La koroleva de la mafia rusa me observaba con suspicacia, evidentemente no estaba feliz con lo que estaba viendo. Pensaba seriamente sobre cómo decirle que ahora iba a casarme. Por supuesto que esa no era una noticia que pudieras darle a tu madre en cualquier instante de tu vida y de manera tan intempestiva.
Mucho menos si era la segunda al mando de una mafia tan sangrienta como la Bratva, sin embargo tenía que contarle y mejor que lo supiera por mí que por cualquier otra persona; sobre todo por papá, quien parecía realmente dispuesto a decirle toda la verdad sin anestesia.
Ya había hecho enojar al Boss y no quería saber lo que me sucedería si también hacía enojar a la esposa del Pakhan. Mucha gente decía que papá era un hombre cruel y despiadado, no estaban equivocados del todo, por supuesto. Pero esas personas no conocían a mi madre en su momento más rabioso. Amaranta Ivankova se había criado en la mafia rusa igual que papá, mi abuelo había sido el anterior Boss de la Bratva y educó a su hija para ser igual de fuerte y tenaz.
Ni siquiera el Pakhan podía enfrentarse a ella cuando estaba enojada sin sufrir las consecuencias de su ofensa. Así que tendría que contarle la verdad y eso debía ser ahora mismo.
—¿Qué se supone ha pasado? —preguntó mirando a los hombres que venían detrás de mí y a mi padre quién traía cara de pocos amigos.
—Dejaré que ella misma te lo cuente. —respondió el Boss acercándose a su esposa y dejando un beso en su cabeza.
La atención de mamá recayó nuevamente sobre mí, detallándome con aquellos ojos azules que parecían ver el alma de quién estuviese frente a ella. Mismos ojos que yo heredé y que por lo tanto conocía exactamente el terror que imponían.
—¿Qué ha sucedido tigritsa? —preguntó con voz pausada, yo que sabía perfectamente que esa era solo una fachada; lo hacía para parecer accesible y poder sacarlnos mejor la verdad.
Era un truco viejo que usaba desde que yo era niña y le había funcionado conmigo y con mis hermanos. Suspiré y cuadre los hombros preparada para contarle toda la verdad.
—Tenemos mucho de que hablar, sucedió algo imprevisto. —comenté. Por mi semblante entristecido, se dio cuenta de que algo grave pasaba. Ordenó a los voyeviki que se quedaran fuera haciendo guardia y subimos las escaleras hacia mi habitación.
Una vez allí entramos y me deje caer sobre la cama ocultando mi rostro entre mis manos.
—Me voy a casar dije. —sin más. Aquellos orbes azules se abrieron enormemente, sorprendidos.
—¿Cómo que te vas a casar? —cuestionó estupefacta.
—Anoche me fui de fiesta y ocurrió un accidente con uno de los guardias.
—¿Qué clase de accidente? —indagó enarcando una ceja.
—Confórmate con saber que papá nos encontró esta mañana en una situación muy comprometedora.
Los músculos de mamá se tensan, su semblante es fingidamente relajado. Tuve que explicarle rapida y censuradamente lo que había pasado, confesandole que mi futuro esposo sería Alonzo Rinaldi, esto si pareció dejarla mucho más sorprendida que la noticia de la boda en sí.
—¿Acaso tu padre ha ordenado este matrimonio? —continuó con el interrogatorio. Asentí repetidas veces.
—Yo no quiero casarme, pero han sido las órdenes del Boss. —respondí lamentándome. —¿Puedes ayudarme a evitarlo? Sabes que mi meta siempre ha sido ser líder, no una esposa y mucho menos un matrimonio. —Mamá suspiró igual que lo hice yo hace tan solo unos instantes, sus ojos se entristecieron y negó con la cabeza.
—Hay muchas cosas de las que puedo convencer a tu padre, pero sin duda alguna esta no es una de ellas; algo muy grave debió haber ocurrido como para que quisiera organizar un matrimonio así de la nada.
Fruncí el ceño,decepcionada. Si mamá no puede, no existe alguien más.
—Sabes perfectamente que tu padre te ama. —inquirió sonriendo.
Yo ya no estaba tan segura, dado los hechos recientes, sin embargo, no me negué a lo que decía.
—Supongo que ahora tengo que organizar una boda. —comentó en un tono jocoso para alivianar ambiente. —Siempre pensé que a ninguno de mis hijos le tocaría un destino parecido al mío. —dijo lamentándose.
Tanto mis hermanos como yo sabíamos que el matrimonio de nuestros padres no fue precisamente por amor, por supuesto, ellos ya se habían amado antes y probablemente cualquiera que lo viera diría que su tiempo ya había pasado. Su matrimonio fue algo arreglado mamá, necesitaba vengarse y papá necesita una esposa para que la Bratva dejara de molestarlo.Aunque, por supuesto, está solo era una excusa para tenerla.
El amor resurgió nuevamente entre ellos, lo que pocas veces sucede, dado el mundo en el que nacemos. Papá y mamá siempre nos dijeron que nuestro ambiente era de violencia, sangre y muerte; así que debíamos buscar a alguien que nos ayudara a sobrellevar todo eso.
Un compañero quien aceptará ser parte de esto y nos convirtiéramos en un equipo.
Aún con todo y todo Alonso también había sido criado en este entorno, por supuesto que confiaba en que haría lo que sea para mantenernos en la cima, pero aún así era duro casarse con él porque no sentía nada.
Probablemente él pensaba lo mismo. Esa idea me molestó y no entendí porqué si yo creía lo mismo.
Suspiré monstrandome de acuerdo.
—El Boss me dijo que te pidiera ayuda para organizar la boda cuanto antes, dice que el resto de los clanes se pondrán en contra si se enteran de lo que sucedió y que no estoy casada. Mi camino puede volverse más empinado que antes.
—Tu padre tiene razón. —concedió mamá. —En este mundo no quieren a las mujeres tanto como se debería. La Bratva es una organización avanzada comparada con otras, pero ni los polacos, los italianos y los rumanos, tampoco los franceses, aceptarán que sea una mujer que tome las reglas de la pirámide tu padre quiere evitar eso y que tu camino sea lo más despejado posible.
A veces tienes que sacrificar parte de tu felicidad y libertad por una causa mucho más grande, solo esperaba que el tiempo pase lo suficientemente rápido. También me siento culpable por arrastrar Alonso a esto. Él nunca ha sido santo de mi devoción pero aún así, no merece casarse en un matrimonio sin amor.
Mamá parecía saber lo que estaba pensando, porque oltó una risa.
—No tienes que preocuparte por nada. —aseguró apretando mi mano. —Todos en la brava saben que tarde o temprano solo tenemos dos cosas aseguradas, la muerte y un matrimonio por conveniencia. —comenzó a masajear mi cabello con cariño. —No lo tomará por sorpresa tu tío lo preparó lo suficientemente bien.
—Para ser un soldado y un espía acorde, no para ser mi esposo.
—¿Cuál es la diferencia? El matrimonio puede convertirse en un campo de batalla si no se sabe sobrellevar.
—Estoy segura de que el nuestro sera una guerra, no me agrada y yo mucho menos a él.
—Pues tendrás que aprender a apreciar a tu marido, al menos por un tiempo prudencial.
—¿Cuántos meses crees que tenga que estar atada a él? —Mamá hizo silencio y pensó por unos instantes.
—Probablemente un año, lo suficiente como que para al resto de los clanes se les olvide todo esto, tampoco estarán felices de que te divorcies o de tener una líder divorciada, pero es más fácil enfrentarse a eso.
Asentí mostrándome de acuerdo.
—Muy bien ¿cuando empezamos con los preparativos? —comenté con falsa alegría, aún así, después de eso pasamos toda la tarde conversando algunas cosas. Me mostró varios vestidos y varios lugares donde podríamos hacer la ceremonia, todos los preparativos me estaban causando ansiedad.
Así que en algún punto le pedí que tomáramos un respiro y salí hacía el campo de entrenamiento que quedaba detrás de la fortaleza. El invierno estaba a la vuelta de la esquina por lo que hacía demasiado frío, pero decenas de hombres entrenaban como si estuviésemos en pleno verano, golpeaban sacos y peleaban entre ellos mismos cuerpo a cuerpo, algunos con dagas y otros con cuchillos.
La mayoría eran grandes y fornidos debido al entrenamiento al que se sometían desde que eran niños, había pocas mujeres, no es porque fuesen apropiadas para el trabajo, sino que muchas de ellas tenían miedo a enfrentarse a esto, preferían quedarse en casa o trabajar como espías encubierto.
Por supuesto que el entrenamiento no era el mismo digamos que era más suave y no por eso menos tortuoso. Desde que era niña yo entrenaba con ellos, los voyeviki eran mi familia tanto como mis hermanos y mis padres. Al verme varios de ellos me mostraron respeto con un asentimiento de cabeza reconociendo mi posición sobre ellos. Les devolví el gesto y caminé envolviendo mis manos en una venda.
Estaban bastante maltratadas debido a la cantidad de ejercicios a los que se vieron sometidas llevaba unos monos de chandal y una franela negra, mis pies estaban descalzos. Me acostumbre a entrenar así durante toda mi infancia por mayor comodidad, en terminos de agilidad y facilidad.
En el centro del lugar había un pequeño ring de boxeo donde dos hombres se estaban ahorcando y otro de ellos servía de árbitro, no pasó mucho tiempo antes de que uno golpeara fuertemente el piso declarando que se rendía. El que hacía de árbitro pitó y levantó la mano del ganador.
Me subí directamente en el ring, pasando mis piernas por las cuerdas.
—Te atreves a compartir conmigo. —Lo reté con una sonrisa socarrona.
El hombre me devolvió el gesto, ninguno de ellos tenía consideración conmigo solo por ser la hija del jefe, todo lo contrario, siempre dejé clara mi postura. Era la hija de su jefe y su futura jefa pero aún así debían tratarme como un miembro más de la hermandad.
—De acuerdo princesa, ¿cuerpo a cuerpo o eliges tus armas? —preguntó. Su rostro estaba lleno de tatuajes como el de la mayoría de los voyevikes.
—Que sea cuerpo a cuerpo. —Me fijé en que varios se habían acercado hacia nosotros, emocionados por ver a la princesa de la Bratva lista para enfrentarse a un monstruoso voyekivi.
Me puse en posición alzando mis puños al frente, mi contrincante hizo lo mismo y en cuanto el pitido nos dio la señal nos pusimos en guardía y la contienda empezó.
Él vino de inmediato hacía mí, probablemente confiado en que podría derrumbarme debido a mi tamaño reducido en comparación con el suyo; no pude controlar la sonrisa divertida que se extendió por mis labios. Venía demasiado rápido y eso anunciaba un duro golpe, extendí mi brazo: “Acércate un poco más”.En cuanto el voyeviki estuvo a unos centímetros de mí, tomé su brazo antes de que se hiciera con el mío, junto con una parte de la camisa que traía. Lo halé con todas mis fuerzas, empujando hacía adelante; todo sucedió en cuestión de segundos, aunque ante mis ojos parecía como si fuese a cámara lenta. Cuando volví en mí, el escolta se encontraba en el suelo, respirando entrecortadamente debido al golpe tan doloroso.Sin embargo, la pelea no terminaba allí, pues barrió su pierna en mis pies, llevándome también hacía el piso. Le lance una agria mirada; ¡qué jugada más sucia! Mi espalda dolía debido al impacto, pero en unos segundos ambos estuvimos de pie nuevamente. Saltó hacía mí con sus
Habían pasado varios días desde mi última conversación con Alonzo y mis nervios estaban de punta. Durante ese tiempo no nos habíamos visto, ni siquiera por casualidad, comenzaba a pensar que me estaba evitando. No que aquello me molestase, por supuesto. Simplemente era extraño no tenerlo a mí alrededor ya que era mi guardaespaldas. Me preocupaba que descuidará su trabajo, mi propia vida estaría en riesgo si no lo hacía.—Hasta aquí llega el humo de tus neuronas quemandose. —comentó Vladimir con burla.Ese día no tuve mucho que hacer, así que decidí acompañar a los gemelos para distraerme. Esto es consecuencia del castigo de mi padre, ya no puedo encargarme de los negocios de la hermandad por un tiempo. Pero volviendo al tema, mis hermanos no eran precisamente las personas más divertidas que existen. Probablemente lo sacaron del Boss, aunque hasta él tenía sus limites en cuanto a relacionarse con otros.—¿No se supone que estás haciendo tu tarea? —pregunté acomodandome en el mueble. —C
Por mi estabilidad emocional decidí que lo mejor sería ignorar lo que acaba de decir, además, se me hacía tarde para entrar a clases. Sacudí la cabeza y me di la vuelta yendo directamente al edificio de la facultad, no necesitaba girarme para saber que Alonzo me seguí, escuchaba perfectamente su risa burlona, lo cual me hizo chasquear los dientes a manera de desagrado. Ese imbécil sí que sabía cómo ponerme de malas.La facultad de Derecho era bastante grande y comprendía varias carreras, también era la zona con menos mujeres del campus, así que nos conocíamos todas. En mi carrera solo éramos cinco, fue prácticamente predecible que nos volviéramos amigas, aunque a veces me estresaban.Como ahora, que cuatro de las estudiantes más prometedoras de balística me rodeaban nada más entrar al salón. Mis amigas me miraban como si fuese su salvación; fruncí el ceño, nada bueno saldría de esto.—No me importan lo que hicieron, arréglenselas ustedes solas.Tome asiento en mi puesto habitual mient
Las clases continuaron igual, aunque mis amigas de vez en cuando le lanzaban miradas suspicaces, temiendo que cambiara de opinión. Entre eso y la sombra de Alonzo siguiéndome distantemente por todo el campus era suficiente para volverme loca. Agradecí cuando pude salir de clases antes de tiempo, estaba apunto de salir del aula, pero de nuevo las chicas me arrastraron a la cafetería para “supuestamente” hablarme de algo.Mi paciencia comenzaba a llegar a su límite, pero me deje llevar.—¿Qué sucede? Ya les dije que haríamos la fiesta en mi casa. No hay ninguna necesidad de me traten como un saco de papas.—Has estado evitándonos toda la mañana, esta era la única manera de traerte sin llamar innecesariamente la atención. —comentó Nicole.Enarque una ceja. Debía estar tomándome el pelo.Claro, no querían llamar la atención... lo hicieron tan discretamente como un desfile de fuegos artificiales en medio de una biblioteca.Pensé mientras detallaba a todas las personas que se detuvieron par
—¿Creen que este me quede bien? —preguntó Nicole por quinta vez.Llevábamos ya tres horas en la boutique. Las cuatro estaban emocionadas desde que vieron todas las prendas disponibles. Por supuesto, eran de la más alta calidad y prestigio; solía venir a esta tienda con mi madre cuando necesitábamos vestidos para algún evento entre mafias.—Si decimos que sí, ¿nos podremos ir de inmediato? —rogué, apoyando la cabeza en el sofá.—Tú ni te quejes, ni siquiera has elegido un vestido.Esbocé una mueca de desagrado.—Ustedes querían que usara atuendos demasiado brillantes; iba a parecer un maldito árbol de Navidad.Reímos todas al unísono. Ya estaban acostumbradas a mi sentido del humor, aunque el brillo en los ojos de Amanda no me gustó para nada. Tampoco las miradas cómplices que intercambiaron Aleska y Sasha.¿Qué estaban tramando?Antes de darme cuenta, me empujaron a uno de los vestidores con al menos cinco conjuntos diferentes en mis brazos. Se estaban comportando de manera infantil.
Las manos de Alonzo se deslizaron por mi cintura, pegándome aún más a él. Sentí cómo su erección empezaba a formarse en sus pantalones, y mi propia humedad empapaba mi ropa interior. Su boca se separó de la mía y descendió directamente a mi cuello, donde comenzó a dejar pequeños mordiscos, para luego lamer esa misma zona. Mi cuerpo estaba a punto de estallar; no importaba dónde me tocara, el calor era el mismo. No podía controlar mis jadeos, ¿qué me estaba pasando?—Dominika, ¿estás bien? —La voz de Nicole me sacó de mi ensueño. —Llevamos un buen rato esperándote, se nos hará tarde.Pensé con desagrado: “Qué buena hora para llegar.”Intenté separarme de Alonzo, pero él aumentó la presión en mi cintura. Levanté una ceja en su dirección, ¿acaso no entendía la situación? Hice otro intento de soltarme, pero él me mantuvo en el mismo lugar. Quería gritarle: “¡Suéltame, maldito idiota!”—Tenemos que salir. —susurré mientras colocaba mis manos sobre las suyas.—Bueno, salgamos. —contestó con
Un buen baño en la tina sería la solución perfecta para todo el estrés que había acumulado en los últimos días. Lo preparé con varias sales y rosas, entregándome por completo a la absoluta relajación. Desde que tomé conciencia de mi posición en el mundo, estos pequeños momentos me ayudaban a mantener algo de paz. Cerré los ojos y me sumergí en el agua por varios segundos. Practicaba este juego desde niña, solo para ver cuánto podía aguantar la respiración; además, me ayudaba a pensar con más claridad. Normalmente, había demasiado ruido a mi alrededor como para concentrarme.Las voces solían hablar demasiado, sin decir nada, y terminaban convirtiéndose en un molesto ruido de fondo.Volví a la superficie cuando me quedé sin aire, pero quería disfrutar un poco más de esta tranquilidad. Además, necesitaba idear un plan para que el Boss me dejara volver a participar en los negocios. Nunca dejaría de hacerlo, pero prefería tener su permiso para evitar más problemas. Alexey Volkov era un pad
Mientras avanzábamos por los pasillos, sentía los ojos de todos sobre mí, como si evaluaran cada paso que daba. Sabía que muchos se preguntaban por qué el Boss me había convocado, considerando que recientemente se había mostrado tajante en mantenerme al margen. Podía oír murmullos apenas perceptibles, pero elegí ignorarlos. Alonzo se mantenía a mi lado, tan atento como siempre, aunque en esta ocasión lo noté algo tenso. Parecía entender que este encuentro tenía más importancia de lo que yo misma había imaginado.Finalmente, llegamos a las puertas del despacho de mi padre. Mi madre me miró con una sonrisa alentadora antes de dar unos golpecitos suaves y abrir las puertas.—Está aquí, Alexey.—Hazla pasar —su voz, profunda y solemne, resonó desde el otro lado.Respiré hondo y entré, dejando a mi madre y a Alonzo afuera. Sentía cómo el corazón me latía con fuerza; Alexey no era un hombre que mostrara sus emociones, pero ese día su mirada era aún más indescifrable. Estaba de pie junto a u