Inicio / Fantasía / La sombra del pacto / Capítulo 4 - Juegos de poder y deseos inadecuados
Capítulo 4 - Juegos de poder y deseos inadecuados

Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuados

Sasha

Debería irme.

Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.

Pero no me muevo.

La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.

—Estás muy callada, Louve.

Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.

—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.

Dibuja una sonrisa lenta, calculada.

—Ya me lo han dicho.

Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.

—¿Me tienes miedo, Sasha?

Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.

Enderezo mi postura.

—Ni en lo más mínimo.

—Miéntele otra vez y puedo probarlo.

La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como él.

—¿Por qué sigues aquí, Adrián?

No responde enseguida. Se toma su tiempo, observándome como si fuera un enigma por resolver. Luego inclina la cabeza, su mirada se vuelve más seria.

—Porque hay algo en ti que me atrae.

Frunzo el ceño.

—¿Se supone que eso debe halagarme?

—No es un halago. Es una observación.

Su honestidad me desarma más que cualquier provocación. Esperaba insinuaciones, un juego de manipulación. Pero esto… no lo esperaba.

—Ni siquiera me conoces.

—Y, sin embargo, estoy seguro de que eres diferente.

—¿Diferente de qué?

—De otros lobos. De otras mujeres.

Una emoción me atraviesa pese a mí misma.

Hay algo en su voz, una mezcla de fascinación y desafío, como si le resultara imposible no sentirse atraído por lo que no puede tener.

Debería poner fin a esta conversación. Pero una parte de mí quiere ver hasta dónde puede llegar.

—Si estás intentando seducirme con palabras bonitas, no va a funcionar.

Adrián dibuja una sonrisa más oscura, más peligrosa.

—Oh, no estoy intentando tenerte, Sasha.

Se acerca más, tan cerca que el aire entre nosotros se carga de electricidad.

—Solo quiero ver cuánto tiempo puedes negar lo que está ocurriendo.

Mi corazón retumba en el pecho, pero me niego a retroceder.

—Te sobrestimas.

—O tal vez tú subestimas lo que te atrae de mí.

Es un juego arriesgado. Un juego en el que no debería estar.

Y, sin embargo...

No aparto la mirada.

Un ruido repentino quiebra el momento. Un movimiento furtivo al fondo del callejón.

Adrián se gira al instante. Su expresión cambia por completo. El encanto casual desaparece, reemplazado por una frialdad cortante.

Yo también lo siento. Alguien nos observa.

Un gruñido se eleva en la noche y mi estómago se contrae.

Dante.

Ha regresado.

Y lo ha visto todo.

La sangre se me congela mientras se acerca, su mirada clavada en Adrián, cargada de una ira contenida que amenaza con estallar.

—Aléjate de ella.

Su voz es grave, firme. Una orden, no una petición.

Adrián no se inmuta.

—Siempre tan posesivo, el perro.

El desprecio en su tono es una provocación evidente.

Dante me pasa por alto, sus músculos tensos, a punto de atacar, su aura de lobo dominante emana de él como una oleada aplastante.

—Esto no es un juego, vampiro.

Adrián sonríe. Una sonrisa sin calidez.

—Oh, pero sí lo es. Y tengo intención de ganarlo.

Me interpongo entre ellos antes de que cualquiera haga algo irreversible.

—Ya basta.

Ambos me miran, pero ninguno retrocede.

La tensión es insoportable.

Y esto no es más que el comienzo.

---

Sasha

Debería haberme ido.

Debería haber dado media vuelta y huido antes de que la situación se descontrolara.

Pero ya es demasiado tarde.

Dante está a solo unos metros de nosotros. Sus ojos dorados arden con una rabia silenciosa. Cada músculo de su cuerpo está en tensión, listo para atacar. Frente a él, Adrián es la imagen de una calma inquietante. Demasiado tranquilo. Parece relajado, casi indiferente, pero no me engaño. Es igual de peligroso. Igual de impredecible.

Y estoy atrapada entre los dos.

—Aléjate de ella —repite Dante, con voz ronca, como un trueno a punto de estallar.

Adrián ladea la cabeza, una sonrisa burlona curvando sus labios.

—Siempre tan posesivo, el lobo.

Su tono es divertido, pero hay algo más detrás. Una provocación deliberada.

Dante no se mueve. Aprieta los puños, sus nudillos blancos por la presión.

—No tienes nada que hacer aquí, vampiro.

—¿Y ella? —Adrián me mira—. ¿Tampoco tiene derecho a estar aquí?

Una punzada me atraviesa el pecho.

—Sasha es parte de la manada.

—Ah… —Adrián asiente despacio—. ¿Entonces no tiene derecho a elegir?

Me clava la mirada, insistente.

—Dime, lobo... —su sonrisa se ensancha—, ¿de verdad quieres decidir por ella?

Dante gruñe, amenazante.

—Basta.

Pero Adrián no se aparta.

—Deberías preguntarte por qué no responde.

Dante se tensa. Yo también.

Porque es cierto.

Debería decir que no. Que no quiero nada con él. Debería rechazar a Adrián, decir que mi lugar está aquí, con Dante, con la manada.

Pero no lo hago.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP