Cerré la puerta de mi departamento tras de mí y dejé caer los tacones en el suelo de mármol, sintiendo el peso de la noche sobre mis hombros. Era como si toda la tensión de la reunión se hubiera pegado a mi piel. Al final, no habíamos encontrado a los culpables del sabotaje con la mercancía, pero Vicente y mis hombres seguían investigando.Solté un suspiro largo, dejando caer el bolso sobre la mesa antes de caminar hacia el ventanal. Las luces de la ciudad se extendían frente a mí como un manto de estrellas, y por un instante me quedé allí, buscando algo de paz en el silencio de mi hogar.Pero la calma fue fugaz. Escuché el clic de la puerta detrás de mí, y supe que no estaba sola. Alonzo había decidido seguirme hasta aquí, como si no hubiéramos tenido suficiente con la farsa en la fiesta. No me giré, mantuve la vista fija en las luces de la ciudad, fingiendo que su presencia no me afectaba.—Pensé que tendrías la decencia de darme al menos unos minutos de paz —murmuré sin voltear, co
La música y el murmullo de los invitados llenaban la enorme sala de lujo. Aunque era mi fiesta de compromiso, el ambiente estaba cargado de una formalidad helada, recordando a todos la verdadera razón detrás de esta unión. Aquí no se trataba de amor, sino de poder, y cada persona en este salón lo sabía. A mi alrededor se reunía la élite criminal de distintos mundos: la Costa Nostra, la Familia, las mafias rumanas, polacas, e incluso cárteles de narcotráfico de América. Esta noche, bajo un mismo techo, estaban todos los líderes y representantes de mundos tan peligrosos como el nuestro.Los observaba con una mezcla de orgullo y cautela. Mi vestido negro me daba un aire de autoridad que no siempre sentía, aunque intentaba aparentarlo a la perfección. Con cada paso que daba, sentía el peso de las expectativas. Mi mirada buscó a mis padres entre la multitud de invitados. Estaban rodeados, conversando con varios de los líderes más influyentes. Cuando nuestros ojos se encontraron, mi padre,
Cuando la situación se calmó y el eco de la última detonación se disipó, Alonzo y yo salimos juntos, dejando atrás el salón que había sido el escenario de nuestro compromiso y ahora de una emboscada. El eco de los pasos se sentía en el vacío del vestíbulo, y aunque todavía sentía la adrenalina palpitando, comenzaba a darme cuenta de lo agotador que había sido enfrentar la amenaza con la tensión de nuestra relación a cuestas.Entonces, una figura elegante y etérea apareció al final del pasillo. La mujer caminaba con una gracia que parecía hacer eco de las sombras que la rodeaban. Alta y delgada, con el cabello dorado que caía en cascadas sobre su espalda y un vestido verde de terciopelo que se amoldaba a sus curvas como una segunda piel, se dirigía directamente hacia Alonzo. Él se tensó, casi imperceptiblemente, como si el peso de un viejo recuerdo lo golpeara. Y, con una intensidad que quemaba, mi atención se centró en esa desconocida.La mujer esbozó una sonrisa enigmática cuando lle
La sangre estaba goteando de mi haladie, provocando un tétrico sonido que provocaba un miedo paralizante. Di varios pasos hacía adelante, fijando la mirada en mi próxima víctima. Unos ojos azul zafiro se reflejaron en dos cuencas oscuras y cargadas de miedo. Sonreí perversamente, deslizando la punta de mi lengua por mi labio inferior. Estiré mi mano para tomarlo del brazo.—Tranquilo, no voy a cortarte de nuevo. —susurre herméticamente al ver que encogió la extremidad por instinto. —Eso, si eres un buen chico quizás puedas vivir después de lo que has hecho. Podía sentir su pulso acelerado y cómo empezaba a temblar. Contemplé complacida el corte que se extendía desde el antebrazo a la muñeca. Sin ningún tipo de miramiento, pose la punta de la daga sobre la herida, de la cual nuevamente comenzó a brotar sangre.Los gritos de agonía llenaron la bodega donde me encontraba y pequeñas convulsiones recorrieron el cuerpo de aquel hombre que continuaba atado a la silla. Quite repentinamente e
—¿Ah sí? —preguntó con sarcasmo. —Puedes decirme entonces… ¿Por qué mi hija se comporta como una vulgar asesina a sueldo? —interrogó golpeando la mesa. El sonido me hizo saltar en mi asiento, pocas veces lo había visto tan furioso. Tan poco entendía porqué se enojaba tanto. Normalmente el underboss se encargaba de estos trabajos, él mismo lo hizo cuando tenía mi edad. También había supervisado personalmente mi entrenamiento, sabía defenderme mejor que nadie y eso sumado a que mis hombres me acompañaban a dónde sea que fuera. Yo también comenzaba a enojarme, detestaba que me subestimara siempre. —Tía Veronika pidió mi ayuda para esto. —dije poniéndome de pie. El Boss estaba sentado, así que quedamos a la misma altura. —Esas cucarachas seguían vendiendo en nuestro territorio, no podíamos permitirlo. —sisee entre dientes. —¡Para eso están los ubiytsy! —gritó nuevamente. Su rostro tenía una expresión desencajada y ahora también se encontraba de pie, mirándome rabioso. Azul contra ver
El tiempo transcurría de manera extraña, no podía decir cuanto llevaba en la discoteca, pero debían haber transcurrido varias horas. La cabeza me daba vueltas debido a la cantidad excesiva de licor que había consumido, no recordaba haber pagado nada de eso. La música estaba a tope y piel brillaba a causa del sudor que me cubría, una sonrisa estúpida adornaba mis labios, reflejando mi ebriedad. Aparte un mechón de mi cabello que se me había pecado a la frente, estaba haciendo demasiado calor. Tuve que alejarme de la pista de baile y fui directamente al baño. Cerré la puerta detrás de mí y examiné los cubículos uno a uno, aparentemente me encontraba sola. Abrí el grifo, mojando mi rostro. El agua despertó nuevamente mis sentidos y redujo considerablemente mi borrachera, ya no estaba tan mareada como antes y podía enfocar las figuras que me rodeaban. Saqué un pañuelo de mi bolso y sequé la cara y cuello, quitándome los restos del sudor. El agua había corrido parcialmente mi maquillaje,
—Papá, por favor, deja que te explique. —rogué tomándolo del brazo para evitar que matará al hombre, quien se levantó de inmediato.Alonzo estaba pálido y comenzó a vestirse rápidamente. El enojo del Boss parecía haber aumentado al ver la desnudez del que consideraba un hombre de confianza. —Tú has silencio, que después de encargarme de él sigo contigo. —siseó quitándole el seguro de la makarov. —¡Ven acá! —le gritó a Alonzo.Esto iba a terminar en un baño de sangre si no hacía algo ahora mismo, Alonzo o yo terminaríamos muertos o quizás a ambos si mi padre no se sentía realmente piadoso. ¿En qué demonios estaba pensando al acostarse con un guardia? Un voyeviki que había sido entrenado para matar, cuyas manos estaban manchadas de sangre.—¿Cómo te atreviste a acostarte con mi hija? —preguntó apuntadole directamente a la frente. —Obligaste a la siguiente líder. —siseó furioso.—Papá, él no me obligó a nada. —intento explicarle. —Por favor, déjame contarte.—¡No necesito saber cómo te
La koroleva de la mafia rusa me observaba con suspicacia, evidentemente no estaba feliz con lo que estaba viendo. Pensaba seriamente sobre cómo decirle que ahora iba a casarme. Por supuesto que esa no era una noticia que pudieras darle a tu madre en cualquier instante de tu vida y de manera tan intempestiva.Mucho menos si era la segunda al mando de una mafia tan sangrienta como la Bratva, sin embargo tenía que contarle y mejor que lo supiera por mí que por cualquier otra persona; sobre todo por papá, quien parecía realmente dispuesto a decirle toda la verdad sin anestesia.Ya había hecho enojar al Boss y no quería saber lo que me sucedería si también hacía enojar a la esposa del Pakhan. Mucha gente decía que papá era un hombre cruel y despiadado, no estaban equivocados del todo, por supuesto. Pero esas personas no conocían a mi madre en su momento más rabioso. Amaranta Ivankova se había criado en la mafia rusa igual que papá, mi abuelo había sido el anterior Boss de la Bratva y educó