El lunes por la mañana, cuando Isabella se levantó, parecía flotar en las nubes. Acababa de pasar el mejor fin de semana de su vida y había llegado con las baterías recargadas para enfrentar lo que fuera por recuperar a su hijo, ahora estaba totalmente segura de los sentimientos y del amor de James por ella, así usaría eso como muleta de apoyo para sentirse un poquito más segura.
Se apresuró para estar lista temprano y poder compartir el desayuno con James, pero comieron fuera, así podrían tener libertad de conversar, reír y de tratarse como pareja sin que nadie los viera. Ese tema de fingir ser hermanos los obligaba a ser en extremo prudentes, si no querían ocasionar incomodidades entre la servidumbre.
— De nuevo, gracias, James, el fin de semana fue una maravilla.
Él sonrió, tomando sus manos entre las suyas.
— Me alegra mucho haber aclarado las cosas contigo, quiero que sepas que te amo, y que ahora tú eres mi prioridad.
Isabella le devolvió la
— Siéntese, por favor — señalándole el sillón — ¿Qué quiere hablar conmigo?Hubo algo en ese timbre de voz que a Astrid no le gustó, algo en ella era demasiado familiar, pero todavía no sabía qué, y eso, no saber, la enojaba más que cualquier otra cosa.¿Acaso conocía a la zorra de otro lugar? O ¿Habría sido una de las antiguas amantes de Mikel que ahora se mostraba en persona?, estaba confundida, y no le gustaba sentirse así, necesitaba seguridad para actuar. Inspiró profundo y mantuvo la sonrisa impoluta como si no estuviera partiéndose el cráneo.« ¡Ya lo pilló!, sabe que algo raro en mí, ¡Pero no se ha dado cuenta qué es! », Isabella caviló tomando asintió frente a ella sin quitarle el ojo de encima mientras ponía en práctico todo a
— Aún no me dice a qué ha venido, Astrid. ¿Puedo llamarla Astrid? ¿No es así? — sin dejar de lado su actitud de mujer ganadora.Astrid le devolvió una sonrisa hipócrita, un gesto que le trajo amargos recuerdos a Isabella:Estaba en la casa de la playa luego de haber pasado toda la tormenta del divorcio, hacía apenas unas semanas que Mikel había interpuesto la demanda y con su dinero y las fotografías de su supuesta traición matrimonial todo se había agilizado a favor de él.Se había levantado con el rostro cansado y los ojos inflamados de tanto llorar, el cabello despeinado y ninguna motivación para vivir más que pensar en un plan para poder ver a Maty.Había puesto la cafetera, necesitaba un trago muy oscuro de cafeína para despabilarse y poner su cabeza en orden, revisó el teléfono y no halló más mensajes que los de Astrid en los que le preguntaba los próximos pasos a tomar y le recomendaba no hacer nada que pudiera invocar la furia de los Wolf contra ella.La mujer había exhalado un
Astrid seguía mirando a la otra mujer con más confusión que otra cosa, casi había estado segura de que era Elisa, por un momento lo pensó de verdad, ¿Y si se había equivocado? ¡Oh, no, Mikel! ¡Mikel la odiaría, estaba acabada!— No comprendo su risa, ¿Qué es tan gracioso?— Es que es tan improbable que suceda una cosa así, esa mujer de la que me habla debió ser muy estúpida para no darse cuenta de que varios de sus amantes la esperaban en el mismo lugar, sinceramente, la historia es buena, ¡Pero es totalmente inverosímil! — Comentó de forma tan casual que Astrid continuaba llena de interrogantes y ninguna aclaratoria.— ¿No me cree? — La pregunta retumbó más en su propia cabeza que en la Isabella Lennox, rindiéndose al fin a lo evidente: ¡Se había equivocado! Esa mujer no
Mikel tomó asiento e inmediatamente Astrid rodeó sus hombros con el brazo, como marcando terreno. Isabella notó el gesto que gritaba “propiedad privada” y le causó gracia, así que desvió un poco la mirada y se rio por lo bajo.« Astrid es una idiota si cree que en realidad estoy genuinamente interesada en ese pelele, nunca volvería a verlo de esa forma, ¡No hay nada que pueda hacer para que le perdone tanto dolor! »— Sé que voy a arrepentirme de preguntar esto, pero… ¿De qué hablaban? — Miel dijo a modo de broma.— Tu esposa me contaba una historia muy variopinta, Mikel, algo sobre una vieja amiga suya — Mirando a Astrid e interpelándola a soltar la lengua, quería ver que tan atrevida sería con el tema, si hablaría abiertamente sobre la trampa que le había puesto hacía muchos años, o
Isabella estaba en shock. Todavía procesaba en su mente la idea de que se materializaba su temor más grande, que su hijo fuera enviado fuera del país, a donde no pudiera tener acceso a él como hasta ahora.La astucia de Astrid pilló de inmediato la expresión de terror de Isabella, cuando esta escuchó que el niño se iría lejos. A la rubia no le cupo la menor duda, si antes hubo cosas que la hicieron dudar de su loca idea de que tenía frente a ella a la resucitada Elisa Alcalá, la elegancia y distinción, la figura delgada y estilizada de la mujer que ahora se veía como modelo de portada de Vogue, o la ropa costosa y el sitial de honor en una compañía trasnacional como Lennox y Lennox, ahora estaba completamente segura de que esta mujer no era quien decía ser.Todavía le costaba trabajo creérselo. Elisa era tan… corriente, tan simple, tan b&
En la oficina de Gerencia General de Wolf Company:—Señor Emmett, tiene una visita, alguien quiere verlo — la secretaria informó al viejo Wolf para que la recibiera.— ¿Es alguien importante?, ¡Estoy muy ocupado para perder el tiempo con tonterías! — escupió de forma desagradable —. No estoy para nadie que no merezca mi tiempo.La secretaria temió molestarlo, le conocía el geniecito de los mil diablos a su jefe, pero afuera tenía a este tipo con mal aspecto que insistía en que lo dejara hablar con el viejo Wolf.— Es muy insistente, señor — ella continuó con cuidado — Dijo que se apellida Vargas, que se lo dijera a usted para que supiera que es importante.Al escuchar el apellido del visitante, Emmett Wolf levantó la mirada felina y peligrosa.— ¿Vargas, dices?—
Vargas se dio la vuelta y salió, sintiendo cómo la mirada pesada y afilada del viejo Wofl se le clavaba en las costillas.Emmett lo siguió con los ojos hasta que la puerta se cerró y volvió a descargar los puños con rabia sobre la mesa.— ¡Maldito cerdo insignificante! ¿Cree que puede venir hasta mi oficina a intimidarme? ¡Está muy equivocado! ¡No ha nacido el hombre que pueda amenazarme y viva para contarlo!Vargas no lo escuchó, pero algo en su interior le dijo que debía cuidarse.— ¿Astrid? — la rubia escuchó la voz alterada de su suegro en el teléfono.— Emmett, ¿Qué sucede?— Necesito que resuelvas un problemita — Le dijo en un tono que ella conocía bien y no le gustaba para nada.La mujer se tensó y salió de la habitación.— ¡
James pasó su mano de nuevo por la larga cabellera de Isabella, peinándola con los dedos, mientras le susurraba al oído lo mucho que la amaba.— Isa, te siento muy tensa, ¿Pasó algo en la oficina hoy? — Su intuición no fallaba cuando se trataba de ella.— Me conoces bien — ella admitió.— Sí, pero todavía no puedo saber en lo que estás pensando, necesito que me lo digas.— Lo siento, no quería preocuparte — ella bajó la mirada.— ¿Y qué podría preocuparme ahora que estamos juntos? — Él casi se rio, no creía que hubiera muchas cosas que pudieran empeñar su felicidad.Isabella hizo un largo silencio antes de hablar.— Hoy vino Astrid a mi oficina de nuevo — dijo con cuidado.James se incorporó para mirarla.— ¿De q