—¿Creen que este me quede bien? —preguntó Nicole por quinta vez.Llevábamos ya tres horas en la boutique. Las cuatro estaban emocionadas desde que vieron todas las prendas disponibles. Por supuesto, eran de la más alta calidad y prestigio; solía venir a esta tienda con mi madre cuando necesitábamos vestidos para algún evento entre mafias.—Si decimos que sí, ¿nos podremos ir de inmediato? —rogué, apoyando la cabeza en el sofá.—Tú ni te quejes, ni siquiera has elegido un vestido.Esbocé una mueca de desagrado.—Ustedes querían que usara atuendos demasiado brillantes; iba a parecer un maldito árbol de Navidad.Reímos todas al unísono. Ya estaban acostumbradas a mi sentido del humor, aunque el brillo en los ojos de Amanda no me gustó para nada. Tampoco las miradas cómplices que intercambiaron Aleska y Sasha.¿Qué estaban tramando?Antes de darme cuenta, me empujaron a uno de los vestidores con al menos cinco conjuntos diferentes en mis brazos. Se estaban comportando de manera infantil.
Las manos de Alonzo se deslizaron por mi cintura, pegándome aún más a él. Sentí cómo su erección empezaba a formarse en sus pantalones, y mi propia humedad empapaba mi ropa interior. Su boca se separó de la mía y descendió directamente a mi cuello, donde comenzó a dejar pequeños mordiscos, para luego lamer esa misma zona. Mi cuerpo estaba a punto de estallar; no importaba dónde me tocara, el calor era el mismo. No podía controlar mis jadeos, ¿qué me estaba pasando?—Dominika, ¿estás bien? —La voz de Nicole me sacó de mi ensueño. —Llevamos un buen rato esperándote, se nos hará tarde.Pensé con desagrado: “Qué buena hora para llegar.”Intenté separarme de Alonzo, pero él aumentó la presión en mi cintura. Levanté una ceja en su dirección, ¿acaso no entendía la situación? Hice otro intento de soltarme, pero él me mantuvo en el mismo lugar. Quería gritarle: “¡Suéltame, maldito idiota!”—Tenemos que salir. —susurré mientras colocaba mis manos sobre las suyas.—Bueno, salgamos. —contestó con
Un buen baño en la tina sería la solución perfecta para todo el estrés que había acumulado en los últimos días. Lo preparé con varias sales y rosas, entregándome por completo a la absoluta relajación. Desde que tomé conciencia de mi posición en el mundo, estos pequeños momentos me ayudaban a mantener algo de paz. Cerré los ojos y me sumergí en el agua por varios segundos. Practicaba este juego desde niña, solo para ver cuánto podía aguantar la respiración; además, me ayudaba a pensar con más claridad. Normalmente, había demasiado ruido a mi alrededor como para concentrarme.Las voces solían hablar demasiado, sin decir nada, y terminaban convirtiéndose en un molesto ruido de fondo.Volví a la superficie cuando me quedé sin aire, pero quería disfrutar un poco más de esta tranquilidad. Además, necesitaba idear un plan para que el Boss me dejara volver a participar en los negocios. Nunca dejaría de hacerlo, pero prefería tener su permiso para evitar más problemas. Alexey Volkov era un pad
Mientras avanzábamos por los pasillos, sentía los ojos de todos sobre mí, como si evaluaran cada paso que daba. Sabía que muchos se preguntaban por qué el Boss me había convocado, considerando que recientemente se había mostrado tajante en mantenerme al margen. Podía oír murmullos apenas perceptibles, pero elegí ignorarlos. Alonzo se mantenía a mi lado, tan atento como siempre, aunque en esta ocasión lo noté algo tenso. Parecía entender que este encuentro tenía más importancia de lo que yo misma había imaginado.Finalmente, llegamos a las puertas del despacho de mi padre. Mi madre me miró con una sonrisa alentadora antes de dar unos golpecitos suaves y abrir las puertas.—Está aquí, Alexey.—Hazla pasar —su voz, profunda y solemne, resonó desde el otro lado.Respiré hondo y entré, dejando a mi madre y a Alonzo afuera. Sentía cómo el corazón me latía con fuerza; Alexey no era un hombre que mostrara sus emociones, pero ese día su mirada era aún más indescifrable. Estaba de pie junto a u
La figura se movía con sigilo, apenas visible en la penumbra que reinaba en el muelle. Sentí un escalofrío en la nuca, pero mantuve mi postura. No podía dar señales de duda o debilidad frente a los demás.Alonzo también había notado la presencia y se adelantó en silencio, colocándose un poco más cerca de mí. Sus ojos se fijaron en el punto exacto donde yo había visto la figura, y sus manos se deslizaron hacia la funda de su arma, preparado para cualquier eventualidad.—¿Espera refuerzos? —pregunté al hombre que me había entregado la carpeta, sin apartar la vista de la sombra.El hombre negó con la cabeza, visiblemente nervioso.—No, señorita. No debería haber nadie más aquí aparte del equipo de seguridad.Asentí, evaluando la situación. Por un lado, podría tratarse de algún curioso que desconocía a quién estaba espiando; por otro, podría ser una amenaza real. En cualquier caso, no era el momento de arriesgarme.—Quiero que refuercen la seguridad en el perímetro —ordené en voz baja—. N
La música resonaba en la gran sala, y el murmullo de risas y conversaciones llenaba el aire mientras las luces titilaban en un juego de sombras y colores. Caminaba entre los invitados con la mejor de mis sonrisas, fingiendo que disfrutaba cada momento, cada mirada de admiración. Sabía que destacaba, no era ajena a cómo todos me observaban cuando me movía entre ellos.De pronto, noté a Alonzo en un rincón, con un vaso en la mano, mirándome. Su mirada intensa me seguía a cada paso, y aunque trataba de ignorarlo, no podía evitar sentir un hormigueo bajo su escrutinio. No sé por qué, pero había algo en la forma en que me observaba que hacía que me sintiera vulnerable, expuesta, como si él fuera el único que podía ver más allá de mi fachada.Entonces, Dmitri, uno de los viejos amigos de la familia, se inclinó hacia mí para decirme algo en voz baja, algo sin importancia, pero lo suficientemente gracioso para arrancarme una sonrisa genuina. Sin pensarlo, giré hacia Alonzo, y nuestras miradas
Cerré la puerta de mi departamento tras de mí y dejé caer los tacones en el suelo de mármol, sintiendo el peso de la noche sobre mis hombros. Era como si toda la tensión de la reunión se hubiera pegado a mi piel. Al final, no habíamos encontrado a los culpables del sabotaje con la mercancía, pero Vicente y mis hombres seguían investigando.Solté un suspiro largo, dejando caer el bolso sobre la mesa antes de caminar hacia el ventanal. Las luces de la ciudad se extendían frente a mí como un manto de estrellas, y por un instante me quedé allí, buscando algo de paz en el silencio de mi hogar.Pero la calma fue fugaz. Escuché el clic de la puerta detrás de mí, y supe que no estaba sola. Alonzo había decidido seguirme hasta aquí, como si no hubiéramos tenido suficiente con la farsa en la fiesta. No me giré, mantuve la vista fija en las luces de la ciudad, fingiendo que su presencia no me afectaba.—Pensé que tendrías la decencia de darme al menos unos minutos de paz —murmuré sin voltear, co
La música y el murmullo de los invitados llenaban la enorme sala de lujo. Aunque era mi fiesta de compromiso, el ambiente estaba cargado de una formalidad helada, recordando a todos la verdadera razón detrás de esta unión. Aquí no se trataba de amor, sino de poder, y cada persona en este salón lo sabía. A mi alrededor se reunía la élite criminal de distintos mundos: la Costa Nostra, la Familia, las mafias rumanas, polacas, e incluso cárteles de narcotráfico de América. Esta noche, bajo un mismo techo, estaban todos los líderes y representantes de mundos tan peligrosos como el nuestro.Los observaba con una mezcla de orgullo y cautela. Mi vestido negro me daba un aire de autoridad que no siempre sentía, aunque intentaba aparentarlo a la perfección. Con cada paso que daba, sentía el peso de las expectativas. Mi mirada buscó a mis padres entre la multitud de invitados. Estaban rodeados, conversando con varios de los líderes más influyentes. Cuando nuestros ojos se encontraron, mi padre,