Oliver, Henry, Noah, Liam y Joseph ya habían pasado por mi cama en aquel mejorado departamento, todos y cada uno de ellos me habían hecho sentir como Diosa en la cama, satisfacían, cumplían mis deseos y fantasías con precisión. Con Ryan tenía al menos un encuentro en la semana, con él experimentaba y aprendía cada vez más sobre mi cuerpo y mis gustos. Tenía la paciencia y el tiempo para guiarme, o buscaba el tiempo para dedicarlo a mí.
Cada vez que tenía un encuentro con algún hombre misterioso se ocupada de dejarme flores sobre la mesa de la sala, cada vez unas distintas. De las flores tomaba mi nombre alterno y como ellas tomaba su personalidad.Con Oliver había sido Margarita, una mujer dulce, caprichosa y extremadamente mimada.Henry se había vuelto loco con Violeta, una mujer más sumisa, complaciente, y llena de valor al momento de llegar al límite del placer.Noah al ser el más elegante y refinado de ellos le tocó con Iris, una mujer elegante como él, que––Lo haré. Elena.–––– Bip –Bip –––Tendrás todo listo el viernes en la mañana.Un beso. Ryan.–––Había aceptado estar con ese hombre, aunque algo me resultara atemorizante, realmente no parecía un hombre sumiso. ¿Pero cuál lo parecía? Todos esos hombres ejercían poder en su vida social, dueños de grandes empresas, con mucho dinero y poder. Toda una fachada, querían a su lado una mujer que les exigiera, les pidiera y fuera capaz de rechazarlos y decirles que no, sin temor. Seguramente le hartaba las personas lamebotas a su alrededor y querían a alguien totalmente sincero o bueno, lo suficiente para ejercer un poco de control sobre ellos y dejar de pensar, solo dejarse guiar y llevar por la mujer frente a ellos.Recibí el mensaje de Ryan y me dispuse a servir la comida a Warren y Santiago. Warren como siempre parecía absorto de nosotros, en otro mundo, su mundo. Comimos en silencio como casi siempre
Sentí como sus manos empezaron a rozarme los pezones, poniéndolos aún más duros de lo que ya estaban. Los retorcía y los halaba, haciéndome gritar de placer.– Azucena… – repetía él, cada vez que mi cuerpo se estremecía en sus manos.Sentía sus pesados pasos alrededor, rozándome de vez en cuando con alguna tela o así se sentía. La sola idea de que me volviera a tocar me volvía loca, toda la expectativa de qué será lo que sigue, cómo se mueve a mi alrededor era inquietante y de cierto modo excitante. Por un momento sentí como sus pasos se alejaron, quizá un minuto después volvió. Pero para mí, el esperar allí en esa posición, me alteraba, realmente el juego de la venda no me estaba gustando para nada, había perdido todo el control de la situación. Me recordaba muchos de los instantes con Warren, sin poder decidir, solo dejándome llevar, pero al menos con él, tenía la opción de mirar. Ve el camino y las decisiones que toma por mí. Con Williams ciertamente m
La oscuridad no solo invadió mi vista, si no todo el resto de mis sentidos, caí al suelo, desvanecida, atada, más que sometida, como una esclava que no tiene opción de elegir, no puede decir que no, ni siquiera sentí el golpe de mi cuerpo contra el suelo en ese momento. No supe cuánto tiempo paso para que reaccionara de nuevo. El único pensamiento que tuve y quizá por pura supervivencia fue Santiago, esperaba que la burbuja en el que él se encontraba lo mantuviera lo suficientemente alejado de sus terribles padres. Ciertamente había lastimado a Warren, lo había herido, lo que había hecho no tenía ninguna posibilidad de perdón, pero eso no justificaba de ninguna manera, lo que estaba por hacerme. Escuché como crujió la tela en sus manos al rasgarse, aún podía sentir el movimiento de ambos hombres dentro de la habitación. Me despojó de toda mi ropa interior, ahora me sentía mucho más expuesta, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo con rudeza. Alguno de los d
Minutos después de que Warren saliera del departamento llegó Ryan con su rostro inescrutable, ni siquiera h**o una sola palabra, entró dando pasos largos y presurosos en la habitación, yo me encontraba en la misma posición que me había dejado Warren torturada, violada y completamente fracturada. Primero rompió las ataduras de mis muñecas, seguido la de mis tobillos, estiró mis extremidades y las masajeó para que volviera a circular la sangre con normalidad. Estaba tan adolorida que no podía mover mi cuerpo de esa cama, lo único que pensaba era en salir corriendo de ese lugar, del lado de Ryan ¿Cómo pudo hacerme eso? ¿Cómo tiene el descaro de venir a atenderme después de eso?Me tomó la mano y con sus dedos me cogió de la muñeca, alzó su mano izquierda para ver su reloj. Me tomó el pulso y luego de esto, sacó su teléfono de la parte interna de su abrigo. – Envía una ambulancia a Grenfell Tower en North Kensington. Cuando vaya en camino te hablo para que la
La tensión crecía entre nosotros, lo odiaba por todo, por haberlo conocido, me arrepentía de cada acto que tuviera que ver con él. Y él notó esa rabia en mi mirada. Agachó la cabeza al final, no pudo aguantar mi rechazo y pude ver un destello de tristeza en sus ojos. ¿Por qué es tan difícil ver lo que piensa?Tomó su teléfono celular y tecleo algo, minutos después llegamos al hospital de Saint Thomas. Cuando me bajaron de la ambulancia él simplemente se perdió entre las enfermeras y el resto de gente, me ingresaron a un cubículo de emergencia mientras me hacían un chequeo general. Vi a un hombre caminar hacia mí, me era familiar algo en él, pero mi vista estaba nublada, cuando entró al cubículo lo vi con más claridad, cómo olvidar esos ojos, su presencia seguía siendo pulcra aun con la bata blanca encima. Le tomó unos minutos reconocerme, el golpe en la cara se había inflamado a tal punto que perfectamente me podía hacer pasar por otra persona.
El taxi aparcó frente a la casa y de inmediato me fijé que algo andaba mal, estaban dos hombres vestidos con traje oscuro parados en la puerta de la entrada. – Espere acá, por favor –. Le indiqué al conductor, no llevaba nada conmigo, tenía la esperanza de llegar y pagarle aquí en casa. Todas mis cosas habían quedado en el departamento, lo había meditado por mucho tiempo, me negaba a volver a ese lugar. Bajé del coche y me acerqué a la puerta, intentando parecer segura de lo que estaba haciendo. Apenas di el último paso en el escalón los hombres se movieron para cerrarme el paso. – ¿¡Qué demonios creen que están haciendo!?– Lo siento señora Parck, el señor Caruso nos dejó indicaciones exactas –. Dijo con un tono de importarle poco, ciertamente yo no era un desafío para ese hombre. Era una exageración poner a dos. – ¿El señor Caruso está en casa? –. Le pregunté con sarcasmo, aunque era la última persona que quería ver en este momento, necesit
Ya llevaba un par de horas caminando por la ciudad en búsqueda de un hotel económico, el día se volvía más frio a medida que anochecía, después de gritar y golpearle a Ryan en un estúpido fracaso, salí corriendo del lugar, no había obtenido respuestas de sus actos, pero al menos le había dejado claro que no lo quería volver a ver jamás.Entré a un pequeño y escondido hostal, no necesitaba nada más en el momento, una ducha caliente, era la esperanza de un consuelo, el trueque de un abrazo.La cama era pequeña, algo vieja pero más cómoda que la camilla del hospital. El lugar estaba inundado con un olor a antigüedades, recuerdos y remedios de anciano, seguramente del señor que me atendió al entrar.En el baño no había tina, solo una pequeña ducha. – ¡De eso a nada! – retorcí la comisura de mis labios en conformismo. Tomé mi teléfono, pensaba en mi pequeño y la imposibilidad de verlo, seguramente Warren no me permitirá hablar con él. Así que como última opción l
El dolor que sentía en mi alma parecía irse junto con la sangre, abrí los ojos y empecé a alucinar, me parecía ver a Ryan, sus ojos negros e intensos, esos ojos en los que me había perdido entre orgasmos y caricias, solo me observaba, me observaba con tristeza. El tiempo se había detenido en este eterno instante, solo veía sus ojos, sentí la pesadez en mis párpados y aunque en ese momento me hubiese gustado prolongar mi estadía en la mirada de él. Ya había perdido el control sobre mi cuerpo. Narración especial Ryan Wine. Yo la había traído a este mundo de caprichos, sexo y complacencia. Había insistido tanto para que firmara ese estúpido contrato, me había saltado mis propias reglas teniendo sexo con ella, pero era la única forma de traerla a mi vida, de tenerla conmigo, la deseaba, la necesitaba, la quería desde que la vi sentada en la sala de espera, taciturna de su vida, insatisfecha sexual y emocionalmente. Justo en ese momento me entreg