El techo de esta habitación me hace querer rasgarlo, la cantidad de blanco que posee me hace querer clavar mil colmillos y manchar todo de rojo. Han estado afuera desde que me desperté, he visto que han dejado comida ¿En serio? Realmente lo han hecho.
-¡Sácame de aquí!- golpeo la puerta lo más fuerte que puedo, pero sin embargo sigue siendo resistente a mis golpes, no es que sea una mujer muy fuerte como para derribarlo. El velo negro que tenía ya no está, era de mi madre.
Mis ojos están rojos y quiero golpear a quien quiera que esté cerca, puedo oler su sangre y siento la necesidad incesante de clavar mis colmillos en su cuello y matarlo.
-Si no te callas, no saldrás nunca de allí- la voz profunda del mismo hombre. McGregor, al que mi padre me entrego.
-¡Sácame de aquí! Bastardo- suelto aquello con mis puños golpeando la puerta -¡Te matare!-
-Quiero verte intentándolo- responde él. Sé que está detrás de la puerta, el olor a sangre cada vez es más profundo, su corazón late, puedo escuchar hasta aquí el zumbido que hacen sus venas por llevar sangre a cada lugar de su cuerpo.
-Sácame de aquí y te lo demuestro- mis ojos están fijos en la puerta, espero que él la abra, pero el cobarde no lo hace.
-¿Realmente me crees tan estúpido?- dice con una voz un poco más calmada, pero es gruesa y muy profunda para demostrarlo en totalidad.
-¡Eres estúpido!- vuelvo a lanzar la ofensa y el no responde.
Pasan lo que puedo creer algunos minutos antes de que vuelva hablar, sé que está allí, aun puedo oler su sangre cerca –Tu padre hace lo que cree conveniente-
-¡Me importa una mierda!- golpeo de nuevo la puerta –Estuve prisionera en ese lugar, y ahora me toca estar aquí con un maldito como tú-
-Cuida tus palabras- su puño golpea mi puerta, aquello me hace saltar un poco hacia atrás por el fuerte impacto, pero de una u otra manera aquello me hace sentir peor -¿No te gusta tu cuarto?- aquel comentario tiene burlas por cada costado.
-El ataúd lo guardare para cuando te mate ¡Maldito humano!- volví a golpear la puerta y la risa de él resonó por todo lo que podía ser un pasillo.
Sigo dando vueltas mientras siento las palmas de mis manos pican fuertemente, miro a mis costados y veo que todo está oscuro pero aun es visible. El realmente cree que yo vivo en un sótano y duermo en un ataúd ¿En serio?
-Señorita Relish- es una voz completamente diferente, la de McGregor era profunda pero la de esta persona era un poco más suave.
-¿Ahora qué?- digo cerca de la puerta, estaba recostada a una de las paredes cercana a ella.
-¿Requiere comer?- me pregunta de igual forma un poco más tranquila.
-La sangre de tu jefe ¡El maldito ese!- nunca fue una persona de maldecir tanto, pero en este caso cuando me siento prisionera de unas personas a las cuales mi padre me entrego, me siento en la necesidad de humillarlos hasta que me canse.
-No es mi jefe, pero si un ser de alto mando para mí- comenta el mismo chico detrás de la puerta.
-Lo mismo, has dicho lo mismo que yo pero en otras palabras- dejo caer mi cabeza en la madera de la puerta.
-¿Necesita ingerir algún tipo de sangre?- me vuelve a preguntar el –No puede dejar que su cuerpo se descompense, su padre no lo perdonaría-
-¿Perdonar? ¿En serio estas diciéndome eso? Yo no lo perdonare a él- vuelvo a golpear la madera y me despego del lugar y me siento en el suelo, al lado de la cama.
-Señorita Relish, su padre la ama- vuelve a decir y lo único que consigue es mi propio silencio –Si necesita algo, solo diga- y sus pasos vuelven alejarse y el olor a sangre se vuelve un poco más difuso a la distancia.
Mi cabeza esta recostada a la pared y mis parpados se están cerrando, tengo un leve destello de sueño y eso pasa muy pocas veces. Se supone que está cayendo la noche y es cuando más energía debería tener, pero en ese momento está ocurriendo lo contrario.
Me levanto y puedo mover un poco las cortinas cuando el resplandor del fuerte sol ya se ha disipado y veo todo a la distancia. La vista es hermosa, pero puedo imaginar que la casa es inmensa, es como estar encerrada de nuevo en el castillo.
¿Qué sería de mi padre? ¿Si habrán pisado los Dankworth el castillo? Mi casa, mi hogar. Se supone que nosotros los vampiros no tenemos mucho más que unos sentimientos, pero aun puedo tener el recuerdo leve de lo que una vez fue mi madre y todo fue gracias a que mi padre me dejo varias veces leer sus pensamientos.
Mi silencio se remontó a una cantidad inimaginable de horas, me quede admirando a las hermosas rosas rojas que estaban en el inmenso jardín, las ventanas no eran muy grandes pero si dejaba un largo cuadro para poder admirar.
Algunas veces pude sentir que alguien se posaba a las afueras de la puerta pero luego resoplaba y se iba, mi silencio siguió intacto mientras tocaba la suave madera del marco. Hasta que al comenzar el amanecer me toco cerrar las ventanas, camine hasta la cama y simplemente en posición fetal me dispuse acostarme, sentía como mi cuerpo estaba en reposo, tocaba las sabanas debajo de mí y el tacto era comparado con las piedras del castillo.
Me gire mirando hacia el techo cuando unos pasos estaban en dirección a la habitación y unos pies se posaron en el pasillo.
-Señorita Relish- conocía esa voz, la tranquilidad que había tenido toda la noche se había esfumado cuando su voz volvió a estar presente –Necesito que ingiera comida o si desea, puedo traerle el tipo de sangre artificial que ustedes toman- vuelve a comentar pero mi silencio es lo único que les ofrezco –Su padre me ha dicho que no beben sangre complemente humana, sino un complemento- y mi silencio vuelve a ser la respuesta.
Golpea la puerta fuertemente pero aunque me sobresalto mi silencio vuelve a reinar –No creo que sea la manera- dice una voz femenina, sabía que estaba cerca, pude oler ambos tipos de sangre en ellos y dos corazones latiendo. Se lo que es el latir de un corazón aunque yo no posea el latir del mío.
-¡No responde!- responde alterado –Lo intento- sus pasos pesados se alejan seguidos de unos más suaves detrás de él.
Y mi silencio es lo que vuelvo a ganar por el resto de este día, en donde cerrar mis ojos no garantiza un día de sueño.
-¡Joder!- golpeo una de las paredes.-Alfa- me llama Christine y me giro con mi rostro rojo de ira. Sé que mi lobo está queriendo salir, mi lado humano esta peleando con el más tiempo de lo que he acostumbrado hacer, no soporto tenerlo suprimido.-No estoy para nadie- me gire y pegue mi frente hacia la misma pared que he golpeado.-La chica se resiste a comer- ella alza sus manos y vuelvo a golpear la pared.-¿Quién se cree ella?- digo molesto quitándome de la pared y pisando camino por uno de los pasillos.El sonido de mis botas está resonando por todo el piso de madera, giro en una de las esquinas y subo unas escaleras hasta que veo el pasillo y como la última puerta sigue estando en silencio.-¡Maldita sea contigo!- grite golpeando la puerta fuertemente.-¿Qué quieres? ¡Imbecil!- allí esta ella y su voz de mier
-McGregor- el hombre entro a mi oficina como si esto le perteneciera. La temperatura en mi rostro estaba aumentando, primero Victoria y ahora este.-Miracle- le respondo con la mayor calma que no existe en mi pecho, mis labios se aplanan y su sonrisa arrogante aparece en sus labios.Desde que tengo memoria he querido partirle la cara a esta imbécil, mi padre siempre me hizo mantener la raya, pero algunas cosas han cambiado en gran mayoría, mi padre ha muerto y mi paciencia ya está a mi límite.-Siempre tan…- la mueca en sus labios era de burla indudablemente –Lindo- sonríe de lado y se sienta en uno de los sillones frente a mi escritorio.-Nadie te dijo que te sentaras- me levante y estaba rodeando el escritorio cuando el intento montar los pies en la madera.Mi mano dio de lleno con sus botas y cayeron al suelo, su mirada se transformó de burla a irritada.-N
-El desgraciado de McGregor cree que tiene el derecho de tratarme así- su voz es fuerte cuando está hablando con otro hombre delante de él.-Nathaniel- murmuro el otro con el que estaba hablando –Ese vocabulario no está permitido en mi oficina y menos si viene de ti- la voz dura está dando mucho que decir.-Lo siento, padre- el hombre asiente en dirección de él.-Me han dicho que Andrew tiene algo importante en su casa- dice el hombre que está sentado en la silla de cuero negro mirando hacia las afueras, tanto como le permite el gran ventanal, el chico delante de él alza su ceja –Importante- recalca con la voz un poco más suave.-¿Una chica?- pregunta, el hombre se encoge de hombros ante lo que el chico está queriendo preguntar.-Nadie traspasa sus inmensas paredes, pero si algo es la debilidad de McGregor, es un punto a nuest
-No puedo estar sintiendo esto ¡No!- mis pasos se vuelven monótonos mientras camino de un lado a otro en la habitación, siento que las cosas no están bien, entre mi padre y lo de McGregor el día anterior me esta carcomiendo.Su lengua por mi cuello, su lengua dejo un rastro de saliva que me fue inevitable no querer tocar, nunca había sentido algo así por una persona y menos un humano ¿Por qué mi padre confió tanto en él? Yo no creo que él sea un santo.Sus ojos oscuros estaban brillantes cuando entro a la habitación, intente con todas mis fuerzas poder atacarlo pero, pero cuando sus manos se posan en mi cuerpo es como si el reaccionara. No puedo creer la forma en que mis uñas se clavaron, pero el olor de su sangre me pareció los más atrayente que pude admirar.Necesitaba pasar mi lengua por su cuello y poder probarla, sent&ia
-¡¿En dónde está?!- la expresión alterada del hombre dice mucho.-Nunca lo sa-sabrás- murmuro como pudo Gustav mientras sentía su cuello apretado. La mirada del hombre apretó aún más hasta sentir un dolor agudo.-¿Amas mucho a tu hija?- pregunta este mientras el otro que tenía agarrado del cuello, el padre de Victoria seguía manteniendo un fuerte agarre.-Si- dijo como pudo.-¡Señor!- grito la señora que se encargaba de la limpieza del lugar.-Amary- murmuró mientras veía como sus ojos estaban comenzando a cerrarse.-¡Aléjense de él!- grito de nuevo la mujer pero fue tomada por el cuello.-Suéltalo- dejaron caer al hombre, sus manos fueron directo a su cuello tratando de tranquilizar el dolor en la zona afectada –Soy capaz de arrancar tu cuello y quemar
Esto no puede estar pasando ¿Cómo es que Victoria es una Dankworth? ¿Cómo? La mirada interrogante de todos estaba encima de mí. No es de extrañarse que eso pase, me levante como un loco enfurecido y termine saliendo de la cocina.No pude ver a Victoria. Se supone que eso no me tiene que afectar, pero ese Clan siempre ha buscado la forma de asesinarnos a nosotros tanto como en el caso a los vampiros, o en este momento la familia de Victoria.Es decir, tengo que lidiar con un montón de vampiros imbéciles y además con un montón de lobos que son el doble de imbéciles que los vampiros del Clan.Nunca en mi vida pude imaginar que la mujer que está aquí, en mi casa, sea parte de esa familia, ella es complemente diferente a cualquiera de todos los que hemos vistos a lo largo de los años. Es por eso que su padre la quiere cuidar, ella
-¿Quién te dio permiso a entrar?- gruño con mi rostro rojo de rabia y molestia hacia el hombre parado en la entrada de mi casa.-¡No te estreses! Andrew- su voz relajada me está causando que le restriegue el rostro por las piedras que están a las afueras de mi casa –Solo quería venir a saludar- su mano quiere ser colocado en mi brazo y es quitada rápidamente antes de que por lo menos se acercara.-Soy capaz de matarte y no me interesa que tu padre venga a buscarme- mi pose fuerte esta saliendo a flote. A cada esquina tengo a mis amigos y ellos tienen sus brazos cruzados esperado por una batalla que no se ha desarrollado.-Solo quería venir a saludar a tu visita- mi entrecejo se frunce y él sonríe con suficiencia.-Yo no tengo visita- le respondo sin abrir casi mi boca.-¿Cómo qué no?- vuelve a sonreír y trata de
-Andrew- susurraba cerca de mi oído para levantarse lentamente, podía escuchar el latir de mi corazón acelerado mientras la sentía encima de mí. Sus piernas a cada lado de mis caderas y sus movimientos de adelante hacia atrás estaban logrando que perdieran la razón.-¡Oh!- mis labios se abrieron y solté un gruñido, mis manos se apretaron en sus muslos tratando de aguantar mucho más tiempo. Ella necesitaba que durara mucho más.Mi miembro estaba tan dentro de ella que podía sentir lo apretada que estaba.-¡Más! ¡Dame más!- su cabello negro caía en cascada delante de ella creando un velo mientras subía y bajaba, su sudor podía verse entre el valle de sus pechos.Mis caderas comenzaron hacer un movimiento tratando de emparejarse a ella, mientras ella bajaba yo empujaba hacia arriba causando un ri