Amber estaba totalmente confundida no sabía que sentir… Si alegría por volver a casa o tristeza por abandonar aquel sitio.
Como siempre, caminaba sola en la zona prohibida, el bosque oscuro, frondoso y tenebroso. Y para su mala suerte, no iba a hacer un buen día. Una tormenta estaba al acecho.Nadie entendía como es que a pesar de su ceguera, Amber, jamás se había perdido. Tal vez por la agudeza de sus sentidos o tal vez por su corazón noble, el caso es que jamás había sufrido ningún daño. Era una exploradora innata.Llegó a un sendero desocupado cerca del río. Se sentó como pudo en la orilla. Los pasos de alguien le hicieron voltearse asustada.Un chico la estaba apuntando con un cuchillo en la garganta. Sentía el filo demasiado cerca. Como acto reflejo levanto las manos en alto.Jack ni siquiera entendía como él y su única familia, habían acabado en Aqueo. Todo había ocurrido muy rápido. Después del asesinato de su madre, la policía vino para llevarse a sus hermanos a un centro de menores en Atenas. Pero ni loco se iba a quedar ahí para ver como su padrastro se quedaba con todo. Ese idiota se había divorciado un día antes de la muerte de su madre justamente para poder quedarse con las pertinencias de los Bentley.Cogió cuatro cosas y a sus hermanos pequeños y partió lejos de la ciudad. Llevaban cinco meses ya en el bosque. Jack sabía que sus hermanos debían estar con otros niños, ir al colegio y demás. Solo debía encontrar la forma de darles una nueva vida. Eso es lo que su padre habría querido. ¿Dónde estaría aquel hombre? Lo único que sabía es que su tía trabajaba en ese pueblo. Y en cuanto tuviese a la policía lejos se pondría en su búsqueda. Aunque estaba seguro de que al menos pasaría un año. Pero por sus hermanitos haría lo que hiciese falta. Y por eso mismo estaba apuntando a una hermosa chica que lo miraba sin entender muy bien el porqué del ataque.—¿Quién eres?—preguntó con voz grave Jack.—Oye, amigo normalmente los que viven alejados de la sociedad esconden algo. Pues bien te notifico por sino te has dado cuenta de que soy ciega. No veo nada. Así que baja el arma. Conmigo estas a salvo—le respondió rápidamente Amber tragando saliva para terminar con una sonrisa nerviosa.De repente, dos niñas aparecen corriendo a toda mecha hacia ellos. Una llora muy fuerte.Jack rápidamente esconde el cuchillo y mira preocupado a su hermana pequeña que se había hecho daño. Aunque lo más importante era saber que habían salido de su cabaña en su ausencia. Sintió pronto la preocupación teñirse de enfado y preparó mentalmente su discurso en contra de ellas.Amber se levanta del suelo. Y sin querer tropieza para acabar finalmente en los brazos de Jack.Las niñas miran la escena enamoradas, incluso la más pequeña deja de llorar para soltar una risotada.—¡Jack tiene novia!—gritó a viva voz. Su hermana la acompañó luego, no pararon de repetirlo.—No sabía que los delincuentes tenían compinches tan jóvenes—susurró con sorna ella. Jack le dedica una mueca.—Mira cegata, puedes dar media vuelta y hacer como si todo esto no hubiese pasado ¿okey?—declaró Jack dejándola otra vez y de golpe en el suelo para cargar a su hermana pequeña y salir corriendo hacia la cabaña para curarle la herida en la pierna. Dejando a Amber en el suelo confundida y con mucha rabia, aún así recordó el llanto de las niñas y escuchó la conversación.Seguramente necesitarían un botiquín y comida. No dudaría en volver por la noche antes de marcharse a casa. Suspiró reconfortada ante la idea, volvería a casa. Después de casi un año metida en ese sitio, echaría de menos la naturaleza y explorar nuevos sitios aunque estaba segura de que en la hacienda también habrían muchos sitios que explorar que no pudo encontrar debidamente puesto John y Alaska la habían custodiado como su mejor tesoro.➔ ➔ ➔—Los nuevos trabajadores ya han llegado—declaró Gerardo, el marido del ama de llaves. No se fiaba ni un pelo de ese Alejandro ni de sus intensiones pero tampoco podía decir nada, solo era un trabajador. Eso si, el y su mujer harían lo que fuera por los Stone, solo por el mero hecho de ser hijas de Alaska y John.Gerardo era un buen hombre justo como su mujer, llevaban trabajando ahí antes de que incluso Ariel naciera guardaban un amor impresionante por la hacienda de los Stone pues prácticamente ellos se habían criado ahí.La hacienda de los Stone era una de las más grandes de Aqueo, daba al mar por el ala oeste, y por el este daba a otra hacienda, no mucho más lejos estaban las tierras de los Lambros, dónde al fondo de todo, se encontraba el castillo. Su gran castillo coronaba en la montaña tenebrosa que no quedaba lejos del monasterio y del río. No era en vano que se había convertido en el refugio de Logan Lambros. Es por eso que conseguir que Ariel vendiera las tierras de los Stone sería una gran jugada maestra para Logan quien podría fácilmente sobornar al vecino de los Stone pero con los Stone jamás hubo manera, ni con los padres ni con Ariel, a pesar de todo.Esas tierras habían sido propiedad de los Stone los últimos siglos y así iban a permanecer a menos que Ariel finalmente decidiera lo contrario. Verdes, y grandes, los caballos podían correr prácticamente de forma salvaje por sus tierras.Hunter le sonrío abiertamente.—Hoy es un gran día. Volvemos a estar de vuelta, diles que vayan a revisar los establos del 5 al 7. Yo iré a despertar a Ariel. Y se que no se fia de mi, y me gusta la idea. Así podre demostrarle a usted y a todos que he cambiado, que Alejandro ha cambiado, y que ya no paga su dolor con el alcohol—añadió eufórico el castaño mientras prácticamente sale corriendo hacia la casa principal donde residía ella.Se miró por última vez en el reflejo del espejo de la entrada, se había afeitado y cortado el pelo. Ya no parecía un vagabundo, sus heridas ya casi habían sanado. Se había duchado y llevaba los últimos cinco días sobrio por culpa de esa mujer que había vuelto a su vida, esperaba que para quedarse. No quería que se marchara antes de que pudieran arreglar sus problemas. Antes de que pudieran ser felices.—¿Puedo pasar?—preguntó Hunter llamando la puerta. Sin esperar respuesta decidió entrar por los ruidos que estaba escuchando, parecía que se estuviese librando la tercera guerra mundial. Sus ojos se salieron de órbita al ver que su hermano mayor y Ariel peleaban como si fueran dos niños de primaria con los cojines.—¿Buenos días?—respondió él perplejo ante la escena.—Buenos días—afirmó sonriendo Logan para coger a Ariel de la cintura al verla desprevenida. Sintió su piel, su cuerpo, su aroma, podría haber derretido ambos polos con el fuego que con tan solo un roce había iniciado—He ganado—añadió aplastando el rostro de una sorprendida Ariel con un cojín guardado con la mano libre, aunque mirando de reojo a su hermano menor sabiendo que lo último iba más para su estúpido trato que la guerra de almohadas.Hunter sintió la rabia en cada rincón de su cuerpo. Si sus ojos dispararan rayos, su hermano ya estaría muerto y más que chamuscado.—¡Logan!—gritó ella apartándolo de ella asqueada—E
Había echado de menos, muchísimo, a su hermana. Cada oportunidad que tenía de demostrárselo, sería aprovechada hasta el límite. Después de todo, solo se tenían a ellas ahora mismo.Amber miró a Melanie.—Muchas gracias por todo prima. Espero tu dimisión pronto. Ya no pintas nada aquí ahora que me he ido…—afirmó Amber seria.A lo que Melanie la mira con los ojos fuera de órbita ya que un par de monjas cotillas aguardaban en la entrada y ya estaban cuchicheando al verla ahí. Siempre lo hacían.—Amber…—la recriminó Melanie molesta.—¿Qué??…—hizo una pausa Ariel como si no entendiese el problema—¿A caso es una mentira?—prosiguió divertida apoyando a su hermana—Eres joven y bonita. Tu sitio no es este. Tu sitio está fuera. Divirtiéndote, aunque vives en Aqueo—finalizó con una risotada que fue compartida por su hermana.Logan observaba la escena sin entender muy bien la situación. No le gustaba venir a ese monasterio. Se obligó a si mismo a mantenerse cuerdo, ¿a caso era un cobarde que no e
—Si querías escapar de la boda, deberías esperar al menos a estar casados—apuntó con diversión Logan mientras Ariel entreabría los ojos lentamente sin saber muy bien donde se encontraba ni quien le estaba hablando siquiera.— ¿Dónde estoy? — preguntó seria la castaña.— En mi cama. Prepárate hoy mismo es la fiesta de compromiso, hoy por la noche—acotó Logan sin siquiera mirarla.Hacía poco que había salido de la ducha y ahora le estaba dando su ancha espalda mientras buscaba su camisa y la corbata adecuada, a eso le sumamos el pequeño detalle de que se encontraba en bóxer.— ¡Tápate hombre! — gritó asqueada Ariel mientras le tiraba un cojín, aún así no negaría el hecho de que Logan Lambros tenía un cuerpo envidiable. Llamaría al pecado hasta la mujer con más autocontrol. La cosa es que Ariel se dijo hace tiempo que ni el amor ni el sexo era para ella. Todo lo que pasara por estar con otra persona más de la cuenta se le volvió repugnante.— ¿De verdad quieres que lo haga? — susurró div
Amber Stone descansaba aún en la cama de su hermana, se sorprendió al saber que esta la había abonado. Pronto por la fuerza de la luz solar se dio cuenta de que ya era mediodía, decidida a hacer que su hermana obligase a Jack y a los pequeños Bentley a vivir en sus tierras, se puso sus zapatillas y a poco a poco intentó salir de la habitación. En su trayecto se encontró con el ama de llaves que sonrió negando al verla de pie, siempre tan aventurera, pensó Margaret alegre de que las dueñas del lugar estuviesen donde debían.—No sabes cuanto te echamos de menos—suspiró la señora divertida.—Y yo, no sabes cuanto he echado de menos esta casa. Des de que mi tía Patricia me metió en ese lugar he soñado con volver aquí, ver mis caballos, mis gallinas, mis conejos…—respondió Amber reconociendo la voz, ¿y cómo no hacerlo? Si la señora Margaret y Gerardo habían sido su único apoyo en esa casa después de la muerte de sus padres.—Amber, querida… Hoy toca revisión con el médico. Así que no puede
—Brad…—hizo una pausa sobresaltada—¿No sabes llamar?—añadió ignorando el hecho de que su amiga le hubiese cortado.—¿Puedo preguntar a qué se dedica en Nueva York?—preguntó el castaño clavando su mirada profunda en los ojos cristalinos por unas lagrimas de impotencia que amenazaban con salir en los ojos de nuestra protagonista. Volver a Aqueo había destruido la mujer decidida y segura de si misma, ahora tan solo era espectadora de su alrededor.—¿Por qué la pregunta?—Porque yo también he tomado vías erróneas. Se lo que es la mala vida. A veces el dolor de cometer un error, nos empuja a cometer otros errores, muchísimo más graves, ya que algunos son irreparables. —explica el moreno.La verdad es que no todo era negro. Ella tenía una deuda, había tomado las decisiones equivocadas pero tenía su vida en Nueva York, por suerte había tenido unos padres adoptivos que dentro de lo posible hicieron lo que pudieron por encaminarla por el camino adecuado sin prohibirle nada y supliendo esa nece
—Dígale lo guapa que está Melanie con su vestido de los lunes—sonrió ella clavando sus ojos verdes en los ámbar del doctor sabiendo que eso descolocaría a su prima.Melanie miró con los ojos fuera de órbita la situación mientras Robert daba un paso al frente.—Está hermosa—afirmó, mientras Melanie Melbourne sentía sus piernas derretirse ante esa mirada tan atenta, él la había observado como nunca nadie había hecho, o al menos eso es lo que podría jurar Melanie en esos instantes, se sentía tan expuesta sin su clásico hábito. El vestido de los lunes era un vestido de manga larga, que le llegaba hacia las rodillas, de color verde, no es que fuese un vestido de gala, pero había sido un regalo de su padre, así que lo guardaba con mucho amor. Que el joven doctor se hubiese parado a escanearla como nadie había hecho antes, le hizo enfrentarse con la realidad: de cara al mundo ella era una mujer, y todo aquello que esa afirmación conllevaba—Dicho esto, ¿tu no te habías graduado y especializad
Ariel apreció un cierto brillo en los ojos Logan, jamás en los últimos días en los que se habían frecuentado lo había podido notar, esos ojos azules la miraban como si fuese un tesoro, parecía realmente un enamorado observando a su prometida. Aún así no había pasado desapercibido para ella que el rubio hubiese sido bastante maleducado, hostil, con su capataz, aunque ahora que lo pensaba siempre que se encontraba con Alejandro era así.—¿Te he dicho lo hermosa que estás?—Lo mismo digo—habló ella sin camuflar por primera vez unos deseos que creía no tener, sin apartar la mirada de él, observó su barba, se imaginó lo que sería sentirla encima de su piel, recordó sin querer como hacía tan poco tiempo atrás él la había besado, y ella le había respondido mordiéndole, pero juraría sentir en esos instantes unas enormes ganas de probar esos labios de nuevo. Y aunque lo pesara, ese gruñón se había convertido en una tentación para Ariel. Era un hombre digno de admirar.—¿Me concedería un paseo?
Megan Lambros se encontraba en la oscuridad de su recamara, con una copa de vino y unas ganas de matar a Ariel Stone impresionantes. Su hijo en ese mismo instante se estaba comprometiendo con esa maldita mujer. Bufó aire molesta intentando calmarse pero no podía la situación era demasiado para que pudiese gestionarlo. Mandó a que nadie viniese a molestarla, como siempre su marido tampoco vendría esa noche… Eso no hizo más que enfurecerla hasta el punto que cogió la copa de vino y la estampó contra el suelo, sin importarle las consecuencias.Finalmente se llevó las manos a la cabeza desesperada mientras su mirada se pierde en algún punto del destrozo del suelo, vio su reflejo a través de mil pequeños trozos cristales, el vino había manchado toda la alfombra beige, esa que le había costado tanto escoger. Aún así no le importaba, en esos momentos eso era lo última prioridad para Megan.Ella era una madre. Y una madre no puede tolerar ver sufrir a sus hijos. No podía resignarse al hecho d