En la oficina de Gerencia General de Wolf Company:
—Señor Emmett, tiene una visita, alguien quiere verlo — la secretaria informó al viejo Wolf para que la recibiera.
— ¿Es alguien importante?, ¡Estoy muy ocupado para perder el tiempo con tonterías! — escupió de forma desagradable —. No estoy para nadie que no merezca mi tiempo.
La secretaria temió molestarlo, le conocía el geniecito de los mil diablos a su jefe, pero afuera tenía a este tipo con mal aspecto que insistía en que lo dejara hablar con el viejo Wolf.
— Es muy insistente, señor — ella continuó con cuidado — Dijo que se apellida Vargas, que se lo dijera a usted para que supiera que es importante.
Al escuchar el apellido del visitante, Emmett Wolf levantó la mirada felina y peligrosa.
— ¿Vargas, dices?
—
Vargas se dio la vuelta y salió, sintiendo cómo la mirada pesada y afilada del viejo Wofl se le clavaba en las costillas.Emmett lo siguió con los ojos hasta que la puerta se cerró y volvió a descargar los puños con rabia sobre la mesa.— ¡Maldito cerdo insignificante! ¿Cree que puede venir hasta mi oficina a intimidarme? ¡Está muy equivocado! ¡No ha nacido el hombre que pueda amenazarme y viva para contarlo!Vargas no lo escuchó, pero algo en su interior le dijo que debía cuidarse.— ¿Astrid? — la rubia escuchó la voz alterada de su suegro en el teléfono.— Emmett, ¿Qué sucede?— Necesito que resuelvas un problemita — Le dijo en un tono que ella conocía bien y no le gustaba para nada.La mujer se tensó y salió de la habitación.— ¡
James pasó su mano de nuevo por la larga cabellera de Isabella, peinándola con los dedos, mientras le susurraba al oído lo mucho que la amaba.— Isa, te siento muy tensa, ¿Pasó algo en la oficina hoy? — Su intuición no fallaba cuando se trataba de ella.— Me conoces bien — ella admitió.— Sí, pero todavía no puedo saber en lo que estás pensando, necesito que me lo digas.— Lo siento, no quería preocuparte — ella bajó la mirada.— ¿Y qué podría preocuparme ahora que estamos juntos? — Él casi se rio, no creía que hubiera muchas cosas que pudieran empeñar su felicidad.Isabella hizo un largo silencio antes de hablar.— Hoy vino Astrid a mi oficina de nuevo — dijo con cuidado.James se incorporó para mirarla.— ¿De q
Astrid pasó los días siguientes en un desenfreno total, ni el mismo Mikel soportaba su ánimo de los mil diablos.Varias cosas rondaban por su mente enferma de odio y de venganza, hace pagar a Elisa por su atrevimiento de no morir en aquel atentado que con tanto esmero había planeado para la cárcel, investigar como coños había escapado, conseguir las pruebas de que estaba viva para refundirla de regreso en la prisión, hacerla sufrir por atreverse a acercarse de nuevo a Mikel, averiguar cómo era la protegida de un hombre tan rico e importante como James Lennox, y cuál era su verdadera relación con él, porque era obvio que algo se traía ese par entre manos.Y por otro lado, estaba ese asunto de aquel tipejo, ¡El Vargas!Se llevó las manos a la cabeza con frustración y dejo salir un par de maldiciones golpeando la mesa del despacho de su casa.Mikel,
Elisa respiró hondo cuando el abogado le extendió los documentos. Alargó la mano temblorosa para tomarlos y leyó con atención.—¿Comprende lo que dice ahí, señorita Alcalá?—Para serle franca comprendo la mitad — dejando escapar el aire.—Básicamente, la señora Beatriz Lennox dejó a su nombre el cincuenta por ciento de sus bienes, creo que no es muy difícil de entender.—Esa parte la comprendo perfectamente, lo que no entiendo es ¿Por qué decidió dejarme un porcentaje tan alto? — Elisa solo podía pensar en la reacción de James, el hijo de Beatriz.Mientras ella todavía hablaba, la puerta del despacho del abogado se abrió y James Lennox entró con elegancia y paso decidido.—Es la misma pregunta que me sigo haciendo — la voz de James era aplomada, pero glacial.—Llegas tarde, James — el abogado, observó ajustándose las gafas.—Tenía negocios que hacer, Robert, a diferencia de otras personas, yo sí me he ganado cada centavo.Elisa tragó grueso y se acomodó en la silla, no era su culpa qu
—¿Señor Wolf? ¿Sigue ahí? — Mikel enmudeció de pronto, sintiendo que un nudo comenzaba a formarse en su garganta.—¿Señor Mikel Wolf? — El policía insistió desde el otro lado de la línea — ¿Sabe si la señora Alcalá tenía otros familiares a quienes podamos informar?Mikel se aclaró la garganta para poder responder.—No, me temo que no.—¿Entonces solo su hijo es familiar directo?—Sí.—¿Tiene planes para el funeral? Si no los tiene, el Estado podrá hacerse cargo en el crematorio del presidio.Por un segundo, la mente de Mikel se quedó completamente en blanco. Si bien era cierto que hacía años, muchos, en realidad, había terminado por su propia decisión la relación con Elisa, el hecho de que muriera no lo hacía feliz, y menos cuando tenía un hijo de diez años a quien explicarle que su madre había muerto de una forma tan horrible, incendiada... ¿No era estúpido cremarla? Mikel sacudió la cabeza para apartar los fatídicos pensamientos.—Bien, ¿Entonces? — La voz del maldito policía comen
Los dedos de James tamborileaban nerviosamente en la mesita del café, mientras sus ojos reparaban cada dos minutos en el reloj de pulso herencia de familia que traía puesto, estaba a punto de levantarse y mandar todo al demonio.Los dedos se detuvieron de golpe al ver entrar a la chica desaliñada y curvilínea por la puerta del lugar. Nada especial había en ella, salvo sus hermosos ojos, James suspiró, incluso con esa hermosa mirada no sabía si ella lo lograría.« ¿Habrá algo que se pueda hacer con ella? », pensó, «¡Dudo mucho que tenga el temple para seducir a alguien, parece más un ángel herido que una mujer con sed de venganza, esto va a irse directo a la mierda! »Elisa se detuvo en la puerta y lo buscó con la mirada. Pocos especímenes masculinos pueden verse como James Lennox, rostro afilado, tez clara, labios llenos y mirada gris, tan pesada como el plomo.Suspiró. No sería fácil estar cerca de él con esos aires de grandeza que exudaba a kilómetros, era guapo, y el desgraciado lo
«Un, dos…», contaba mentalmente mientras hacía los ejercicios matutinos sin dejar de escuchar en sus auriculares la charla sobre "Crecimiento y desarrollo empresarial en el proceso de globalización económica" de F.J. Santos, publicado en la Revista de Economía Mundial. Estaba concentrada en los datos estadísticos cuando la voz de Ada la sacó de sus pensamientos.—Señorita Isabella, alguien quiere verla.—¿Ahora? Es un poco temprano — ella dijo mirando el costosísimo reloj de pulso que James le había enviado para que lo usara a diario y con una inscripción al reverso que decía: “Para mi amada hija Isabella, de su madre, con amor”. A ella le había parecido una broma de mal gusto, pero luego pensó que él se estaba asegurando de que ella tuviera algo “familiar” que mostrar en caso de necesitar apartar algunas dudas sobre su identidad en el futuro.—Es uno de los empleados de la mansión, trae un recado del joven James.—Está bien, Ada, puedes hacerlo pasar.Elisa ya se había metido en el p
UN MES DESPUÉS:Elisa... no, más bien Isabella se miró al espejo y suspiró profundamente. Del otro lado en el reflejo vio a una mujer casi irreconocible ante ella: rostro perfilado, labios llenos, ojos profundamente azules, escultural figura y una melena oscura abundantemente larga caía a los lados de su cara afinándola aún más y dándole, junto al maquillaje y al vestido de alta costura un aire de aristocracia moderna sin igual.—¿Estás lista para actuar? — La profunda y masculina voz de James la sacó de sus cavilaciones.Ella se giró para verlo a los ojos. Esos ojos grises y helados a los que todavía no lograba acostumbrarse.—Supongo que sí — dijo en baja voz con un asentimiento de la cabeza.—¿Supones? Me estoy jugando mucho con esto, Elisa, ¿O debería llamarte, Isabella? — Dejó salir cortante y decepcionado.James podría lucir como una pieza de arte monumentalmente exquisita, pero era rígido y glacial cuando se lo proponía.Elisa sintió un ligero frío en el estómago. Se puso de pi