Capítulo 2 – Pacto de Sangre y Luna
Sasha
Hay algo en él que me atrae. No es solo su aura, ni la emoción del peligro que representa. Es algo más profundo. Más antiguo. Un eco que no comprendo, pero que no puedo ignorar.
—¿Tienes un deseo suicida, vampiro? —pregunto con voz tranquila, aunque cargada de advertencia.
Se ríe. Un sonido grave y dulce que se desliza por mi piel como una promesa prohibida.
—Si ese fuera el caso, no arruinaría mi última noche con una lobita como tú.
Maldito arrogante.
—Alvero, ¿qué haces aquí? —respondo con los ojos entrecerrados.
No contesta de inmediato. Se incorpora con una gracia sobrenatural, alejándose del muro con movimientos lentos y elegantes. Se acerca lo suficiente como para que pueda ver el brillo hipnótico de sus ojos.
—Tal vez tenía curiosidad —dice al fin, con un tono casual—. O tal vez me gusta observar a los lobos que no parecen cómodos con su propia piel.
Sus palabras me golpean. Demasiado acertadas. Mi rostro permanece impasible, pero por dentro maldigo su perspicacia.
—No sabes nada de mí.
—Oh, pero sí —susurra, una sonrisa enigmática curvando sus labios—. Sé que odias el anillo que quieren ponerte en el dedo. Sé que desprecias la correa que te han pasado al cuello. Y sé que, en este momento, prefieres hablar con un vampiro que regresar a tu pequeño y querido mundo.
Me tenso.
¿Cómo puede saberlo?
Observa mi reacción con un placer evidente. Su mirada helada arde.
—Puedes mentirles a ellos, Sasha. Pero no puedes mentirme. Lo siento en ti, esa impaciencia, ese fuego bajo tu piel. Esa necesidad... de más.
M****a.
Aprieto los puños, mis uñas se clavan en las palmas, intentando calmar la furia que bulle dentro de mí.
—¿Y tú, vampiro? —susurro, la voz reducida a una amenaza apenas contenida—. ¿Qué quieres de mí?
Se acerca aún más, lo suficiente como para que su olor me invada. Un perfume confuso: intenso, especiado, oscuro. Como vino tinto añejo y secretos susurrados en mitad de la noche.
—No lo sé —admite en voz baja—. Pero tengo la intención de descubrirlo.
Su mirada se ancla en la mía. Un intercambio silencioso. Una tensión eléctrica que crepita entre nosotros.
Y por primera vez en mi vida…
No sé si quiero pelear.
O perderme.
El silencio que se instala entre nosotros pesa como una cuchilla apoyada contra mi garganta.
Mis músculos siguen tensos, listos para atacar o huir. Mi lobo y mi instinto gritan que me marche, que no me deje atrapar por esta presencia gélida, por esta sombra viva que emana un peligro profundo. Pero otra parte de mí, más oscura, más salvaje, quiere quedarse.
—¿Planeas atraparme esta noche, vampiro?
Su sonrisa se extiende lentamente, como si saboreara cada segundo de mi incomodidad.
—Quizás.
Su voz acaricia el aire, suave, sin ternura. Más bien un juego cruel, la paciencia milenaria de aquellos que han visto demasiado.
Debería irme. Dar media vuelta y regresar antes de que mi padre descubra que he salido sola, cruzando los barrios más sórdidos de la ciudad. Pero no quiero. No todavía.
Cruzo los brazos y lo observo con atención. La oscuridad ya no oculta del todo sus rasgos. Es… demasiado perfecto.
Su cabello negro está cortado a los lados, un poco más largo arriba, ligeramente desordenado. Su piel tiene una palidez irreal, como piedra pulida bajo la luna. Pero son sus ojos lo que más me hipnotiza: plata líquida, penetrantes, casi antinaturales.
Es el tipo de belleza que mata.
—¿Cómo te llamas? —termino preguntando.
Su sonrisa se amplía un poco.
—Adrian.
Su nombre rueda en su lengua como una promesa maldita.
—¿Y tú, pequeña loba?
Aprieto la mandíbula. Odio ese apodo. Ese diminutivo condescendiente. Como si fuera frágil. Insignificante.
—Sasha.
—Sasha Morvan —corrige con suavidad.
Me congelo.
Sabe quién soy.
Por supuesto que lo sabe. Mi nombre pesa en este mundo. Soy la hija de Mikhail Morvan, el alfa más poderoso de esta ciudad.
No es una coincidencia que esté aquí.
—Lo supiste desde el principio —susurro.
Adrian no lo niega. Solo levanta una ceja, como si fuera evidente.
—Eres una heredera de sangre, Sasha. Tu destino se trazó desde que naciste —da un paso hacia mí, y esta vez, mi lobo gruñe con incomodidad. Pero tengo la impresión de que no te gusta lo que han escrito para ti.
Retrocedo instintivamente, negándome a dejar que vea lo mucho que acaba de tocarme.
—Lo que yo quiera no te incumbe.
—Oh, pero sí —murmura, inclinando ligeramente la cabeza—. Porque nuestros destinos están más ligados de lo que imaginas.
La tensión entre nosotros crece. Peligrosa. Abrasadora.
Entonces, un ruido seco suena detrás de mí.
Me giro de inmediato, en alerta. Los pasos retumban sobre el asfalto húmedo, pesados y metódicos. El olor me alcanza antes que su rostro.
Un lobo.
Pero no uno de los míos.
El corazón me da un vuelco.
Cuando su silueta emerge de las sombras, sé que estoy en problemas.
—Dante —susurro.
Sus ojos oscuros se clavan en los míos. Luego en Adrian. Una sonrisa torcida le distorsiona el rostro normalmente impasible.
Capítulo 3 – Entre sangre y fuegoSashaDante Moretti no es solo un lobo. Es uno de los secuaces más temidos de mi padre, su brazo derecho en los asuntos más oscuros. También es mi futuro esposo… al menos si mi padre consigue lo que quiere.Dante es todo lo que un alfa debe ser: fuerte, despiadado, obediente. Nunca cuestiona las órdenes. Nunca duda.Pero esta noche, en su mirada veo algo más. Algo más oscuro.Celos.—Sasha —dijo con un tono bajo, contenido.Me obligo a mantener el rostro neutro, aunque ya sé que esta reunión va a acabar mal.—¿Qué haces aquí, Dante?Su mirada se detiene en Adrián un segundo demasiado largo antes de volver a mí.—Debería hacerte la misma pregunta. Aunque yo no tengo nada que esconder.Su voz corta como una cuchilla. ¿Qué cree? ¿Que me estoy revolcando con un vampiro en un callejón oscuro?... Mierda.Es exactamente lo que parece.—No es lo que piensas —empiezo a decir.—¿Ah, no? —Se acerca, y puedo sentir su energía vibrar contra mi piel—. Entonces exp
Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuadosSashaDebería irme.Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.Pero no me muevo.La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.—Estás muy callada, Louve.Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.Dibuja una sonrisa lenta, calculada.—Ya me lo han dicho.Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.—¿Me tienes miedo, Sasha?Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.Enderezo mi postura.—Ni en lo más mínimo.—Miéntele otra vez y puedo probarlo.La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como
Capítulo 5 – Entre dos lucesSashaAdrián se da cuenta. Un destello de satisfacción cruza su mirada.Dante también lo ha visto.—Sasha...Su voz ha cambiado. Ya no está solo enfadado. Hay algo más, algo que me rompe aún más al escucharlo: una herida cruda.Aparto la mirada.—No es lo que piensas.Dante niega con la cabeza.—Entonces dime qué es.Permanezco en silencio.Porque no tengo una respuesta.Adrián se endereza, su expresión vuelve a la compostura habitual.—Fascinante, de verdad —dice, su mirada clavándose en Dante—. Pensaste que habías ganado, ¿verdad?—Lárgate, Adrián.—Con gusto —esboza una sonrisa irónica—. Pero volveré.Se vuelve hacia mí, y por un instante, su mirada se suaviza.—Porque tú quieres que vuelva.Luego se pierde entre las sombras.Me quedo congelada, con el corazón latiendo como si quisiera romperme por dentro.Dante no se mueve.Después de un instante que se siente eterno, susurra, con una voz apenas audible:—Dime que no es cierto.Pero no puedo.El aire e
Capítulo 6 – Al borde de la tentaciónSasha—No tienes que decirme lo que quiero, Dante.Su mandíbula se tensa, los músculos de su cuello se marcan con furia contenida.—¿Entonces es verdad? —su voz corta como una cuchilla—. ¿Eso es lo que quieres ahora?No respondo.Porque, en el fondo, no lo sé.Y esa incertidumbre es más peligrosa que cualquier mentira.Dante exhala con violencia, un rugido contenido que llena el aire. Da un paso atrás, y su ausencia repentina me deja helada.—He luchado por ti, Sasha. Me he desangrado por ti. ¿Y ahora dudas?Sus palabras me atraviesan, desgarrando lo poco que queda de mis defensas.—No es solo eso... —murmuro.—¿Entonces qué es?Su voz ya no lleva ira. Solo desesperación.Pero antes de que pueda abrirme, de que logre reunir las piezas rotas de mi corazón, un sonido irrumpe en la tensión.Un aplauso lento, cargado de sarcasmo.Giramos al mismo tiempo.Apoyado con indiferencia en el marco de la puerta, con una sonrisa burlona en los labios, está Adr
SashaNo debería dejarlo quedarse.Pero no me muevo.Adrian está justo frente a mí, tan cerca que siento la fría fascinación de su aura. Su mirada es intensa, ardiente de una emoción que no quiero nombrar.— ¿Por qué has venido? mi voz es baja, casi ronca.Su sonrisa se estira lentamente, una mezcla de provocación y promesa.— ¿Por qué crees?Da un paso hacia mí, y me contengo de retroceder. Sería mostrar debilidad, y frente a él, no puedo permitírmelo.— Estás jugando un juego peligroso, Adrian.— ¿Y tú, Sasha? Su voz es un susurro, una caricia helada sobre mi piel. ¿Crees que soy el único que corre riesgos aquí?Su dedo se desliza suavemente por debajo de mi mentón, obligándome a elevar la mirada hacia él. Su toque es ligero, casi irreal, pero siento su efecto como una quemadura.Debería empujarlo.Pero no lo hago.— Suéltame.— Mentira.Un aliento. Un destello de segundo donde veo en sus ojos un brillo peligroso, el de un hombre que ya ha ganado antes de que la pelea comience.Lueg
SashaMe quedo paralizada.No es un desconocido.— ¿Dante?Se da la vuelta lentamente hacia mí, sus ojos dorados brillando en la noche. No parece sorprendido de verme.— ¿Me sigues ahora? Su voz es calma, pero hay una tensión subyacente.— Te sentí. Entrecierro los ojos, sintiendo algo extraño en su aura. ¿Cazas?No responde de inmediato.— Sí.Su mirada no se aparta de mí, y un escalofrío recorre mi espalda.— ¿Un vampiro?— Sí.Me enderezo, desconfiada.— ¿Desde cuándo cazas vampiros solo, Dante?Una sonrisa fría roza sus labios.— Desde que una cierta sanguijuela empieza a rondarte.La celosía atraviesa su voz, cruda, incontrolable.— No es tu problema.— Sí, lo es. Da un paso hacia mí, su mirada ardiendo de ira contenida. Eres parte de nuestra manada. Eres parte de mí, Sasha.Aprieto los puños.— No. Soy libre.Su mirada se oscurece, y durante un instante, creo que va a explotar.Pero en su lugar, suspira y aparta la mirada.— Sasha… Su voz es más suave esta vez. Sabes muy bien lo
SashaAdrian se apoya en la mesa, colocando sus antebrazos sobre ella con una despreocupación controlada.— Estamos de acuerdo.Dante estalla en una risa, un sonido breve y cortante.— ¿Ah sí?Adrian no parpadea.— Contrario a lo que piensas, no tengo ningún interés en exterminar tu especie.— No, solo en tomar lo que no te pertenece, gruñe Dante.Una sonrisa peligrosa roza los labios de Adrian.— ¿Es eso lo que crees, Dante? ¿Que tomo lo que no es mío?La atmósfera se vuelve pesada. Ya no están hablando de guerra.Están hablando de mí.Me mantengo impasible, negándome a ser arrastrada a su juego.Tobias suspira, ya cansado de esta tensión insoportable.— Basta. Esta reunión no concierne a Sasha.Pero la mirada de Adrian se detiene en mí, como diciendo: Todo te concierne.---Las horas pasan. Hablan de territorios neutrales, de acuerdos comerciales, de reglas a seguir en caso de conflicto. De política, pero en verdad, solo es una cuestión de poder.Dante no cree ni una palabra de Adri
SashaÉl me suelta de inmediato, como si mi contacto lo quemara.Su mirada se oscurece.— Siempre te he protegido.— Y Adrian también, de cierta manera.Él ríe, un sonido amargo.— ¿Así que eso es? ¿Ahora lo defiendes?— No defiendo a nadie. Solo trato de entender.Dante pasa una mano por su cabello, visiblemente al borde de la explosión.— Él juega contigo. Te manipula. Quiere poseerte.— ¿Y tú, Dante? Susurro. ¿Qué quieres?Él me fija, sus pupilas dilatadas por una emoción cruda.Veo la respuesta en sus ojos antes de que la pronuncie.— Tú.Su confesión resuena entre nosotros como un trueno.Pero antes de que pueda responder, un aullido retumba a lo lejos. Un aullido de lobo, seguido de un grito humano.La alerta.Dante se queda paralizado, inmediatamente en modo de combate. Yo también.— Vamos.Corremos a través del bosque, nuestros sentidos alerta. El olor a sangre es fuerte, demasiado fuerte.En el borde del territorio, una escena de caos nos espera.Tres de nuestros lobos están