5

De nuevo solos en el salón el silencio se hizo latente entre los hermanos.

—¿Sabes… Hermanito que no me cuesta nada decirle sobre tu identidad a Ariel y notificarle a mamá sobre tus planes de convertirte en su caniche personal?—Logan clava sus grandes y azules ojos en los castaños de su hermano.

Éste le mira con la mandíbula desencajada, parecía que realmente Logan buscase una paliza. Y no dudaría en complacerlo si no se callaba esa m*****a boca de inútil.

—Y a mi no me cuesta nada decirle a Ariel sobre lo que estás planeando…—le respondió el menor intentando tranquilizarse finalmente.

Porqué sencillamente lo sabía…Sabía que no ganaría nada liándose a golpes contra su hermano a pesar de que tuviese ganas de hacerlo. Además de las heridas abiertas que tenía por la pelea de bar, podrían reabrirse de forma fácil y eso iba a salirle caro, más preguntas y ataques por parte de su familia. Bastaba y era suficiente el apoyo de Robert salvándole el culo como siempre.

—Touché. ¿Entonces tenemos un pacto?—pregunta Logan con burla.

—Habla—le responde el castaño.

Logan sonrío con malicia, como sabiéndose ganador de la disputa antes si quiera de empezarla.

—A mi esa niñita no me interesa en ningún sentido carnal y menos aún amoroso. Sabes como soy. Yo te vi, vi como derrochabas amor por ella en tu mirada. Yo solo quiero pretender destruir a Ariel, tu puedes ser el héroe. Eso es todo. Yo no diré nada sobre tu secreto si tu guardas el mío—ambos hermanos recordaron con dolor el pasado, las palabras destrucción y amor parecían venir asociadas para los hermanos Lambros. Pensaron en como si hubiesen actuado de forma más adecuada ahora sus presentes serían completamente diferentes.

Logan sintió las entrañas removerse al pensar en el amor. Él tan solo amaba a una mujer, así lo había prometido y todo el mundo sabía perfectamente que Logan nunca rompía una promesa. Su mujer…¿Cómo estaría? Era un cobarde por abandonarla en ese sitio, en el fondo él lo sabía. ¿Pero qué podía hacer si ella así se lo había pedido?

Hunter tras meditar las palabras de su hermano decide ofrecer su mano a modo de respuesta. Si así conseguía seguir al lado de Ariel, haría pacto con el mismísimo Satán. Que venía a ser a resumidas cuentas su hermano mayor.

—Solo quiero que me prometas que si empiezas a sentir algo por Ariel, le dirás la verdad sobre tus planes y porque te acercaste, antes de dañar la si quiera. Y yo le diré mi verdad también. No quiero que la dañemos más de la cuenta—aclaró Hunter serio.

Logan miró con sorpresa a su hermano.

—No pasará, jamás me enamoraría de un ser tan impertinente y caprichoso como esa Ariel Stone.

—Está bien. Solo quiero tu palabra.

—Tienes mi palabra de que le diremos la verdad cuando sienta algo por ella. Pero ahora yo quiero que me des la tuya por otra cosa…

—Dime…—alargó su respuesta el menor.

—Si ella se decanta por uno de nosotros, el otro inmediatamente se alejará —sonrió triunfador el rubio sabiendo que cuando se proponía algo siempre lo conseguía. Ariel conocería la seducción en estado puro, aun sabiendo que su hermano sería un constante bache en su camino estaba seguro de sus capacidades, después de todo era Logan Lambros.

—Está bien. Pero no entiendo porque siempre piensas que me llevas la delantera. He estado con millones de mujeres… Mis artes de seducción no se comparan a las tuyas, las tuyas hace tiempo que se oxidaron—aclaró Hunter mientras hacia burla de su hermano.

Para el mayor, Ariel era un trozo de carne. Una mujer que podría atraer le físicamente como mucho. Logan no sabía que Ariel también despertaría su ternura de nuevo. Su alma. Hunter la amaba de esa manera tierna que hace que un hombre deje de buscar el calor carnal y más el del corazón. Jamás pensó que Ariel lo haría enloquecer de deseo de nuevo. Pero el destino estaba escrito. Y la pasión era inalienable.

(***)

Logan, ya en su despacho, no conseguía concentrarse, pues esa muchacha iba a ser un autentico dolor de cabeza. Aunque cualquier cosa era mejor antes que soportar el griterío de su madre, además de que esa señorita merecía que alguien la pusiera en su lugar, o al menos lo intentara. Hunter quería hacerse el héroe con ella, aunque a pesar de todo no le culpaba, tal vez era la forma que encontraba de arreglar su pasado.

Ariel Stone… Dio un golpe en la mesa mientras acaba finalmente abriendo uno de sus cajones para sacar la foto de la joven. Una joven impertinente y jodidamente rebelde, esa era ella. No se ablandaba ante nadie. ¿Cómo conseguiría captar su atención un hombre rígido y frío como él? Sopló molesto el rubio mientras fruncía el ceño mirando el techo. Su hermano ya se había ganado el corazón de Ariel una vez, no le costaría mucho volver a hacerlo. Ese hecho no hizo más que enfurecerle, pues le daba ventaja, y si algo odiaba Logan era perder. Debía haber una forma de acercarse a ella. Ahora que sería su esposa sería mucho más fácil pero eso no implicaba que ella cayese inmediatamente apostaba que debía haber algo, algo que la hiciera ablandarse. Algo que le mostrara realmente la adolescente en busca de amor desterrada y no la neoyorkina malhumorada y cascarrabias, porque ese puesto ya lo ostentaba él.

La había estado investigando para ver sus puntos débiles, se encontró con que esa pequeña que había huido lejos asustada, ahora era una mujer sin miedo, fuerte, que no escondía nada. Trabajaba en un club de mala muerte en una gran ciudad, no le temía a las habladurías menos aún a los hombres. Lo único que le había hecho regresar había sido su hermana ni siquiera le importaba la herencia o la muerte de sus padres.

Su hermana… Sí, su hermana. Si conseguía a su hermana tendría a Ariel comiendo de su mano.

—Eso sería perfecto si se te dieran bien los niños, animal —se dijo a si mismo en voz alta, con rabia.

Aunque pensándolo bien se acordó que el orfanato donde estaba Amber era prácticamente suyo, lo tenían como un santo. Seria fácil hablar con las monjas para sacar a la tal Amber de ahí. Era el mismo sitio donde se encontraba su mujer Annabelle.

Tan solo con recordar ese hecho todo su cuerpo se alerto, su apreciado ángel estaría ahí batallando y sufriendo. Debía mantenerse cuerdo, su único amor había sido su mujer, y un hombre solo entrega su corazón una vez en la vida, el resto son caprichos.

Como bien había señalado su cerebro antes con su hermano Hunter, el podía ser el héroe, que a el no le importaba ser el villano, siempre había sido así las cosas. No iba a cambiarlas ahora.

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