Sasha
Adrian se apoya en la mesa, colocando sus antebrazos sobre ella con una despreocupación controlada.
— Estamos de acuerdo.
Dante estalla en una risa, un sonido breve y cortante.
— ¿Ah sí?
Adrian no parpadea.
— Contrario a lo que piensas, no tengo ningún interés en exterminar tu especie.
— No, solo en tomar lo que no te pertenece, gruñe Dante.
Una sonrisa peligrosa roza los labios de Adrian.
— ¿Es eso lo que crees, Dante? ¿Que tomo lo que no es mío?
La atmósfera se vuelve pesada. Ya no están hablando de guerra.
Están hablando de mí.
Me mantengo impasible, negándome a ser arrastrada a su juego.
Tobias suspira, ya cansado de esta tensión insoportable.
— Basta. Esta reunión no concierne a Sasha.
Pero la mirada de Adrian se detiene en mí, como diciendo: Todo te concierne.
---
Las horas pasan. Hablan de territorios neutrales, de acuerdos comerciales, de reglas a seguir en caso de conflicto. De política, pero en verdad, solo es una cuestión de poder.
Dante no cree ni una palabra de Adrian. Yo tampoco. Los vampiros solo negocian cuando encuentran una ventaja.
¿Pero cuál es la suya?
Al final de la reunión, Adrian se levanta, alisando su abrigo con un gesto lento. Pasa cerca de Dante y se detiene a mi altura.
Demasiado cerca.
Se inclina ligeramente, susurrando solo para mí:
— Camina conmigo.
Dante gruñe, pero no reacciono. Sostengo la mirada de Adrian, durante mucho tiempo, antes de asentir.
Tobias ve pero no dice nada. Me deja manejar la situación.
Salimos a la fría noche. El bosque se extiende hasta donde alcanza la vista, sus sombras devorando la luz del mundo.
— Pareces querer matarme. Adrian se divierte.
— Es el caso.
Él ríe, un sonido grave y relajado.
— Y, sin embargo, has venido.
Me detengo en seco. La luna ilumina su rostro, acentuando los ángulos afilados de su mandíbula, la curva peligrosa de sus labios.
— ¿Por qué estás realmente aquí, Adrian?
Él inclina la cabeza, observándome.
— Te lo he dicho. Para negociar la paz.
— Mentira.
Sus labios se estiran ligeramente.
— De acuerdo. Da un paso hacia mí. Quizás solo quería verte.
Mi aliento se detiene, pero no me muevo.
— Juegas un juego peligroso.
— Siempre lo hago.
Sus dedos apenas rozan mi muñeca, un contacto tan ligero que envía una ola eléctrica por todo mi cuerpo.
Debería retroceder. Debería detener esto.
Pero me quedo ahí.
Su mano roza un mechón de mi cabello, colocándolo detrás de mi oreja.
— También lo sientes, ¿verdad? Su voz es suave, íntima.
Trago saliva.
— No importa.
— Cuenta más que nada.
Solo por un instante, imagino.
El calor de sus labios. El peso de su cuerpo contra el mío. Lo prohibido que nos consume.
Un ruido detrás de nosotros rompe el instante.
Dante.
Él nos observa. Sus ojos dorados arden con una rabia apenas contenida.
Adrian ni siquiera se da la vuelta. Sonríe.
— Hasta pronto, Sasha.
Luego desaparece en la noche.
Me giro hacia Dante, el corazón aún acelerado.
Su mandíbula está tan apretada que me sorprende que no se rompa.
— ¿Has terminado de dejar que te clave sus colmillos?
La ira sube instantáneamente.
— No tienes que decirme qué hacer, Dante.
— Claro que sí. Se acerca, su aura tan opresiva como la de Adrian. Es peligroso.
— ¿Y tú no lo eres? Replico.
Él exhala con fuerza.
— Sasha... Su voz es áspera, herida. No puedo verte caer por él.
Algo se aprieta dentro de mí.
No respondo.
Porque la verdad...
Es que no sé si ya es demasiado tarde.
El silencio entre Dante y yo es tan pesado como la noche que nos envuelve. Su mirada quema, una mezcla de frustración y dolor que ya no intenta ocultar. Podría romper esa tensión con una palabra, un gesto, pero no lo hago.
Porque no estoy segura de lo que quiero.
Porque Adrian Vassili ha sembrado una duda que nunca debí dejar germinar.
— No puedes confiar en él.
La voz de Dante es baja, contenida, pero percibo la tormenta subyacente.
— No le tengo confianza.
— Entonces, ¿por qué estabas tan cerca de él?
Se acerca, reduciendo el espacio entre nosotros. Es más alto que yo, más robusto, y su energía lupina me oprime como una ola dispuesta a arrasarlo todo.
No retrocedo.
— No te corresponde decidir a quién frecuento.
— No es una cuestión de posesión, Sasha, es una cuestión de supervivencia. Me agarra la muñeca, no lo suficientemente fuerte como para hacerme daño, pero lo suficiente para obligarme a mirarlo a la cara. Sabes lo que es. Sabes de lo que es capaz.
Por supuesto que lo sé.
Pero Adrian no es el único peligro en esta guerra.
— ¿Y tú, Dante? Susurro. ¿Crees que no sé lo que eres, lo que has hecho?
SashaÉl me suelta de inmediato, como si mi contacto lo quemara.Su mirada se oscurece.— Siempre te he protegido.— Y Adrian también, de cierta manera.Él ríe, un sonido amargo.— ¿Así que eso es? ¿Ahora lo defiendes?— No defiendo a nadie. Solo trato de entender.Dante pasa una mano por su cabello, visiblemente al borde de la explosión.— Él juega contigo. Te manipula. Quiere poseerte.— ¿Y tú, Dante? Susurro. ¿Qué quieres?Él me fija, sus pupilas dilatadas por una emoción cruda.Veo la respuesta en sus ojos antes de que la pronuncie.— Tú.Su confesión resuena entre nosotros como un trueno.Pero antes de que pueda responder, un aullido retumba a lo lejos. Un aullido de lobo, seguido de un grito humano.La alerta.Dante se queda paralizado, inmediatamente en modo de combate. Yo también.— Vamos.Corremos a través del bosque, nuestros sentidos alerta. El olor a sangre es fuerte, demasiado fuerte.En el borde del territorio, una escena de caos nos espera.Tres de nuestros lobos están
SashaLa noche es sofocante.Hemos dejado el bosque, pero el peso de lo que acaba de suceder permanece en el aire. Enzo camina a mi lado, su respiración es superficial, el agotamiento marcado en sus rasgos. Adrian sigue justo detrás, silencioso pero irradiando una extraña energía, burbujeante.Y Dante…Él se queda atrás, manteniendo su distancia. Pero puedo sentir sus ojos ardiendo en mi espalda incluso sin girarme.El vínculo que ahora me une a Adrian pulsa en mis venas como un calor persistente, una corriente eléctrica bajo mi piel. No duele, pero es abrumador. Cada latido de mi corazón parece sincronizado con el suyo. Cada movimiento que hago, sé que él lo percibe.Y él también lo siente.Puedo sentirlo.La realidad de esto me golpea con fuerza.— Necesitamos encontrar refugio para la noche, murmura Enzo, su voz aún débil.Asiento, escaneando los alrededores. Estamos lejos del territorio Morvan, en terreno neutral. Este no es un lugar donde podamos quedarnos. Demasiado arriesgado.
Capítulo 1 - La noche de los depredadoresSashaLa noche huele a ceniza y a sangre.Avanzo por los callejones oscuros de la ciudad, con el olor a humedad pegado a mi piel. Mi corazón late con un ritmo frenético, no por miedo, sino por ira. Esta noche, mi padre quiso sellar mi destino con un anillo y una alianza que no me pertenece.—Tienes que pensar en la manada, Sasha.—Un alfa no elige a su pareja por amor, sino por deber.Sus palabras siguen resonando en mi mente, quemando mi alma más intensamente que las llamas de una guerra. La manada Morvan ha reinado sobre esta ciudad durante décadas, imponiendo su ley a otros clanes, a los humanos, a todos los que se atreven a oponerse. Y yo, como hija del alfa, supuestamente debo perpetuar esa supremacía. Se espera que me case con un hombre al que no amo, que tenga sus hijos, que fortalezca alianzas sometiéndome a tradiciones que ya no significan nada para mí.Pero no soy una moneda de cambio. No soy una princesa vendida por el bien de un im
Capítulo 2 – Pacto de Sangre y LunaSashaHay algo en él que me atrae. No es solo su aura, ni la emoción del peligro que representa. Es algo más profundo. Más antiguo. Un eco que no comprendo, pero que no puedo ignorar.—¿Tienes un deseo suicida, vampiro? —pregunto con voz tranquila, aunque cargada de advertencia.Se ríe. Un sonido grave y dulce que se desliza por mi piel como una promesa prohibida.—Si ese fuera el caso, no arruinaría mi última noche con una lobita como tú.Maldito arrogante.—Alvero, ¿qué haces aquí? —respondo con los ojos entrecerrados.No contesta de inmediato. Se incorpora con una gracia sobrenatural, alejándose del muro con movimientos lentos y elegantes. Se acerca lo suficiente como para que pueda ver el brillo hipnótico de sus ojos.—Tal vez tenía curiosidad —dice al fin, con un tono casual—. O tal vez me gusta observar a los lobos que no parecen cómodos con su propia piel.Sus palabras me golpean. Demasiado acertadas. Mi rostro permanece impasible, pero por d
Capítulo 3 – Entre sangre y fuegoSashaDante Moretti no es solo un lobo. Es uno de los secuaces más temidos de mi padre, su brazo derecho en los asuntos más oscuros. También es mi futuro esposo… al menos si mi padre consigue lo que quiere.Dante es todo lo que un alfa debe ser: fuerte, despiadado, obediente. Nunca cuestiona las órdenes. Nunca duda.Pero esta noche, en su mirada veo algo más. Algo más oscuro.Celos.—Sasha —dijo con un tono bajo, contenido.Me obligo a mantener el rostro neutro, aunque ya sé que esta reunión va a acabar mal.—¿Qué haces aquí, Dante?Su mirada se detiene en Adrián un segundo demasiado largo antes de volver a mí.—Debería hacerte la misma pregunta. Aunque yo no tengo nada que esconder.Su voz corta como una cuchilla. ¿Qué cree? ¿Que me estoy revolcando con un vampiro en un callejón oscuro?... Mierda.Es exactamente lo que parece.—No es lo que piensas —empiezo a decir.—¿Ah, no? —Se acerca, y puedo sentir su energía vibrar contra mi piel—. Entonces exp
Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuadosSashaDebería irme.Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.Pero no me muevo.La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.—Estás muy callada, Louve.Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.Dibuja una sonrisa lenta, calculada.—Ya me lo han dicho.Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.—¿Me tienes miedo, Sasha?Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.Enderezo mi postura.—Ni en lo más mínimo.—Miéntele otra vez y puedo probarlo.La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como
Capítulo 5 – Entre dos lucesSashaAdrián se da cuenta. Un destello de satisfacción cruza su mirada.Dante también lo ha visto.—Sasha...Su voz ha cambiado. Ya no está solo enfadado. Hay algo más, algo que me rompe aún más al escucharlo: una herida cruda.Aparto la mirada.—No es lo que piensas.Dante niega con la cabeza.—Entonces dime qué es.Permanezco en silencio.Porque no tengo una respuesta.Adrián se endereza, su expresión vuelve a la compostura habitual.—Fascinante, de verdad —dice, su mirada clavándose en Dante—. Pensaste que habías ganado, ¿verdad?—Lárgate, Adrián.—Con gusto —esboza una sonrisa irónica—. Pero volveré.Se vuelve hacia mí, y por un instante, su mirada se suaviza.—Porque tú quieres que vuelva.Luego se pierde entre las sombras.Me quedo congelada, con el corazón latiendo como si quisiera romperme por dentro.Dante no se mueve.Después de un instante que se siente eterno, susurra, con una voz apenas audible:—Dime que no es cierto.Pero no puedo.El aire e
Capítulo 6 – Al borde de la tentaciónSasha—No tienes que decirme lo que quiero, Dante.Su mandíbula se tensa, los músculos de su cuello se marcan con furia contenida.—¿Entonces es verdad? —su voz corta como una cuchilla—. ¿Eso es lo que quieres ahora?No respondo.Porque, en el fondo, no lo sé.Y esa incertidumbre es más peligrosa que cualquier mentira.Dante exhala con violencia, un rugido contenido que llena el aire. Da un paso atrás, y su ausencia repentina me deja helada.—He luchado por ti, Sasha. Me he desangrado por ti. ¿Y ahora dudas?Sus palabras me atraviesan, desgarrando lo poco que queda de mis defensas.—No es solo eso... —murmuro.—¿Entonces qué es?Su voz ya no lleva ira. Solo desesperación.Pero antes de que pueda abrirme, de que logre reunir las piezas rotas de mi corazón, un sonido irrumpe en la tensión.Un aplauso lento, cargado de sarcasmo.Giramos al mismo tiempo.Apoyado con indiferencia en el marco de la puerta, con una sonrisa burlona en los labios, está Adr