Ariel apreció un cierto brillo en los ojos Logan, jamás en los últimos días en los que se habían frecuentado lo había podido notar, esos ojos azules la miraban como si fuese un tesoro, parecía realmente un enamorado observando a su prometida. Aún así no había pasado desapercibido para ella que el rubio hubiese sido bastante maleducado, hostil, con su capataz, aunque ahora que lo pensaba siempre que se encontraba con Alejandro era así.—¿Te he dicho lo hermosa que estás?—Lo mismo digo—habló ella sin camuflar por primera vez unos deseos que creía no tener, sin apartar la mirada de él, observó su barba, se imaginó lo que sería sentirla encima de su piel, recordó sin querer como hacía tan poco tiempo atrás él la había besado, y ella le había respondido mordiéndole, pero juraría sentir en esos instantes unas enormes ganas de probar esos labios de nuevo. Y aunque lo pesara, ese gruñón se había convertido en una tentación para Ariel. Era un hombre digno de admirar.—¿Me concedería un paseo?
Megan Lambros se encontraba en la oscuridad de su recamara, con una copa de vino y unas ganas de matar a Ariel Stone impresionantes. Su hijo en ese mismo instante se estaba comprometiendo con esa maldita mujer. Bufó aire molesta intentando calmarse pero no podía la situación era demasiado para que pudiese gestionarlo. Mandó a que nadie viniese a molestarla, como siempre su marido tampoco vendría esa noche… Eso no hizo más que enfurecerla hasta el punto que cogió la copa de vino y la estampó contra el suelo, sin importarle las consecuencias.Finalmente se llevó las manos a la cabeza desesperada mientras su mirada se pierde en algún punto del destrozo del suelo, vio su reflejo a través de mil pequeños trozos cristales, el vino había manchado toda la alfombra beige, esa que le había costado tanto escoger. Aún así no le importaba, en esos momentos eso era lo última prioridad para Megan.Ella era una madre. Y una madre no puede tolerar ver sufrir a sus hijos. No podía resignarse al hecho d
Ariel apreció un cierto brillo en los ojos Logan, jamás en los últimos días en los que se habían frecuentado lo había podido notar, esos ojos azules la miraban como si fuese un tesoro, parecía realmente un enamorado observando a su prometida. Aún así no había pasado desapercibido para ella que el rubio hubiese sido bastante maleducado, hostil, con su capataz, aunque ahora que lo pensaba siempre que se encontraba con Alejandro era así.—¿Te he dicho lo hermosa que estás?—Lo mismo digo—habló ella sin camuflar por primera vez unos deseos que creía no tener, sin apartar la mirada de él, observó su barba, se imaginó lo que sería sentirla encima de su piel, recordó sin querer como hacía tan poco tiempo atrás él la había besado, y ella le había respondido mordiéndole, pero juraría sentir en esos instantes unas enormes ganas de probar esos labios de nuevo. Y aunque lo pesara, ese gruñón se había convertido en una tentación para Ariel. Era un hombre digno de admirar.—¿Me concedería un paseo?
Pocas veces nos permitimos el lujo de sentir y cuando lo hacemos, preferimos ceñirnos a unos parámetros, a unas limitaciones, a veces por miedo, otras por orgullo y otras simplemente porque no nos enseñaron a amar sin hacer daño. Eso es lo que Ariel y Logan estaban sintiendo, presos de su orgullo. La razón frente a la pasión jamás fue una buena combinación pero ahí estaban. Solos, con la única compañía de algún que otro insecto, el agua, y la brisa.Somos nosotros mismos los carceleros de nuestra propia alma y no hay peor afirmación que esa, se dijo Ariel mientras su mirada se paseaba por aquel lugar que tanto amó.Carceleros, porque las almas que no sienten, no son libres, y las cárceles se inventaron para condenar a esos bastardos del sistema que no producen ni satisfacen, en principio, con sus gestos, el bien común. Justamente como las almas que deciden amar sin esperar nada a cambio, se encuentran presas por no haber buscado una finalidad y una razón lógica de utilidad a sus actos
—Bue…—Logan paró en seco al no encontrarse con nadie a quien abrazar. No había rastro de ella, se había esfumado de la noche a la mañana como si hubiera sido un sueño, un delirio, algo que no había sucedido jamás, no había rastro de Ariel.Hacia tiempo que Logan no compartía cama con nadie y cuando lo hacia desaparecía antes de que él pudiera decirle los buenos días. No es que fuera un romántico pero era un hombre decente.—¿Ariel?—preguntó con molestia buscandola por el lugar como si no entendiera como aquel ángel con quien había compartido una de las mejores noches de su vida hubiese decidido abandonarlo como si no hubiera sucedido nada.Poco después encontró una nota en uno de las mesillas de noches que había en la recamara.—Lo siento, señor Lambros, no soy el tipo de mujeres que uno puede abrazar por las mañanas ni de las que te preparan el desayuno—Poco después arrugó el papel con fuerza e hizo una bola para poco después estamparla contra el suelo con toda la fuerza que sentía
Melanie intentó que su vida no se viera alterada por ese hombre pero era imposible. No podía concentrarse, simplemente no podía. La escena se repetía una y otra vez, ella en los brazos de él. Él mirándola con esos ojos castaños iluminados unicamente por la luz de la luna, juraría haber soñado la majestuosidad de ese hombre durante toda su adolescencia…Culpó rapidamente a su propia inexperiencia de sus emociones, una mujer de su edad no podía permitirse semejante teatro… Pero no podía evitarlo.Su cabeza parecía querer vivir encerrada en el recuerdo de haber estado ahí, frente a frente como si nada ni nadie importara solo ellos.—Voy a ir al bar—la voz de Delilah se hizo oír finalmente sacándola de la profundidad de sus delirios.—Que tengas un buen día—susurró ella lo suficientemente en alto para que pudiera oírla.—Tú también—le devolvió el mensaje en un grito—¿Tú no tenías que ir a la consulta de Robert?—añadió poco después cerró la puerta marchandose.Los ojos de Melanie se salier
“Luego me di cuenta de que me gustas, y me gustaría que pudiéramos darnos una oportunidad”Sonó la voz de Logan en medio de sus pensamientos, tan dura, tan poderosa y tan penetrante. Sintió su cuerpo encogerse levemente a medida que resonaron por sus oídos las palabras.Luego me di cuenta de que me gustas, y me gustaría que pudiéramos darnos una oportunidadVolvió a repetirse de nuevo, aquella propuesta tan indencente para una mujer como ella que no podía permitirse aquel lujo preciado que llaman amor. La única y última vez había pagado muy caro.El remordimiento volvió a azotarla obligándola a llevar una mano a su vientre. Cerró los ojos cuando un par de lágrimas se esforzaron por intentar salir, aun asi las resistió como pudo.“Luego me di cuenta de que me gustas, y me gustaría que pudiéramos darnos una oportunidad”La tercera vez que sonó, Ariel esta vez no pudo evitar sus lagrimas.¿Ella, amar de nuevo?Era imposible.Era completamente imposible que Ariel Stone pudiera sentir en s
—Te he estado buscando todo el día…—susurró Hunter de mala manera—No puedo creerme que la monja sea la mujer de la cuál no puedo evitar parar de pensar.No mentía. Se había pasado todo el tiempo en una burbuja, los hombres lo llamaban para que resolviera las distintas problemáticas de la hacienda Stone pero a él poco le importaba todo eso. Parecía en otra orbita, en otro mundo, un mundo dirigido exclusivamente por esa mujer con la que no sabía nada excepto el sabor angelical de sus labios.Bueno, ahora si que sabía algo.La había reconocido.¿Y cómo no? Si no había podido quitarse la olor ni el magnetismo de ese nuevo fetiche que se había apoderado de él des del beso de la fiesta.—Eres un maleducado, un desconsiderado, no tengo nada que hablar con el perro sucio que dañó a mi prima—le atacó ella deshaciendose de su agarre.Él la miró ofendido pero eso no provocó ni un minímo de efecto en ella.—¿Qué me has dicho?—preguntó él ofendido.—Lo que has oído.—No te creas que esto es volunt