Sasha
La noche es fría. Cruel.
Las palabras de mi padre resuenan en mi cabeza como una campana fúnebre.
— Estás desterrada.
Mis pasos crujen en el gravilla mientras me alejo del dominio Morvan, mi antigua casa. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, pero me niego a mirar atrás. Me niego a mostrarles la más mínima debilidad.
Dante no se ha movido.
Se ha quedado en esa habitación, a mi lado, para traicionarme.
Mi propio amigo de la infancia.
Aquel que creía dispuesto a morir por mí.
Las tinieblas se extienden a mi alrededor mientras finalmente cruzo el límite del territorio. Mi aliento se corta un instante. Un dolor extraño me atraviesa el pecho.
La ruptura del vínculo de manada.
Caigo de rodillas, con la respiración entrecortada.
Es una sensación que solo conocen los desterrados. La impresión de ser arrancada de algo vital, un vacío que se profundiza en el alma.
Una mano se posa sobre mi hombro.
Levanto la vista.
Adrian.
Sus ojos brillantes sondean los míos. Lo ha visto todo. Lo ha oído todo.
Él sabe.
— Ahora eres mía.
Su tono es calmado, pero hay una promesa oscura en sus palabras.
Abro la boca para protestar, para decirle que no pertenezco a nadie. Pero la verdad se abate sobre mí como una hoja fría.
No tengo manada.
No tengo hogar.
Y él…
Es todo lo que me queda.
Adrian me ayuda a levantarme sin una palabra. Su toque es ardiente, contrastando con la fría noche. Detrás de él, Enzo nos observa en silencio, su mirada más oscura de lo habitual.
— ¿A dónde vamos? pregunto finalmente, con la voz ronca.
Adrian no me quita la vista de encima.
— A mi casa.
—
La mansión Vassili es como su dueño: imponente, oscura e insondable.
Las antorchas que adornan la entrada proyectan sombras movientes sobre la piedra negra, dando a todo un aura casi sobrenatural.
No me siento cómoda aquí.
¿Pero a dónde podría ir?
Adrian me hace entrar sin una palabra, cerrando las pesadas puertas detrás de nosotros.
— Estás a salvo aquí.
Suelo reír amargamente.
— ¿A salvo con un vampiro?
Él no sonríe.
— En mi casa.
La emoción en su voz me desarma más de lo que quiero admitir.
Lo observo, a ese ser de ojos de sangre, a ese eterno enemigo que se ha convertido en… algo más.
¿Un aliado?
¿Un amo?
¿Un peligro?
Todavía no lo sé.
Pero una cosa es cierta: ya no soy la misma loba que esta mañana.
He perdido todo.
Y esa pérdida, la haré pagar.
—
La habitación que Adrian me da es inmensa. Demasiado lujosa para mí.
Una gran cama con dosel, cortinas de terciopelo negro, muebles de madera oscura. Un lugar que respira riqueza y autoridad.
Me siento como una extranjera.
Enzo entra detrás de mí y se apoya contra la pared.
— Así que es oficial, ¿eh? Su voz es más grave de lo habitual. Ya no eres una Morvan.
Aprieto los puños.
— Hubiera preferido que fuera una pesadilla.
Él suspira y se pasa una mano por el cabello negro.
— Dante la ha cagado.
Aprieto la mandíbula.
— Él tomó su decisión.
— ¿Y tú?
Levanto la vista hacia él.
— ¿Qué quieres decir?
Se acerca lentamente, su mirada perforando la mía.
— ¿Vas a seguir a Adrian?
Mi corazón se detiene un latido.
Desvío la mirada.
— Voy a sobrevivir.
Un silencio.
Luego una risa amarga.
— No has respondido.
Lo miro de nuevo.
— ¿Y tú, Enzo? ¿Por qué sigues aquí?
Su expresión se cierra ligeramente.
— Porque sigues viva.
No respondo nada.
Porque en el fondo, creo que es la única verdad que importa esta noche.
—
Más tarde en la noche, mientras el silencio envuelve la mansión, una presencia perturba mi sueño.
Me incorporo de repente.
Adrian está allí.
Está apoyado contra la pared, mirándome en la oscuridad con sus ojos brillantes.
— ¿Qué haces aquí? mi voz suena ronca por el sueño.
No responde de inmediato.
Luego, lentamente, avanza.
— Estoy vigilando.
Frunzo el ceño.
— No necesito que me vigilen.
Se detiene justo frente a mí.
— No. Pero yo lo necesito.
Mi aliento se corta.
Adrian se inclina lentamente, poniendo una rodilla sobre la cama, su mirada ardiente fija en la mía.
— ¿Crees que te dejaría sola después de lo que ha pasado?
Su voz es una caricia envenenada, un susurro que se infiltra en mi mente y me perturba más de lo que quiero admitir.
— Adrian…
Él extiende la mano.
Sé que me está probando.
Que espera que lo empuje.
Pero esta vez…
No lo hago.
Su palma caliente roza mi mejilla, y un escalofrío recorre mi espalda.
— No merecían una loba como tú.
Las palabras se clavan en mi corazón como una promesa funesta.
Mi respiración es entrecortada.
Está demasiado cerca.
Demasiado peligroso.
Y soy demasiado débil.
Cierro los ojos un instante, tratando de recuperar mis puntos de referencia.
Cuando los abro de nuevo, Adrian no se ha movido.
Pero sé que ha comprendido.
Ya no soy la loba que era.
Y él…
Quizás sea la única cosa que aún me mantiene viva.
SashaLos días pasan como una densa neblina.Adrian no me ha dejado desde mi caída. Me impone su presencia, me observa, me envuelve en una sombra que no logro disipar. Estoy bajo su protección ahora, pero no es una libertad. Es una jaula de oro, una cadena invisible.Lo observo de reojo mientras habla con Enzo, al otro lado de la habitación. Su rostro es impasible, pero conozco lo suficiente a los depredadores para ver la tensión subyacente.Me está vigilando.Todo el tiempo.Y lo peor de todo…Ya me posee, incluso sin haberme tocado.Aprieto los dientes. No soy un peón. No soy una esclava.— ¿Vas a seguir mirándome así por mucho tiempo? Su voz me saca de mis pensamientos.Sostengo su mirada.— Solo estaba pensando en cómo te voy a matar en tu sueño.Enzo estalla en risas, pero Adrian no sonríe. Se limita a acercarse lentamente, hasta que el aire entre nosotros se vuelve ardiente.— Lo intentarías. Fallarías.Un escalofrío recorre mi cuerpo. Porque sus palabras son verdaderas.Pero lo
Sasha— Sasha, aún no te das cuenta, pero esto no es una prisión. Es un refugio. Si Adrian te ha tomado bajo su protección, no es solo por capricho.— ¿Y qué es, entonces? Escupo, furiosa.— Él tiene miedo por ti.Parpadeo, sorprendida.¿Adrian, tener miedo?La idea es absurda. Este hombre respira dominio absoluto. Nunca tiembla, nunca flaquea.— ¿Y por qué tendría miedo?— Porque sabe lo que los tuyos planean hacer contigo.Un escalofrío recorre mi piel.— ¿Qué quieres decir?Enzo suspira, cruzando los brazos.— Eres la última descendiente directa de la línea Morvan. Tu lugar debía ser sellado por un matrimonio estratégico, pero siempre te has negado. Ahora que estás aquí... tendrán que elegir: recuperarte a la fuerza o eliminarte.Las palabras golpean fuerte. Demasiado fuerte.Siempre supe que mi clan funcionaba por alianzas, por estrategias. Pero de ahí a intercambiarme como un objeto de trueque...Mi garganta se cierra.— No harían eso.— ¿Estás segura?El silencio me responde en
DanteEstá muy cerca. El aire parece vibrar a nuestro alrededor, como cargado de una tensión eléctrica.— ¿Por qué? pregunto, con la voz más débil de lo que hubiera querido.Un silencio se extiende entre nosotros. Luego, Adrian levanta una mano y acaricia mi mejilla con la punta de los dedos.— Porque eres mía.Su aliento caliente acaricia mi piel, y me estremezco a pesar de mí misma.— No soy de nadie.Sonríe, una sonrisa lenta y peligrosa.— Dices eso… pero tu corazón late demasiado rápido.Lo empujo, más para protegerme de mí misma que de él.— Eres patético si crees que voy a caer bajo tu encanto de vampiro.Adrian no retrocede. Sigue mirándome, y hay en su mirada algo más profundo que un simple deseo de posesión.— No es mi encanto lo que te asusta, Sasha. Eres tú misma.No soporto su clarividencia.Entonces, hago lo que mejor sé hacer: huyo.El aire de la noche me quema los pulmones mientras acelero por la sinuosa carretera que lleva a la mansión de los vampiros.Cada segundo cu
Capítulo 1 - La noche de los depredadoresSashaLa noche huele a ceniza y a sangre.Avanzo por los callejones oscuros de la ciudad, con el olor a humedad pegado a mi piel. Mi corazón late con un ritmo frenético, no por miedo, sino por ira. Esta noche, mi padre quiso sellar mi destino con un anillo y una alianza que no me pertenece.—Tienes que pensar en la manada, Sasha.—Un alfa no elige a su pareja por amor, sino por deber.Sus palabras siguen resonando en mi mente, quemando mi alma más intensamente que las llamas de una guerra. La manada Morvan ha reinado sobre esta ciudad durante décadas, imponiendo su ley a otros clanes, a los humanos, a todos los que se atreven a oponerse. Y yo, como hija del alfa, supuestamente debo perpetuar esa supremacía. Se espera que me case con un hombre al que no amo, que tenga sus hijos, que fortalezca alianzas sometiéndome a tradiciones que ya no significan nada para mí.Pero no soy una moneda de cambio. No soy una princesa vendida por el bien de un im
Capítulo 2 – Pacto de Sangre y LunaSashaHay algo en él que me atrae. No es solo su aura, ni la emoción del peligro que representa. Es algo más profundo. Más antiguo. Un eco que no comprendo, pero que no puedo ignorar.—¿Tienes un deseo suicida, vampiro? —pregunto con voz tranquila, aunque cargada de advertencia.Se ríe. Un sonido grave y dulce que se desliza por mi piel como una promesa prohibida.—Si ese fuera el caso, no arruinaría mi última noche con una lobita como tú.Maldito arrogante.—Alvero, ¿qué haces aquí? —respondo con los ojos entrecerrados.No contesta de inmediato. Se incorpora con una gracia sobrenatural, alejándose del muro con movimientos lentos y elegantes. Se acerca lo suficiente como para que pueda ver el brillo hipnótico de sus ojos.—Tal vez tenía curiosidad —dice al fin, con un tono casual—. O tal vez me gusta observar a los lobos que no parecen cómodos con su propia piel.Sus palabras me golpean. Demasiado acertadas. Mi rostro permanece impasible, pero por d
Capítulo 3 – Entre sangre y fuegoSashaDante Moretti no es solo un lobo. Es uno de los secuaces más temidos de mi padre, su brazo derecho en los asuntos más oscuros. También es mi futuro esposo… al menos si mi padre consigue lo que quiere.Dante es todo lo que un alfa debe ser: fuerte, despiadado, obediente. Nunca cuestiona las órdenes. Nunca duda.Pero esta noche, en su mirada veo algo más. Algo más oscuro.Celos.—Sasha —dijo con un tono bajo, contenido.Me obligo a mantener el rostro neutro, aunque ya sé que esta reunión va a acabar mal.—¿Qué haces aquí, Dante?Su mirada se detiene en Adrián un segundo demasiado largo antes de volver a mí.—Debería hacerte la misma pregunta. Aunque yo no tengo nada que esconder.Su voz corta como una cuchilla. ¿Qué cree? ¿Que me estoy revolcando con un vampiro en un callejón oscuro?... Mierda.Es exactamente lo que parece.—No es lo que piensas —empiezo a decir.—¿Ah, no? —Se acerca, y puedo sentir su energía vibrar contra mi piel—. Entonces exp
Capítulo 4 – Juegos de poder y deseos inadecuadosSashaDebería irme.Debería darme la vuelta, marcharme a casa y olvidar todo esto.Pero no me muevo.La mirada de Adrián me atrapa, penetrante, insondable. No hace ningún gesto brusco, pero su mera presencia llena el espacio, como si pudiera envolverlo todo con la noche.—Estás muy callada, Louve.Su tono se burla, pero hay algo más detrás de sus palabras. Una curiosidad real.—Y tú, en cambio, eres invasivo, vampiro.Dibuja una sonrisa lenta, calculada.—Ya me lo han dicho.Da un paso hacia mí. Instintivamente retrocedo. Mal reflejo. Su sonrisa se amplía, depredadora.—¿Me tienes miedo, Sasha?Mi nombre resbala por su lengua como un susurro prohibido, y me afecta más de lo que debería.Enderezo mi postura.—Ni en lo más mínimo.—Miéntele otra vez y puedo probarlo.La diversión baila en sus ojos, pero sé que me está poniendo a prueba. Quiere ver hasta dónde estoy dispuesta a llegar, hasta qué punto soy capaz de enfrentar a alguien como
Capítulo 5 – Entre dos lucesSashaAdrián se da cuenta. Un destello de satisfacción cruza su mirada.Dante también lo ha visto.—Sasha...Su voz ha cambiado. Ya no está solo enfadado. Hay algo más, algo que me rompe aún más al escucharlo: una herida cruda.Aparto la mirada.—No es lo que piensas.Dante niega con la cabeza.—Entonces dime qué es.Permanezco en silencio.Porque no tengo una respuesta.Adrián se endereza, su expresión vuelve a la compostura habitual.—Fascinante, de verdad —dice, su mirada clavándose en Dante—. Pensaste que habías ganado, ¿verdad?—Lárgate, Adrián.—Con gusto —esboza una sonrisa irónica—. Pero volveré.Se vuelve hacia mí, y por un instante, su mirada se suaviza.—Porque tú quieres que vuelva.Luego se pierde entre las sombras.Me quedo congelada, con el corazón latiendo como si quisiera romperme por dentro.Dante no se mueve.Después de un instante que se siente eterno, susurra, con una voz apenas audible:—Dime que no es cierto.Pero no puedo.El aire e