Capítulo 24

—Entonces dime que pare. —Su voz era un reto, sus labios a centímetros de los míos. —Dime que no sientes lo mismo, y lo haré.

Lo miré, mi mente luchando contra mi cuerpo, pero no pude decir nada. El silencio que siguió fue suficiente para que él se inclinara, sus labios encontrando los míos en un beso que no pedía permiso.

El fuego que había intentado sofocar durante semanas estalló en llamas. Mis manos se aferraron a su camisa, tirando de él con la misma desesperación con la que él me sostenía. Nuestros movimientos eran bruscos, cargados de una urgencia que no podíamos contener.

Finalmente, rompí el beso, respirando con dificultad, pero Alonzo no retrocedió.

—Esto no cambia nada, —dije, intentando recuperar algo de control.

—Lo cambia todo, Dominika. —Sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa. —No soy el tipo de hombre que deja ir algo que le importa. Y tú… —Hizo una pausa, su mano acariciando mi mejilla con sorprendente ternura. —Tú me importas más de lo que debería.

Quise rep
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