40. Un tercero ilusionado por un fantasma

Eso es imposible, es lo primero que piensa Altagracia al ponerse de pie.

Lo único que hace Gerardo es mentir para beneficiarse de su muerte, porque a él no le duele absolutamente nada lo que le sucedió.

Si él fue quien ordenó su muerte. ¿Por qué habría de importarle ahora? ¿Arrepentimiento? Sólo es mentira. Un hombre desalmado como él, despiadado como ninguno otro. Sus comentarios los hizo por la eterna confrontación y rabia que le tiene a Ignacio.

Altagracia usa sus palmas para inhalar y exhalar antes de caminar de nuevo hacia la reunión. Lo que ha hecho ha sido para molestarla.

¿Y qué es eso de no caer enamorado por Ximena? Tiene una nueva tarea y es seducir a Gerardo como Ximena, hacerle pasar exactamente el sufrimiento qué ella sufrió en esos meses de rechazo e indiferencia. Él no debería subestimarla, porque con el nombre de Altagracia, es como lo llevará a cabo, es cómo lo llevará a la locura.

De vuelta a la reunión, por ningún lado nota a Gerardo. Y tiene la sospecha que Ignaci
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