Los latidos de su corazón retumban violentos dentro de su pecho, como si con ello intentaran aliviar el dolor y la inseguridad que le provoca ver a Lilia irse con otro hombre.Alguien más le está dando refugio, y ella ve en ese otro un escape de él...Ella está huyendo de él y de todo el sufrimiento que él le causó por tantos años.—¡Lilia! —grita, alterado, mientras corre fuera del hospital. Sin embargo, su reacción llega tarde, porque ella ya se ha subido al vehículo de aquel otro. Su hadita ha preferido irse con ese doctor—. ¡Con un demonio, Liliana!Es la primera vez que dice su nombre completo, y también es la primera vez que siente esa angustia similar a la que experimentó cuando se enteró del accidente de sus padres.—¡Lilia, te amo! —vocifera a la nada, cayendo de rodillas sobre el duro y frío pavimento—. Perdóname, Hadita; no estaba consciente del daño que te causaba. ¡¿Por qué hasta ahora descubro que te amo?! ¡Te hubiera ahorrado tanto dolor, mi amor! —Las lágrimas le arden
Dos meses después...Lilia deja a Alan en el colegio, observando cómo entra corriendo con su mochila rebotando en la espalda. Una sonrisa se dibuja en su rostro al verlo tan entusiasmado por comenzar su día. Aunque la separación diaria le deja un ligero nudo en el pecho, se consuela pensando en lo feliz que él está.Tras un profundo suspiro, enciende el motor de su carro y conduce en dirección al hospital. Se siente muy feliz porque ya no tiene que tomar el bus para transportarse. Todo el sacrificio valió la pena: meses de ahorrar cada centavo, rechazar invitaciones a salidas y trabajar horas extra finalmente dieron fruto. Ahora puede disfrutar de su carro. No es lujoso ni muy moderno, pero está en buenas condiciones y no consume mucho combustible.—¡Hola, Lilia! —la aborda Patricia con una sonrisa amigable, en cuanto ella llega al hospital.—¿Cómo estás, Patty? —le devuelve el saludo con una sonrisa cálida, mientras sus ojos reflejan un brillo de alegría tras ver a su compañera.—Sal
El vacío le apuñala el pecho, una estaca helada que le corta la respiración. Siente el deseo punzante de regresar con Bratt, de pedirle una oportunidad más. Sin embargo, una fuerza invisible la retiene, una barrera que no logra comprender. Se pregunta si es la culpa, el eco constante de su pasado, o el temor a que Bratt vuelva a herirla. Tal vez sea simplemente la necesidad de paz, de un nuevo comienzo lejos de todo. Quizás, se dice, no necesita a un hombre para sentirse completa.«Pero lo amo», se repite en silencio, una confesión amarga que le quema por dentro.Lo ama. Esa es la verdad que la avergüenza, la cruda realidad que la persigue. Ama al hombre que fue el primer amor de su amiga, el mismo hombre que fue su amante mientras ella estuvo casada con Adrián.—Lo nuestro no funcionaría… —dice con un hilo de voz, el sufrimiento marcando cada sílaba. Se resigna a esa idea, pero en lugar de la ansiada calma, solo encuentra más dolor, un vacío aún más profundo.***Un mes después...—M
Los temblores que sacuden su cuerpo delatan el tiempo que ha pasado bajo la ducha, el agua confundiéndose con las lágrimas que aún resbalan por sus mejillas.Ni siquiera la espuma abundante ha logrado disipar la sensación de vacío y arrepentimiento que la invade. Se siente manchada.—¿Qué me pasa? ¿Es un pecado estar con alguien que no sea Bratt? —Detesta la idea de que su cuerpo y sus recuerdos parezcan pertenecerle solo a él, que su corazón se niegue a aceptar que no están destinados a estar juntos—. ¿Por qué tuve que conocerte, Bratt?La frustración la embarga, transformando sus pensamientos en un torrente de reproches. Ahora lo sabe con certeza: ama a Bratt como nunca antes ha amado. Podría estar con Raymond, con cualquier otro, pero su corazón sigue anclado a él.—Quizás me equivoqué con Raymond —murmura, el remordimiento punzándola.El viaje de regreso transcurre en un silencio denso. Raymond está inquieto, temiendo romper la quietud y escuchar de labios de Lilia la confirmación
El dedo tembloroso presiona la opción de llamada y, de inmediato, ella escucha el timbre por medio de los auriculares que se aferran a sus orejas.Desde que percibe que la llamada entra, Lilia empieza a hablar sin esperar a que su objetivo conteste:—Adrián, necesito que te quedes con Alan por unos días más, por favor.—¿Por qué? ¿Acaso te piensas ir de rumba con el noviecito de pacotilla que ahora tienes? —Su respuesta tosca sale de impulso, con un tono de reclamo que irrita a Lilia. —¡Escúchame! —lo interrumpe, alterada—. No te importa a dónde ni con quién iré, ya que es mi problema. Así como Alan es mi hijo y yo tengo que encargarme la mayor parte de él, tú también tienes la responsabilidad de cuidarlo. » ¿Crees que con verlo cada quince días cumples con tu rol de padre? ¡Pues no! Estoy harta de tener que sacrificarme todo el tiempo mientras tú vives tu vida tan tranquilamente. Te quedarás con él y no me joderás con preguntas que no vienen al caso porque, ¿adivina qué?, ¡soy libr
La niña mira en dirección al suelo, al tiempo en que juega con sus manitas regordetas y más pequeñas de lo regular. Frente a ella, se encuentra un hombre de ojos verdes y cabello rubio, lacio y peinado con nitidez. Todo en él denota elegancia y autoridad.Su traje lustre y hecho por diseñadores famosos se ciñe a la perfección al cuerpo esbelto que ahora se encuentra rígido. El rostro atractivo que lo caracteriza luce desfigurado por el enojo y el disgusto.—De mis dos hijas tenías que ser la más inservible, fea e insoportable. ¿Cómo es eso de que no te has aprendido ni un solo paso de ballet? ¡Eres la burla de la academia! ¿Cómo te atreves a avergonzarme de esa manera, Liliana?—N-No me gusta el ballet, papá —responde ella con ojitos llorosos.—¡Me importa un comino si te gusta o no! ¡Te harás la mejor de tu clase o estarás castigada de por vida! ¡¿Me escuchas, niña desobediente?!Ella asiente mientras trata de retener las lágrimas, puesto que no debe llorar delante de su padre, quien
Un año después...En una villa glamurosa, donde solo las personas poderosas de Diamond pueden darse el lujo de hospedarse, un encuentro social de varios días se lleva a cabo. Allí se reúnen los hombres de negocios más influyentes junto a su familia, con la intención de pescar un buen matrimonio o por lo menos encontrar un socio ideal para hacer alianzas y negocios.Cansada de tantas etiquetas e hipocresía, Lilia camina entre los arbustos, escapando de las personas superficiales que buscan llamar la atención de su familia.—¡Mira lo que me encontré por aquí! Una hadita… —espeta un chico, a quien ella descubre tirado en la grama.Él la mira con una sonrisa socarrona mientras muerde un palito verde.—¿Por qué estás aquí? —cuestiona ella mientras se cruza de brazos.—¿Acaso es un delito estar en este lugar? En todo caso, tú también deambulas por estos lares. ¿Qué? ¿Escapando de las exigencias sociales y de todas sus pendejadas?—Creo que te conozco —dice ella mientras entrecierra los ojos
Bratt y Lilia regresan a la última celebración cuando ya el sol se ha puesto. Ellos se observan a la distancia y se sonríen con complicidad.—¿Dónde has estado, Liliana? —interpela el señor Rocca con expresión molesta.—He estado por los alrededores, papá —responde asustada.—Pues no te encontré. El señor Nisson quería volver a hablar contigo.Lilia lo mira extrañada. ¿Por qué ese señor querría hablar con ella?—¿Para qué?—Deja de ser insolente, qué te importa a ti la razón. Solo trata de ser amable cuando él te aborde y no saques a relucir lo tonta que eres.Lilia se tensa al escuchar esas palabras porque varios escenarios llegan a su mente y ningunos son agradables. Está segura de que su padre la comprometería con cualquier tipo de la élite que le ofrezca una buena alianza sin importarle su opinión ni sus sentimientos.«¿Y si ese viejo me quiere pedir como esposa?», piensa aterrada.No podría esperar más para su futuro, puesto que no es una persona interesante ni bonita; pero sí jo