Inicio / Fantasía / La sombra del pacto / Capítulo 14 – El Exilio del Lobo
Capítulo 14 – El Exilio del Lobo

Sasha

La noche es fría. Cruel.

Las palabras de mi padre resuenan en mi cabeza como una campana fúnebre.

— Estás desterrada.

Mis pasos crujen en el gravilla mientras me alejo del dominio Morvan, mi antigua casa. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, pero me niego a mirar atrás. Me niego a mostrarles la más mínima debilidad.

Dante no se ha movido.

Se ha quedado en esa habitación, a mi lado, para traicionarme.

Mi propio amigo de la infancia.

Aquel que creía dispuesto a morir por mí.

Las tinieblas se extienden a mi alrededor mientras finalmente cruzo el límite del territorio. Mi aliento se corta un instante. Un dolor extraño me atraviesa el pecho.

La ruptura del vínculo de manada.

Caigo de rodillas, con la respiración entrecortada.

Es una sensación que solo conocen los desterrados. La impresión de ser arrancada de algo vital, un vacío que se profundiza en el alma.

Una mano se posa sobre mi hombro.

Levanto la vista.

Adrian.

Sus ojos brillantes sondean los míos. Lo ha visto todo. Lo ha oído todo.

Él sabe.

— Ahora eres mía.

Su tono es calmado, pero hay una promesa oscura en sus palabras.

Abro la boca para protestar, para decirle que no pertenezco a nadie. Pero la verdad se abate sobre mí como una hoja fría.

No tengo manada.

No tengo hogar.

Y él…

Es todo lo que me queda.

Adrian me ayuda a levantarme sin una palabra. Su toque es ardiente, contrastando con la fría noche. Detrás de él, Enzo nos observa en silencio, su mirada más oscura de lo habitual.

— ¿A dónde vamos? pregunto finalmente, con la voz ronca.

Adrian no me quita la vista de encima.

— A mi casa.

La mansión Vassili es como su dueño: imponente, oscura e insondable.

Las antorchas que adornan la entrada proyectan sombras movientes sobre la piedra negra, dando a todo un aura casi sobrenatural.

No me siento cómoda aquí.

¿Pero a dónde podría ir?

Adrian me hace entrar sin una palabra, cerrando las pesadas puertas detrás de nosotros.

— Estás a salvo aquí.

Suelo reír amargamente.

— ¿A salvo con un vampiro?

Él no sonríe.

— En mi casa.

La emoción en su voz me desarma más de lo que quiero admitir.

Lo observo, a ese ser de ojos de sangre, a ese eterno enemigo que se ha convertido en… algo más.

¿Un aliado?

¿Un amo?

¿Un peligro?

Todavía no lo sé.

Pero una cosa es cierta: ya no soy la misma loba que esta mañana.

He perdido todo.

Y esa pérdida, la haré pagar.

La habitación que Adrian me da es inmensa. Demasiado lujosa para mí.

Una gran cama con dosel, cortinas de terciopelo negro, muebles de madera oscura. Un lugar que respira riqueza y autoridad.

Me siento como una extranjera.

Enzo entra detrás de mí y se apoya contra la pared.

— Así que es oficial, ¿eh? Su voz es más grave de lo habitual. Ya no eres una Morvan.

Aprieto los puños.

— Hubiera preferido que fuera una pesadilla.

Él suspira y se pasa una mano por el cabello negro.

— Dante la ha cagado.

Aprieto la mandíbula.

— Él tomó su decisión.

— ¿Y tú?

Levanto la vista hacia él.

— ¿Qué quieres decir?

Se acerca lentamente, su mirada perforando la mía.

— ¿Vas a seguir a Adrian?

Mi corazón se detiene un latido.

Desvío la mirada.

— Voy a sobrevivir.

Un silencio.

Luego una risa amarga.

— No has respondido.

Lo miro de nuevo.

— ¿Y tú, Enzo? ¿Por qué sigues aquí?

Su expresión se cierra ligeramente.

— Porque sigues viva.

No respondo nada.

Porque en el fondo, creo que es la única verdad que importa esta noche.

Más tarde en la noche, mientras el silencio envuelve la mansión, una presencia perturba mi sueño.

Me incorporo de repente.

Adrian está allí.

Está apoyado contra la pared, mirándome en la oscuridad con sus ojos brillantes.

— ¿Qué haces aquí? mi voz suena ronca por el sueño.

No responde de inmediato.

Luego, lentamente, avanza.

— Estoy vigilando.

Frunzo el ceño.

— No necesito que me vigilen.

Se detiene justo frente a mí.

— No. Pero yo lo necesito.

Mi aliento se corta.

Adrian se inclina lentamente, poniendo una rodilla sobre la cama, su mirada ardiente fija en la mía.

— ¿Crees que te dejaría sola después de lo que ha pasado?

Su voz es una caricia envenenada, un susurro que se infiltra en mi mente y me perturba más de lo que quiero admitir.

— Adrian…

Él extiende la mano.

Sé que me está probando.

Que espera que lo empuje.

Pero esta vez…

No lo hago.

Su palma caliente roza mi mejilla, y un escalofrío recorre mi espalda.

— No merecían una loba como tú.

Las palabras se clavan en mi corazón como una promesa funesta.

Mi respiración es entrecortada.

Está demasiado cerca.

Demasiado peligroso.

Y soy demasiado débil.

Cierro los ojos un instante, tratando de recuperar mis puntos de referencia.

Cuando los abro de nuevo, Adrian no se ha movido.

Pero sé que ha comprendido.

Ya no soy la loba que era.

Y él…

Quizás sea la única cosa que aún me mantiene viva.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP