que crees, Dante? ¿Que tomo lo que no es mío?La atmósfera se vuelve pesada. Ya no están hablando de guerra.Están hablando de mí.Me mantengo impasible, negándome a ser arrastrada a su juego.Tobias suspira, ya cansado de esta tensión insoportable.— Basta. Esta reunión no concierne a Sasha.Pero la mirada de Adrian se detiene en mí, como diciendo: Todo te concierne.---Las horas pasan. Hablan de territorios neutrales, de acuerdos comerciales, de reglas a seguir en caso de conflicto. De política, pero en verdad, solo es una cuestión de poder.Dante no cree ni una palabra de Adri