La sangre estaba goteando de mi haladie, provocando un tétrico sonido que provocaba un miedo paralizante. Di varios pasos hacía adelante, fijando la mirada en mi próxima víctima. Unos ojos azul zafiro se reflejaron en dos cuencas oscuras y cargadas de miedo. Sonreí perversamente, deslizando la punta de mi lengua por mi labio inferior. Estiré mi mano para tomarlo del brazo.
—Tranquilo, no voy a cortarte de nuevo. —susurre herméticamente al ver que encogió la extremidad por instinto. —Eso, si eres un buen chico quizás puedas vivir después de lo que has hecho.Podía sentir su pulso acelerado y cómo empezaba a temblar. Contemplé complacida el corte que se extendía desde el antebrazo a la muñeca. Sin ningún tipo de miramiento, pose la punta de la daga sobre la herida, de la cual nuevamente comenzó a brotar sangre.Los gritos de agonía llenaron la bodega donde me encontraba y pequeñas convulsiones recorrieron el cuerpo de aquel hombre que continuaba atado a la silla. Quite repentinamente el haladie y detalle el rostro cubierto por el perlado sudor.—Recuerdame, ¿qué hiciste para ser castigado? —interrogue con una voz melosa. —No creo que puedas aguantar mucho más si no vas a un hospital, así que empieza a hablar. —exigí tomándolo del cuero cabelludo y empujandolo de nuevo hacía atrás. —¿Y bien? Canta, canta.—Lo siento, por favor piedad, lo siento mucho. —dijo con voz rasposa. —Perdóneme. —pidió entre lágrimas de dolor. Una carcajada brotó de mi pecho—¿Piensas que deseo tus disculpas? — pregunté con fingida diversión. —Espero que tengas un bien viaje al infierno. Quizás nos encontremos algún día. —asegure y procedí a clavarle el haladie justamente en el corazón.La sangre salió a montones de su boca, manchado mi rostro en el proceso. El cuerpo se agitó convulsionando durante unos cinco minutos, hasta que por fin dejó de moverse. Suspiré y retire el arma, limpiandola con el dorso de mi camiseta negra estilo militar.—Deshaganse del cuerpo. —ordene a mis hombres antes de darme la vuelta y marcharme.No espere su respuesta, sino que salí inmediatamente de la bodega. El olor a sangre se propagara pronto y me provocaba náuseas. Retire mis guantes, lanzandolos en un contenedor de basura y empuje la puerta.—¿El trabajo está hecho? —preguntó uno de mis guardias tendiendo un pañuelo para que me limpiará la cara. Asentí mientras lo hacía.—Eso les enviará un mensaje a esas ratas. —afirmé con asco. —Pará que sepan que no tienen permitido imitar nada de la Bratva. —declaré.Mi guardaespaldas asintió y me entregó una gabardina negra junto con mis gafas de sol. Saqué una cajetilla de cigarrillos del bolsillo y encendí uno. La nicotina viajando a través de mi sistema relajó mi cuerpo, frente a mí se formaba una nube de humo espeso. Estuvimos en silencio cerca de cuarenta minutos, hasta que por fin el resto de mis hombres salieron.—Todo listo, princesa. —informaron con un movimiento de cabeza. —Se hizo tal como usted lo dispuso. —declaró mi jefe de seguridad.—Con eso aprenderán a elegir mejor con quien meterse. —dije dejando caer el cigarro al suelo, pasándolo con el tacón de mi bota. —Vámonos, seguramente nos están esperando en la Fortaleza.Uno a uno nos subimos en las dos camionetas que traía. Ya había salido de la ciudad e iba en carretera, cuando mi teléfono sonó. Atendí nada más mirar el nombre en pantalla.—¿Solucionaste el problema? —indagó mi tía Veronika yendo directamente al grano.—Por supuesto, no hay trabajo grande para mí.—Quieron un informe completo cuando nos veamos mañana. —exigió y luego colgó.Guardé el celular y suspiré apoyando mi cabeza contra la ventana del vehículo. La hermana de mi padre no era precisamente una mujer conversadora. Jamás esperaría de ella un: ¿Cómo estás? ¿resultaste herida? Simplemente iba directo al punto y yo agradecía que no se fuera por las ramas preguntando cosas obvias.Hace más o menos dos semanas empezaron a presentarse problemas en uno de los clubes que manejaba mi tía. Una pandilla de narcotraficantes estaban vendiendo drogas adulteradas a los clientes, ocasionando que hubiesen cinco muerte. Quizás no parecían muchas, pero si las suficientes para llamar la atención de la policía sobre nosotros. Fue debido a ello que me pidió encargarme del asunto y gustosa lo hice.Unos días atrás dimos con su líder y hoy por fin pudimos darlo de baja. En mi territorio nadie andaría libremente sin pagar las consecuencias. Rusia era de la Bratva y nada pasaba sin que la familia Volkov estuviese completamente enterada.—Date prisa, quiero quitarme esta sangre cuanto antes. —apremie mirando al chófer por el espejo retrovisor. —Y ya lo sabes, ni una palabra de esto a mis padres o terminaras sin lengua. —señale.Pronto ya estuvimos en el pueblo, atrás habíamos dejado el espacio ruso. De aquí para allá la mafia rusa tenía control total de la población. El Boss era verdugo, ejecutor y juez; sólo él hacía y disponía de la vida de todos, siendo leal con quienes le habían demostrado fidelidad. Muchos negocios ya estaban abiertos o empezaban a abrir.No me sorprendía, partimos en la madrugada y él sol ya estaba saliendo por el horizonte.—Hemos llegado, princesa. —informó el chófer. Asentí y este se bajó para abrirme la puerta. —Me informaron que la koroleva ya está despierta, así que le recomiendo que entre por el campo de entrenamiento. —explicó entregándome llaves.—¿El Boss? ¿Los gemelos? —pregunté apartándome varios mechones plateados del rostro. El invierno ya estaba llegando a Rusia.—Los tres siguen dormidos, pero le recomiendo no hacer mucho ruido. —inquirió apartándose.Me mostre de acuerdo y apreté mi abrigo contra el cuerpo. Procedí a darle la vuelta a la Fortaleza. En el campo de entrenamiento ya habían varios hombres y mujeres entrenado, algunos me saludaron al reconocerme, pero la mayoría solo regaló una mirada de respeto por mi estatus.El ambiente estaba silencioso cuando entre a la propiedad. Me quite las botas para no hacer ruido con ellas y comencé a moverme con total sigilo, llegar a mi alcoba era cuestión de vida o muerte.Si cualquiera de mis padres descubría mis andanzas en la madrugada, esto no terminaría bien. Y podía hacerle frente al Boss, pero jamás a la Koroleva. De solo pensarlo temblaba.Solte un suspiró de alivio estando frente a la puerta de mi habitación. Tenía la mano sobre el pomo a punto de abrir, cuando sentí una figura detrás de mí, así que gire de inmediato. Trague saliva al detallar al hombre de pie frente a mí.—Buen día, señorita Dominika. —saludó Vicente Sartorini con un semblante acusatorio.《Precismente tenía que toparme con este.》Tuve contenerme para no rodar los ojos. Realmente no me sorprendía que el consejero de la Bratva estuviese merodeando como si fuese un maldito sabueso. Después de mis padres y el underboss, era quien ostentaba mayor poder dentro de la organización. Compuse una expresión sorprendida y sonreí con inocencia.—¡Vicente! —grite posando mi mano derecha encima del pecho. —Casi me matas de un susto, ¿qué haces por aquí tan temprano? —pregunté apartandome un mechón de cabello del rostro.El consejero enarco una ceja sin creerse mi actuación. La mueva que formó en sus labios provocó que mi cuerpo se estremeciera debido a similitud que guardaba con el que hacía mi padre cuanto estaba a punto de lanzarme un regaño.—Yo te iba a preguntar, son casi las 6 de la mañana tigritsa, ¿a dónde vas tan temprano? —preguntó escrutandome de arriba a bajo.Al parecer había cambiado de opinión porque su tono no era de enojo, más bien de genuina preocupación. Por supuesto que tampoco debía dejarme engañar, en la mafia todos éramos tramposos y lo que podía parecer una pregunta sencilla, terminaría por convertirse en tu condena.Lamentablemente mi cerebro estaba demasiado cansado como para formar una buena excusa.—Acabo de despertar y bajé a tomar un vaso de agua. —dije lo primero que se me paso por la cabeza. —¿Algún problema con eso?Vicente chasqueó la lengua fastidiado. Pará el pobre hombre no debía ser fácil lidiar con ninguno de los hijos del Pakhan. Los gemelos y yo habíamos contribuido enormemente a la enorme cantidad de mechones blancos en su cabello. También en la notable aparición de arrugas en sí piel aceituna, aunque esto jamás se lo diría.—¿Así que decidiste ir por agua con botas de salir y una gabardina? —preguntó con ironía.—No sabía que era un delito. —respondió de inmediato. La sombra de una sonrisa apareció en la comisura de sus labios, pero desapareció con la misma rapidez.—Tú padre quiere verte y me envió a buscarte. —comentó revelando por fin el motivo de su aparición. —Así que sube a cambiarte, que supongo que lo necesitas. —acotó observando atentamente mis botas. —En el despacho en quince minutos. —informó antes de marcharse.Se fue dejándome con la palabra en la boca, así que abrí la puerta de mi cuarto y entre enojada. Si no lo considerara un padre más en mi vida, hace tiempo que hubiese ordenado que le cortarán la lengua por altanero.Fui directamente al baño y después de una rápida ducha, me vestí con un suéter de punto color crema y unos jeans. No era bueno hacer esperar al Boss, así que recogí mi melena blanca en una coleta alta y salí en dirección al estudio que estaba en el mismo piso.—Buen día, mi Boss. —saludé en cuanto los voyeviki que custodiaban a mi padre abrieron la puerta. —Siempre es un placer verte, papá.Ojalá pudiese decir que el sentimiento era mutuo, pero la mirada leonida de papá me observaba como si quisiera arrancarme la cabeza. Estaba enojado y solo rezaba para que dicha emoción no tuviese que ver con mis andanzas para ajustar cuentas.—Toma asiento. —ordenó señalando la silla frente a él, lo obedecí. La tensión el ambiente era demasiado densa como para cortarla con un cuchillo. —¿Puedes explicarme qué significa esto? —demandó lanzándome unos papeles.Casi me desmayo en cuanto vi que eran fotografías. La imagen era de hoy y me mostraba entrando al almacén con el hombre que ya debía estar en el infierno. En la siguiente también estaba, pero cuando salí con el rostro salpicado de sangre. Alce el rostro hacía mi padre.—Puedo explicarlo. —asegure lentamente.—¿Ah sí? —preguntó con sarcasmo. —Puedes decirme entonces… ¿Por qué mi hija se comporta como una vulgar asesina a sueldo? —interrogó golpeando la mesa. El sonido me hizo saltar en mi asiento, pocas veces lo había visto tan furioso. Tan poco entendía porqué se enojaba tanto. Normalmente el underboss se encargaba de estos trabajos, él mismo lo hizo cuando tenía mi edad. También había supervisado personalmente mi entrenamiento, sabía defenderme mejor que nadie y eso sumado a que mis hombres me acompañaban a dónde sea que fuera. Yo también comenzaba a enojarme, detestaba que me subestimara siempre. —Tía Veronika pidió mi ayuda para esto. —dije poniéndome de pie. El Boss estaba sentado, así que quedamos a la misma altura. —Esas cucarachas seguían vendiendo en nuestro territorio, no podíamos permitirlo. —sisee entre dientes. —¡Para eso están los ubiytsy! —gritó nuevamente. Su rostro tenía una expresión desencajada y ahora también se encontraba de pie, mirándome rabioso. Azul contra ver
El tiempo transcurría de manera extraña, no podía decir cuanto llevaba en la discoteca, pero debían haber transcurrido varias horas. La cabeza me daba vueltas debido a la cantidad excesiva de licor que había consumido, no recordaba haber pagado nada de eso. La música estaba a tope y piel brillaba a causa del sudor que me cubría, una sonrisa estúpida adornaba mis labios, reflejando mi ebriedad. Aparte un mechón de mi cabello que se me había pecado a la frente, estaba haciendo demasiado calor. Tuve que alejarme de la pista de baile y fui directamente al baño. Cerré la puerta detrás de mí y examiné los cubículos uno a uno, aparentemente me encontraba sola. Abrí el grifo, mojando mi rostro. El agua despertó nuevamente mis sentidos y redujo considerablemente mi borrachera, ya no estaba tan mareada como antes y podía enfocar las figuras que me rodeaban. Saqué un pañuelo de mi bolso y sequé la cara y cuello, quitándome los restos del sudor. El agua había corrido parcialmente mi maquillaje,
—Papá, por favor, deja que te explique. —rogué tomándolo del brazo para evitar que matará al hombre, quien se levantó de inmediato.Alonzo estaba pálido y comenzó a vestirse rápidamente. El enojo del Boss parecía haber aumentado al ver la desnudez del que consideraba un hombre de confianza. —Tú has silencio, que después de encargarme de él sigo contigo. —siseó quitándole el seguro de la makarov. —¡Ven acá! —le gritó a Alonzo.Esto iba a terminar en un baño de sangre si no hacía algo ahora mismo, Alonzo o yo terminaríamos muertos o quizás a ambos si mi padre no se sentía realmente piadoso. ¿En qué demonios estaba pensando al acostarse con un guardia? Un voyeviki que había sido entrenado para matar, cuyas manos estaban manchadas de sangre.—¿Cómo te atreviste a acostarte con mi hija? —preguntó apuntadole directamente a la frente. —Obligaste a la siguiente líder. —siseó furioso.—Papá, él no me obligó a nada. —intento explicarle. —Por favor, déjame contarte.—¡No necesito saber cómo te
La koroleva de la mafia rusa me observaba con suspicacia, evidentemente no estaba feliz con lo que estaba viendo. Pensaba seriamente sobre cómo decirle que ahora iba a casarme. Por supuesto que esa no era una noticia que pudieras darle a tu madre en cualquier instante de tu vida y de manera tan intempestiva.Mucho menos si era la segunda al mando de una mafia tan sangrienta como la Bratva, sin embargo tenía que contarle y mejor que lo supiera por mí que por cualquier otra persona; sobre todo por papá, quien parecía realmente dispuesto a decirle toda la verdad sin anestesia.Ya había hecho enojar al Boss y no quería saber lo que me sucedería si también hacía enojar a la esposa del Pakhan. Mucha gente decía que papá era un hombre cruel y despiadado, no estaban equivocados del todo, por supuesto. Pero esas personas no conocían a mi madre en su momento más rabioso. Amaranta Ivankova se había criado en la mafia rusa igual que papá, mi abuelo había sido el anterior Boss de la Bratva y educó
Él vino de inmediato hacía mí, probablemente confiado en que podría derrumbarme debido a mi tamaño reducido en comparación con el suyo; no pude controlar la sonrisa divertida que se extendió por mis labios. Venía demasiado rápido y eso anunciaba un duro golpe, extendí mi brazo: “Acércate un poco más”.En cuanto el voyeviki estuvo a unos centímetros de mí, tomé su brazo antes de que se hiciera con el mío, junto con una parte de la camisa que traía. Lo halé con todas mis fuerzas, empujando hacía adelante; todo sucedió en cuestión de segundos, aunque ante mis ojos parecía como si fuese a cámara lenta. Cuando volví en mí, el escolta se encontraba en el suelo, respirando entrecortadamente debido al golpe tan doloroso.Sin embargo, la pelea no terminaba allí, pues barrió su pierna en mis pies, llevándome también hacía el piso. Le lance una agria mirada; ¡qué jugada más sucia! Mi espalda dolía debido al impacto, pero en unos segundos ambos estuvimos de pie nuevamente. Saltó hacía mí con sus
Habían pasado varios días desde mi última conversación con Alonzo y mis nervios estaban de punta. Durante ese tiempo no nos habíamos visto, ni siquiera por casualidad, comenzaba a pensar que me estaba evitando. No que aquello me molestase, por supuesto. Simplemente era extraño no tenerlo a mí alrededor ya que era mi guardaespaldas. Me preocupaba que descuidará su trabajo, mi propia vida estaría en riesgo si no lo hacía.—Hasta aquí llega el humo de tus neuronas quemandose. —comentó Vladimir con burla.Ese día no tuve mucho que hacer, así que decidí acompañar a los gemelos para distraerme. Esto es consecuencia del castigo de mi padre, ya no puedo encargarme de los negocios de la hermandad por un tiempo. Pero volviendo al tema, mis hermanos no eran precisamente las personas más divertidas que existen. Probablemente lo sacaron del Boss, aunque hasta él tenía sus limites en cuanto a relacionarse con otros.—¿No se supone que estás haciendo tu tarea? —pregunté acomodandome en el mueble. —C
Por mi estabilidad emocional decidí que lo mejor sería ignorar lo que acaba de decir, además, se me hacía tarde para entrar a clases. Sacudí la cabeza y me di la vuelta yendo directamente al edificio de la facultad, no necesitaba girarme para saber que Alonzo me seguí, escuchaba perfectamente su risa burlona, lo cual me hizo chasquear los dientes a manera de desagrado. Ese imbécil sí que sabía cómo ponerme de malas.La facultad de Derecho era bastante grande y comprendía varias carreras, también era la zona con menos mujeres del campus, así que nos conocíamos todas. En mi carrera solo éramos cinco, fue prácticamente predecible que nos volviéramos amigas, aunque a veces me estresaban.Como ahora, que cuatro de las estudiantes más prometedoras de balística me rodeaban nada más entrar al salón. Mis amigas me miraban como si fuese su salvación; fruncí el ceño, nada bueno saldría de esto.—No me importan lo que hicieron, arréglenselas ustedes solas.Tome asiento en mi puesto habitual mient
Las clases continuaron igual, aunque mis amigas de vez en cuando le lanzaban miradas suspicaces, temiendo que cambiara de opinión. Entre eso y la sombra de Alonzo siguiéndome distantemente por todo el campus era suficiente para volverme loca. Agradecí cuando pude salir de clases antes de tiempo, estaba apunto de salir del aula, pero de nuevo las chicas me arrastraron a la cafetería para “supuestamente” hablarme de algo.Mi paciencia comenzaba a llegar a su límite, pero me deje llevar.—¿Qué sucede? Ya les dije que haríamos la fiesta en mi casa. No hay ninguna necesidad de me traten como un saco de papas.—Has estado evitándonos toda la mañana, esta era la única manera de traerte sin llamar innecesariamente la atención. —comentó Nicole.Enarque una ceja. Debía estar tomándome el pelo.Claro, no querían llamar la atención... lo hicieron tan discretamente como un desfile de fuegos artificiales en medio de una biblioteca.Pensé mientras detallaba a todas las personas que se detuvieron par