Capítulo 8

Por mi estabilidad emocional decidí que lo mejor sería ignorar lo que acaba de decir, además, se me hacía tarde para entrar a clases. Sacudí la cabeza y me di la vuelta yendo directamente al edificio de la facultad, no necesitaba girarme para saber que Alonzo me seguí, escuchaba perfectamente su risa burlona, lo cual me hizo chasquear los dientes a manera de desagrado. Ese imbécil sí que sabía cómo ponerme de malas.

La facultad de Derecho era bastante grande y comprendía varias carreras, también era la zona con menos mujeres del campus, así que nos conocíamos todas. En mi carrera solo éramos cinco, fue prácticamente predecible que nos volviéramos amigas, aunque a veces me estresaban.

Como ahora, que cuatro de las estudiantes más prometedoras de balística me rodeaban nada más entrar al salón. Mis amigas me miraban como si fuese su salvación; fruncí el ceño, nada bueno saldría de esto.

—No me importan lo que hicieron, arréglenselas ustedes solas.

Tome asiento en mi puesto habitual mient
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