Capítulo 43

El dedo tembloroso presiona la opción de llamada y, de inmediato, ella escucha el timbre por medio de los auriculares que se aferran a sus orejas.

Desde que percibe que la llamada entra, Lilia empieza a hablar sin esperar a que su objetivo conteste:

—Adrián, necesito que te quedes con Alan por unos días más, por favor.

—¿Por qué? ¿Acaso te piensas ir de rumba con el noviecito de pacotilla que ahora tienes? —Su respuesta tosca sale de impulso, con un tono de reclamo que irrita a Lilia.

—¡Escúchame! —lo interrumpe, alterada—. No te importa a dónde ni con quién iré, ya que es mi problema. Así como Alan es mi hijo y yo tengo que encargarme la mayor parte de él, tú también tienes la responsabilidad de cuidarlo.

» ¿Crees que con verlo cada quince días cumples con tu rol de padre? ¡Pues no! Estoy harta de tener que sacrificarme todo el tiempo mientras tú vives tu vida tan tranquilamente. Te quedarás con él y no me joderás con preguntas que no vienen al caso porque, ¿adivina qué?, ¡soy libr
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