Dante
Está muy cerca. El aire parece vibrar a nuestro alrededor, como cargado de una tensión eléctrica.
— ¿Por qué? pregunto, con la voz más débil de lo que hubiera querido.
Un silencio se extiende entre nosotros. Luego, Adrian levanta una mano y acaricia mi mejilla con la punta de los dedos.
— Porque eres mía.
Su aliento caliente acaricia mi piel, y me estremezco a pesar de mí misma.
— No soy de nadie.
Sonríe, una sonrisa lenta y peligrosa.
— Dices eso… pero tu corazón late demasiado rápido.
Lo empujo, más para protegerme de mí misma que de él.
— Eres patético si crees que voy a caer bajo tu encanto de vampiro.
Adrian no retrocede. Sigue mirándome, y hay en su mirada algo más profundo que un simple deseo de posesión.
— No es mi encanto lo que te asusta, Sasha. Eres tú misma.
No soporto su clarividencia.
Entonces, hago lo que mejor sé hacer: huyo.
El aire de la noche me quema los pulmones mientras acelero por la sinuosa carretera que lleva a la mansión de los vampiros.
Cada segundo cuenta.
Los ancianos del clan han decidido no esperar. Para ellos, Sasha es un problema que eliminar. Un peligro para el equilibrio del poder.
Pero se equivocan.
Sasha no es una amenaza.
Ella es mi fuerza.
Agarro el manillar, con las mandíbulas apretadas.
Cuando llegue allí, haré lo que sea necesario. Aunque tenga que declarar la guerra a los bebedores de sangre.
Ella es mía.
Y estoy dispuesto a matar para recuperarla.
Adrian
La miro huir, y sin embargo, no la detengo.
No esta vez.
Ella volverá.
Aún no lo sabe, pero ya me pertenece.
Me giro hacia Enzo, que espera en las sombras, con su sonrisa burlona siempre en su lugar.
— ¿Vas a dejar que te resista mucho tiempo?
— Ella necesita entender.
— ¿Y si elige irse?
Mi mirada se endurece.
— Entonces yo la traeré de vuelta.
Pero un ruido a lo lejos atrae mi atención.
Un motor.
Y un latido que reconocería entre mil.
Dante.
Una sonrisa cruel se dibuja en mis labios.
Perfecto.
Si el lobo quiere pelear…
Le mostraré quién realmente tiene a Sasha.
Sasha
La noche es pesada, cargada de una tensión que se adhiere a mi piel como una segunda naturaleza. He huido de Adrian, pero la realidad siempre me alcanza. No importa cuánto corra, cuánto intente negar lo que arde dentro de mí, él está ahí, grabado en mi mente, como una sombra que no puedo ahuyentar.
Cruzo los oscuros pasillos de la mansión, con la respiración entrecortada. Mis pasos resuenan apenas sobre las alfombras gruesas, pero sé que él me escucha. Me siente. Me acecha sin siquiera moverse.
Llego a una terraza que da a los jardines, con la esperanza de encontrar algo de calma. El aire fresco acaricia mi piel y alivia ligeramente el tumulto dentro de mí. Pero mi respiro es de corta duración.
Un rugido resuena detrás de mí.
Me quedo paralizada.
No necesito darme la vuelta para saber quién está allí.
— Siempre estás corriendo, Sasha.
La voz grave de Dante me atraviesa como una hoja.
Me doy la vuelta lentamente, con el corazón latiendo desbocado.
Él está allí, en la sombra, con su mirada ardiente fija en mí. Su chaqueta de cuero está cubierta de polvo, como si hubiera rodado sin descanso para encontrarme. Su pecho se eleva al ritmo de una respiración tensa, y veo en sus ojos una mezcla de rabia y alivio.
— No debiste venir.
— Y tú nunca debiste quedarte.
Se acerca, y el olor del viento nocturno mezclado con el metal inunda mis sentidos. Dante siempre ha tenido esa aura cruda, indomable, y en este momento, es más peligroso que nunca.
— ¿Viniste aquí para llevarme de vuelta? susurro.
No responde de inmediato. En lugar de eso, extiende la mano, acaricia mi mejilla con la punta de los dedos, como para asegurarse de que soy real.
— Vine a recordarte quién eres.
Cierro los ojos bajo su contacto, un escalofrío recorriendo mi columna.
— Sé muy bien quién soy, Dante.
— Entonces, ¿por qué sigues aquí? ¿Con ellos? ¿Con… él?
Su tono se endurece, y sé que habla de Adrian.
Reabro los ojos y sostengo su mirada.
— No es tan simple.
— Lo es. No eres de los suyos.
Se acerca aún más, y mi espalda choca contra la barandilla de piedra de la terraza.
— Déjame sacarte de aquí, Sasha.
Su aliento es cálido contra mis labios. Su mirada es posesiva, implorante, devoradora.
Y, sin embargo…
— No te corresponde a ti decidir.
Su mandíbula se tensa.
— Sientes algo por él.
No hace la pregunta. Afirma un hecho.
Y no tengo nada que responder.
Porque sí, Adrian me atrae. Me consume. Me inquieta de una manera que no puedo explicar. Pero Dante… Dante es mi pasado, mi ancla, quien siempre ha estado ahí.
— No cambia nada, murmuro.
Pero ambos sabemos que eso es falso.
Un ruido detrás de nosotros rompe el silencio cargado de emociones.
Y de un solo movimiento, Dante se gira, sacando un cuchillo de su chaqueta.
Una silueta se dibuja en la sombra.
Adrian.
Sus ojos escarlata brillan bajo la luna.
— Me preguntaba cuándo finalmente te mostrarías, dice con un tono calmado.
Dante gruñe, su agarre en su arma se aferra.
— No estoy aquí para hablar.
Una sonrisa se desliza por los labios de Adrian.
— Yo tampoco.
AdriánLo veo, ese lobo arrogante, ese hombre que aún cree que puede reclamarla.No entiende.Sasha ya no es suya.Es mía.Ella lo sabe.Aunque todavía lucha, aunque intenta escapar.Me planto frente a Dante, impasible, pero por dentro, un fuego helado me consume.Este hombre ha tenido lo que yo quiero. Él la ha tenido.Y eso, no puedo tolerarlo.— Sasha, ven aquí.Mi voz resuena en el aire nocturno.Ella duda. Veo su confusión, su tironeo entre nosotros.Dante posa una mano en su brazo, un gesto posesivo, instintivo.No pienso.En un latido del corazón, estoy sobre él.Nuestros cuerpos chocan con violencia, y rodamos por el suelo. Dante es rápido, entrenado, pero yo soy más fuerte. Nuestros golpes caen en la oscuridad, cada uno buscando tomar ventaja.Logra golpearme en la cara, y el sabor metálico de la sangre inunda mi boca.Sonrío.Porque ahora, puedo soltarme.Mis colmillos se alargan, mis músculos se tensan, y en un movimiento fulgurante, lo empujo contra la piedra, mi mano apre
AdriánSu mirada desciende sobre mi mano apoyada en ella, y siento su rabia visceral, esa necesidad de verme desaparecer.Debería encontrarlo insignificante. Este lobo no representa nada para mí. Pero… hay algo en su mirada. Algo que me molesta.Un apego que no puedo ignorar.Sasha da un paso atrás, liberando el espacio entre nosotros. Su mirada oscila de uno a otro, su corazón latiendo tan fuerte que puedo contar cada pulsación.— Suficiente.Una sola palabra, pronunciada con una autoridad nueva.Dante y yo nos congelamos.Ella nos observa, los labios apretados, como si estuviera luchando contra sus propios demonios.— ¿Qué creen? ¿Que pelear una y otra vez cambiará algo?Ella sacude la cabeza, la mirada oscurecida.— Quieren poseerme, los dos, pero no soy un trofeo. Soy una loba. Elijo a dónde voy y con quién.Debería estar molesto por su tono cortante, pero, por el contrario, una ola de deseo me abruma. Esa fuerza, ese orgullo salvaje… me vuelve loco.Dante, en cambio, parece golpe
SashaEl olor a sangre aún flota en el aire mientras avanzamos con cautela por el bosque. El silencio es opresivo, cada susurro de hoja parece anunciar un ataque inminente.Dante camina a mi lado, tenso, listo para saltar ante la menor amenaza. Adrian sigue de cerca, su mirada escrutando la oscuridad con una precisión casi sobrenatural. Entre ellos, siento una tensión eléctrica, una mezcla de animosidad y desconfianza que amenaza con estallar en cualquier momento.— Deberíamos separarnos, murmura Dante, con los ojos fijos al frente.— Sería un error, replica Adrian. Si estamos divididos, seremos presas fáciles.Dante gruñe, pero no responde. Sabe que Adrian tiene razón, aunque se niega a admitirlo.Seguimos avanzando, hasta que un olor extraño me hace detenerme en seco. Un olor metálico, empapante...Sangre.Extiendo la mano para detener a Dante, luego a Adrian.— Hay algo adelante, susurro.Dante asiente y se agacha ligeramente, listo para atacar. Adrian, en cambio, permanece erguido
Capítulo 1 - La noche de los depredadoresSashaLa noche huele a ceniza y a sangre.Avanzo por los callejones oscuros de la ciudad, con el olor a humedad pegado a mi piel. Mi corazón late con un ritmo frenético, no por miedo, sino por ira. Esta noche, mi padre quiso sellar mi destino con un anillo y una alianza que no me pertenece.—Tienes que pensar en la manada, Sasha.—Un alfa no elige a su pareja por amor, sino por deber.Sus palabras siguen resonando en mi mente, quemando mi alma más intensamente que las llamas de una guerra. La manada Morvan ha reinado sobre esta ciudad durante décadas, imponiendo su ley a otros clanes, a los humanos, a todos los que se atreven a oponerse. Y yo, como hija del alfa, supuestamente debo perpetuar esa supremacía. Se espera que me case con un hombre al que no amo, que tenga sus hijos, que fortalezca alianzas sometiéndome a tradiciones que ya no significan nada para mí.Pero no soy una moneda de cambio. No soy una princesa vendida por el bien de un im
Capítulo 2 – Pacto de Sangre y LunaSashaHay algo en él que me atrae. No es solo su aura, ni la emoción del peligro que representa. Es algo más profundo. Más antiguo. Un eco que no comprendo, pero que no puedo ignorar.—¿Tienes un deseo suicida, vampiro? —pregunto con voz tranquila, aunque cargada de advertencia.Se ríe. Un sonido grave y dulce que se desliza por mi piel como una promesa prohibida.—Si ese fuera el caso, no arruinaría mi última noche con una lobita como tú.Maldito arrogante.—Alvero, ¿qué haces aquí? —respondo con los ojos entrecerrados.No contesta de inmediato. Se incorpora con una gracia sobrenatural, alejándose del muro con movimientos lentos y elegantes. Se acerca lo suficiente como para que pueda ver el brillo hipnótico de sus ojos.—Tal vez tenía curiosidad —dice al fin, con un tono casual—. O tal vez me gusta observar a los lobos que no parecen cómodos con su propia piel.Sus palabras me golpean. Demasiado acertadas. Mi rostro permanece impasible, pero por d
Capítulo 3 – Entre sangre y fuegoSashaDante Moretti no es solo un lobo. Es uno de los secuaces más temidos de mi padre, su brazo derecho en los asuntos más oscuros. También es mi futuro esposo… al menos si mi padre consigue lo que quiere.Dante es todo lo que un alfa debe ser: fuerte, despiadado, obediente. Nunca cuestiona las órdenes. Nunca duda.Pero esta noche, en su mirada veo algo más. Algo más oscuro.Celos.—Sasha —dijo con un tono bajo, contenido.Me obligo a mantener el rostro neutro, aunque ya sé que esta reunión va a acabar mal.—¿Qué haces aquí, Dante?Su mirada se detiene en Adrián un segundo demasiado largo antes de volver a mí.—Debería hacerte la misma pregunta. Aunque yo no tengo nada que esconder.Su voz corta como una cuchilla. ¿Qué cree? ¿Que me estoy revolcando con un vampiro en un callejón oscuro?... Mierda.Es exactamente lo que parece.—No es lo que piensas —empiezo a decir.—¿Ah, no? —Se acerca, y puedo sentir su energía vibrar contra mi piel—. Entonces exp
Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuadosSashaDebería irme.Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.Pero no me muevo.La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.—Estás muy callada, Louve.Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.Dibuja una sonrisa lenta, calculada.—Ya me lo han dicho.Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.—¿Me tienes miedo, Sasha?Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.Enderezo mi postura.—Ni en lo más mínimo.—Miéntele otra vez y puedo probarlo.La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como
Capítulo 5 – Entre dos lucesSashaAdrián se da cuenta. Un destello de satisfacción cruza su mirada.Dante también lo ha visto.—Sasha...Su voz ha cambiado. Ya no está solo enfadado. Hay algo más, algo que me rompe aún más al escucharlo: una herida cruda.Aparto la mirada.—No es lo que piensas.Dante niega con la cabeza.—Entonces dime qué es.Permanezco en silencio.Porque no tengo una respuesta.Adrián se endereza, su expresión vuelve a la compostura habitual.—Fascinante, de verdad —dice, su mirada clavándose en Dante—. Pensaste que habías ganado, ¿verdad?—Lárgate, Adrián.—Con gusto —esboza una sonrisa irónica—. Pero volveré.Se vuelve hacia mí, y por un instante, su mirada se suaviza.—Porque tú quieres que vuelva.Luego se pierde entre las sombras.Me quedo congelada, con el corazón latiendo como si quisiera romperme por dentro.Dante no se mueve.Después de un instante que se siente eterno, susurra, con una voz apenas audible:—Dime que no es cierto.Pero no puedo.El aire e