Capítulo 11

Las manos de Alonzo se deslizaron por mi cintura, pegándome aún más a él. Sentí cómo su erección empezaba a formarse en sus pantalones, y mi propia humedad empapaba mi ropa interior. Su boca se separó de la mía y descendió directamente a mi cuello, donde comenzó a dejar pequeños mordiscos, para luego lamer esa misma zona. Mi cuerpo estaba a punto de estallar; no importaba dónde me tocara, el calor era el mismo. No podía controlar mis jadeos, ¿qué me estaba pasando?

—Dominika, ¿estás bien? —La voz de Nicole me sacó de mi ensueño. —Llevamos un buen rato esperándote, se nos hará tarde.

Pensé con desagrado: “Qué buena hora para llegar.”

Intenté separarme de Alonzo, pero él aumentó la presión en mi cintura. Levanté una ceja en su dirección, ¿acaso no entendía la situación? Hice otro intento de soltarme, pero él me mantuvo en el mismo lugar. Quería gritarle: “¡Suéltame, maldito idiota!”

—Tenemos que salir. —susurré mientras colocaba mis manos sobre las suyas.

—Bueno, salgamos. —contestó con
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