De nuevo solos en el salón el silencio se hizo latente entre los hermanos.
—¿Sabes… Hermanito que no me cuesta nada decirle sobre tu identidad a Ariel y notificarle a mamá sobre tus planes de convertirte en su caniche personal?—Logan clava sus grandes y azules ojos en los castaños de su hermano.
Éste le mira con la mandíbula desencajada, parecía que realmente Logan buscase una paliza. Y no dudaría en complacerlo si no se callaba esa m*****a boca de inútil.
—Y a mi no me cuesta nada decirle a Ariel sobre lo que estás planeando…—le respondió el menor intentando tranquilizarse finalmente.
Porqué sencillamente lo sabía…Sabía que no ganaría nada liándose a golpes contra su hermano a pesar de que tuviese ganas de hacerlo. Además de las heridas abiertas que tenía por la pelea de bar, podrían reabrirse de forma fácil y eso iba a salirle caro, más preguntas y ataques por parte de su familia. Bastaba y era suficiente el apoyo de Robert salvándole el culo como siempre.
—Touché. ¿Entonces tenemos un pacto?—pregunta Logan con burla.
—Habla—le responde el castaño.
Logan sonrío con malicia, como sabiéndose ganador de la disputa antes si quiera de empezarla.
—A mi esa niñita no me interesa en ningún sentido carnal y menos aún amoroso. Sabes como soy. Yo te vi, vi como derrochabas amor por ella en tu mirada. Yo solo quiero pretender destruir a Ariel, tu puedes ser el héroe. Eso es todo. Yo no diré nada sobre tu secreto si tu guardas el mío—ambos hermanos recordaron con dolor el pasado, las palabras destrucción y amor parecían venir asociadas para los hermanos Lambros. Pensaron en como si hubiesen actuado de forma más adecuada ahora sus presentes serían completamente diferentes.
Logan sintió las entrañas removerse al pensar en el amor. Él tan solo amaba a una mujer, así lo había prometido y todo el mundo sabía perfectamente que Logan nunca rompía una promesa. Su mujer…¿Cómo estaría? Era un cobarde por abandonarla en ese sitio, en el fondo él lo sabía. ¿Pero qué podía hacer si ella así se lo había pedido?
Hunter tras meditar las palabras de su hermano decide ofrecer su mano a modo de respuesta. Si así conseguía seguir al lado de Ariel, haría pacto con el mismísimo Satán. Que venía a ser a resumidas cuentas su hermano mayor.
—Solo quiero que me prometas que si empiezas a sentir algo por Ariel, le dirás la verdad sobre tus planes y porque te acercaste, antes de dañar la si quiera. Y yo le diré mi verdad también. No quiero que la dañemos más de la cuenta—aclaró Hunter serio.
Logan miró con sorpresa a su hermano.
—No pasará, jamás me enamoraría de un ser tan impertinente y caprichoso como esa Ariel Stone.
—Está bien. Solo quiero tu palabra.
—Tienes mi palabra de que le diremos la verdad cuando sienta algo por ella. Pero ahora yo quiero que me des la tuya por otra cosa…
—Dime…—alargó su respuesta el menor.
—Si ella se decanta por uno de nosotros, el otro inmediatamente se alejará —sonrió triunfador el rubio sabiendo que cuando se proponía algo siempre lo conseguía. Ariel conocería la seducción en estado puro, aun sabiendo que su hermano sería un constante bache en su camino estaba seguro de sus capacidades, después de todo era Logan Lambros.
—Está bien. Pero no entiendo porque siempre piensas que me llevas la delantera. He estado con millones de mujeres… Mis artes de seducción no se comparan a las tuyas, las tuyas hace tiempo que se oxidaron—aclaró Hunter mientras hacia burla de su hermano.
Para el mayor, Ariel era un trozo de carne. Una mujer que podría atraer le físicamente como mucho. Logan no sabía que Ariel también despertaría su ternura de nuevo. Su alma. Hunter la amaba de esa manera tierna que hace que un hombre deje de buscar el calor carnal y más el del corazón. Jamás pensó que Ariel lo haría enloquecer de deseo de nuevo. Pero el destino estaba escrito. Y la pasión era inalienable.
(***)
Logan, ya en su despacho, no conseguía concentrarse, pues esa muchacha iba a ser un autentico dolor de cabeza. Aunque cualquier cosa era mejor antes que soportar el griterío de su madre, además de que esa señorita merecía que alguien la pusiera en su lugar, o al menos lo intentara. Hunter quería hacerse el héroe con ella, aunque a pesar de todo no le culpaba, tal vez era la forma que encontraba de arreglar su pasado.
Ariel Stone… Dio un golpe en la mesa mientras acaba finalmente abriendo uno de sus cajones para sacar la foto de la joven. Una joven impertinente y jodidamente rebelde, esa era ella. No se ablandaba ante nadie. ¿Cómo conseguiría captar su atención un hombre rígido y frío como él? Sopló molesto el rubio mientras fruncía el ceño mirando el techo. Su hermano ya se había ganado el corazón de Ariel una vez, no le costaría mucho volver a hacerlo. Ese hecho no hizo más que enfurecerle, pues le daba ventaja, y si algo odiaba Logan era perder. Debía haber una forma de acercarse a ella. Ahora que sería su esposa sería mucho más fácil pero eso no implicaba que ella cayese inmediatamente apostaba que debía haber algo, algo que la hiciera ablandarse. Algo que le mostrara realmente la adolescente en busca de amor desterrada y no la neoyorkina malhumorada y cascarrabias, porque ese puesto ya lo ostentaba él.
La había estado investigando para ver sus puntos débiles, se encontró con que esa pequeña que había huido lejos asustada, ahora era una mujer sin miedo, fuerte, que no escondía nada. Trabajaba en un club de mala muerte en una gran ciudad, no le temía a las habladurías menos aún a los hombres. Lo único que le había hecho regresar había sido su hermana ni siquiera le importaba la herencia o la muerte de sus padres.
Su hermana… Sí, su hermana. Si conseguía a su hermana tendría a Ariel comiendo de su mano.
—Eso sería perfecto si se te dieran bien los niños, animal —se dijo a si mismo en voz alta, con rabia.
Aunque pensándolo bien se acordó que el orfanato donde estaba Amber era prácticamente suyo, lo tenían como un santo. Seria fácil hablar con las monjas para sacar a la tal Amber de ahí. Era el mismo sitio donde se encontraba su mujer Annabelle.
Tan solo con recordar ese hecho todo su cuerpo se alerto, su apreciado ángel estaría ahí batallando y sufriendo. Debía mantenerse cuerdo, su único amor había sido su mujer, y un hombre solo entrega su corazón una vez en la vida, el resto son caprichos.
Como bien había señalado su cerebro antes con su hermano Hunter, el podía ser el héroe, que a el no le importaba ser el villano, siempre había sido así las cosas. No iba a cambiarlas ahora.
Amber Stone había aprendido a vivir de forma independiente prácticamente. Mucho más inquieta y valiente que su hermana mayor, con un corazón enorme y unas ganas de comerse el mundo que hacían que cualquiera que posase los ojos sobre la niña se diera cuenta del aura y el amor que transmitía consigo misma. No le hacía falta nada, era perfecta. Sus ojos verdes y su pelo caramelo habían sido un regalo de su madre, herencia que compartía con su hermana mayor.Se encontraba paseando tranquilamente por los pasillos prohibidos, por si fuera poco, de la torre aún más prohibida del monesterio. Sabía que las monjas la matarían y Melanie, su prima, sería la primera. Desde que había llegado a ese frío y nada hospitalario sitio, Melanie había velado por ella. Amber siendo aún ciega sabía que su prima no valía para monja, era hermosa y joven, su lugar definitivamente no era estar encerrada en esas viejas torres sirviendo a viejas cascarrabias y desagradables. Aunque Melanie no era su única amiga. Pa
Amber tan solo permaneció en medio de ambos con una sonrisa de mejilla a mejilla, contenta con que su hermana hubiese dado una nueva oportunidad al amor.—Estoy contenta por ti hermana, has abierto tu corazón al amor—afirmó Amber,—Sin poder verte físicamente aprecio una buena aura en ti, espero que no me falles ni le falles a mi hermana—añadió la joven mostrándose más seria.Logan miró a la joven muchacha, la cogió de la mano, levantó levemente con la otra su rostro para que se miraran.—Prometo cuidar de tu hermana y de ti, pequeña—esas últimas palabras habían sido sinceras. Hasta Logan le había sorprendido la fuerza y la credibilidad que habían tenido.Tragó saliva intentando recomponerse, Amber asintió orgullosa saltando a darle un abrazo a ese gigante. Poco después la dejo en el suelo pero Amber aún seguía en las nubes por todo lo que estaba sucediendo. Su instinto no le fallaba, esta era la oportunidad de su hermana de ser feliz junto a un hombre que si la amase y ella pudiese am
Amber estaba totalmente confundida no sabía que sentir… Si alegría por volver a casa o tristeza por abandonar aquel sitio.Como siempre, caminaba sola en la zona prohibida, el bosque oscuro, frondoso y tenebroso. Y para su mala suerte, no iba a hacer un buen día. Una tormenta estaba al acecho.Nadie entendía como es que a pesar de su ceguera, Amber, jamás se había perdido. Tal vez por la agudeza de sus sentidos o tal vez por su corazón noble, el caso es que jamás había sufrido ningún daño. Era una exploradora innata.Llegó a un sendero desocupado cerca del río. Se sentó como pudo en la orilla. Los pasos de alguien le hicieron voltearse asustada.Un chico la estaba apuntando con un cuchillo en la garganta. Sentía el filo demasiado cerca. Como acto reflejo levanto las manos en alto.Jack ni siquiera entendía como él y su única familia, habían acabado en Aqueo. Todo había ocurrido muy rápido. Después del asesinato de su madre, la policía vino para llevarse a sus hermanos a un centro de m
—¿Puedo pasar?—preguntó Hunter llamando la puerta. Sin esperar respuesta decidió entrar por los ruidos que estaba escuchando, parecía que se estuviese librando la tercera guerra mundial. Sus ojos se salieron de órbita al ver que su hermano mayor y Ariel peleaban como si fueran dos niños de primaria con los cojines.—¿Buenos días?—respondió él perplejo ante la escena.—Buenos días—afirmó sonriendo Logan para coger a Ariel de la cintura al verla desprevenida. Sintió su piel, su cuerpo, su aroma, podría haber derretido ambos polos con el fuego que con tan solo un roce había iniciado—He ganado—añadió aplastando el rostro de una sorprendida Ariel con un cojín guardado con la mano libre, aunque mirando de reojo a su hermano menor sabiendo que lo último iba más para su estúpido trato que la guerra de almohadas.Hunter sintió la rabia en cada rincón de su cuerpo. Si sus ojos dispararan rayos, su hermano ya estaría muerto y más que chamuscado.—¡Logan!—gritó ella apartándolo de ella asqueada—E
Había echado de menos, muchísimo, a su hermana. Cada oportunidad que tenía de demostrárselo, sería aprovechada hasta el límite. Después de todo, solo se tenían a ellas ahora mismo.Amber miró a Melanie.—Muchas gracias por todo prima. Espero tu dimisión pronto. Ya no pintas nada aquí ahora que me he ido…—afirmó Amber seria.A lo que Melanie la mira con los ojos fuera de órbita ya que un par de monjas cotillas aguardaban en la entrada y ya estaban cuchicheando al verla ahí. Siempre lo hacían.—Amber…—la recriminó Melanie molesta.—¿Qué??…—hizo una pausa Ariel como si no entendiese el problema—¿A caso es una mentira?—prosiguió divertida apoyando a su hermana—Eres joven y bonita. Tu sitio no es este. Tu sitio está fuera. Divirtiéndote, aunque vives en Aqueo—finalizó con una risotada que fue compartida por su hermana.Logan observaba la escena sin entender muy bien la situación. No le gustaba venir a ese monasterio. Se obligó a si mismo a mantenerse cuerdo, ¿a caso era un cobarde que no e
—Si querías escapar de la boda, deberías esperar al menos a estar casados—apuntó con diversión Logan mientras Ariel entreabría los ojos lentamente sin saber muy bien donde se encontraba ni quien le estaba hablando siquiera.— ¿Dónde estoy? — preguntó seria la castaña.— En mi cama. Prepárate hoy mismo es la fiesta de compromiso, hoy por la noche—acotó Logan sin siquiera mirarla.Hacía poco que había salido de la ducha y ahora le estaba dando su ancha espalda mientras buscaba su camisa y la corbata adecuada, a eso le sumamos el pequeño detalle de que se encontraba en bóxer.— ¡Tápate hombre! — gritó asqueada Ariel mientras le tiraba un cojín, aún así no negaría el hecho de que Logan Lambros tenía un cuerpo envidiable. Llamaría al pecado hasta la mujer con más autocontrol. La cosa es que Ariel se dijo hace tiempo que ni el amor ni el sexo era para ella. Todo lo que pasara por estar con otra persona más de la cuenta se le volvió repugnante.— ¿De verdad quieres que lo haga? — susurró div
Amber Stone descansaba aún en la cama de su hermana, se sorprendió al saber que esta la había abonado. Pronto por la fuerza de la luz solar se dio cuenta de que ya era mediodía, decidida a hacer que su hermana obligase a Jack y a los pequeños Bentley a vivir en sus tierras, se puso sus zapatillas y a poco a poco intentó salir de la habitación. En su trayecto se encontró con el ama de llaves que sonrió negando al verla de pie, siempre tan aventurera, pensó Margaret alegre de que las dueñas del lugar estuviesen donde debían.—No sabes cuanto te echamos de menos—suspiró la señora divertida.—Y yo, no sabes cuanto he echado de menos esta casa. Des de que mi tía Patricia me metió en ese lugar he soñado con volver aquí, ver mis caballos, mis gallinas, mis conejos…—respondió Amber reconociendo la voz, ¿y cómo no hacerlo? Si la señora Margaret y Gerardo habían sido su único apoyo en esa casa después de la muerte de sus padres.—Amber, querida… Hoy toca revisión con el médico. Así que no puede
—Brad…—hizo una pausa sobresaltada—¿No sabes llamar?—añadió ignorando el hecho de que su amiga le hubiese cortado.—¿Puedo preguntar a qué se dedica en Nueva York?—preguntó el castaño clavando su mirada profunda en los ojos cristalinos por unas lagrimas de impotencia que amenazaban con salir en los ojos de nuestra protagonista. Volver a Aqueo había destruido la mujer decidida y segura de si misma, ahora tan solo era espectadora de su alrededor.—¿Por qué la pregunta?—Porque yo también he tomado vías erróneas. Se lo que es la mala vida. A veces el dolor de cometer un error, nos empuja a cometer otros errores, muchísimo más graves, ya que algunos son irreparables. —explica el moreno.La verdad es que no todo era negro. Ella tenía una deuda, había tomado las decisiones equivocadas pero tenía su vida en Nueva York, por suerte había tenido unos padres adoptivos que dentro de lo posible hicieron lo que pudieron por encaminarla por el camino adecuado sin prohibirle nada y supliendo esa nece