Isabella continuaba con sus dudas. Se quitó el traje de baño y lo puso a un lado para meterse a la ducha y sacar el salitre de su piel mientras seguía repitiéndose que solo sería cuestión de tiempo para que una flacuchenta sin curvas se le metiera a James por los ojos.
— Debo ser sincera conmigo misma, esto durará mientras pueda mantener esta figura, en cuanto comience a subir de peso ya no será igual — se dijo mientras se enjuagaba el jabón.
Salió de la ducha y buscó que ponerse, pero su vestido vaporoso estaba sudado, así que lo lavó en el lavamanos junto con sus bragas y lo extendió en la puerta de la ducha.
— Hace calor, amanecerá seco — pensó.
Regresó a la habitación a buscar algo para ponerse y encontró unas camisas de James.
Se puso una camisa blanca con las mangas largas, le quedaba gra
El lunes por la mañana, cuando Isabella se levantó, parecía flotar en las nubes. Acababa de pasar el mejor fin de semana de su vida y había llegado con las baterías recargadas para enfrentar lo que fuera por recuperar a su hijo, ahora estaba totalmente segura de los sentimientos y del amor de James por ella, así usaría eso como muleta de apoyo para sentirse un poquito más segura.Se apresuró para estar lista temprano y poder compartir el desayuno con James, pero comieron fuera, así podrían tener libertad de conversar, reír y de tratarse como pareja sin que nadie los viera. Ese tema de fingir ser hermanos los obligaba a ser en extremo prudentes, si no querían ocasionar incomodidades entre la servidumbre.— De nuevo, gracias, James, el fin de semana fue una maravilla.Él sonrió, tomando sus manos entre las suyas.— Me alegra mucho haber aclarado las cosas contigo, quiero que sepas que te amo, y que ahora tú eres mi prioridad.Isabella le devolvió la
— Siéntese, por favor — señalándole el sillón — ¿Qué quiere hablar conmigo?Hubo algo en ese timbre de voz que a Astrid no le gustó, algo en ella era demasiado familiar, pero todavía no sabía qué, y eso, no saber, la enojaba más que cualquier otra cosa.¿Acaso conocía a la zorra de otro lugar? O ¿Habría sido una de las antiguas amantes de Mikel que ahora se mostraba en persona?, estaba confundida, y no le gustaba sentirse así, necesitaba seguridad para actuar. Inspiró profundo y mantuvo la sonrisa impoluta como si no estuviera partiéndose el cráneo.« ¡Ya lo pilló!, sabe que algo raro en mí, ¡Pero no se ha dado cuenta qué es! », Isabella caviló tomando asintió frente a ella sin quitarle el ojo de encima mientras ponía en práctico todo a
— Aún no me dice a qué ha venido, Astrid. ¿Puedo llamarla Astrid? ¿No es así? — sin dejar de lado su actitud de mujer ganadora.Astrid le devolvió una sonrisa hipócrita, un gesto que le trajo amargos recuerdos a Isabella:Estaba en la casa de la playa luego de haber pasado toda la tormenta del divorcio, hacía apenas unas semanas que Mikel había interpuesto la demanda y con su dinero y las fotografías de su supuesta traición matrimonial todo se había agilizado a favor de él.Se había levantado con el rostro cansado y los ojos inflamados de tanto llorar, el cabello despeinado y ninguna motivación para vivir más que pensar en un plan para poder ver a Maty.Había puesto la cafetera, necesitaba un trago muy oscuro de cafeína para despabilarse y poner su cabeza en orden, revisó el teléfono y no halló más mensajes que los de Astrid en los que le preguntaba los próximos pasos a tomar y le recomendaba no hacer nada que pudiera invocar la furia de los Wolf contra ella.La mujer había exhalado un
Astrid seguía mirando a la otra mujer con más confusión que otra cosa, casi había estado segura de que era Elisa, por un momento lo pensó de verdad, ¿Y si se había equivocado? ¡Oh, no, Mikel! ¡Mikel la odiaría, estaba acabada!— No comprendo su risa, ¿Qué es tan gracioso?— Es que es tan improbable que suceda una cosa así, esa mujer de la que me habla debió ser muy estúpida para no darse cuenta de que varios de sus amantes la esperaban en el mismo lugar, sinceramente, la historia es buena, ¡Pero es totalmente inverosímil! — Comentó de forma tan casual que Astrid continuaba llena de interrogantes y ninguna aclaratoria.— ¿No me cree? — La pregunta retumbó más en su propia cabeza que en la Isabella Lennox, rindiéndose al fin a lo evidente: ¡Se había equivocado! Esa mujer no
Mikel tomó asiento e inmediatamente Astrid rodeó sus hombros con el brazo, como marcando terreno. Isabella notó el gesto que gritaba “propiedad privada” y le causó gracia, así que desvió un poco la mirada y se rio por lo bajo.« Astrid es una idiota si cree que en realidad estoy genuinamente interesada en ese pelele, nunca volvería a verlo de esa forma, ¡No hay nada que pueda hacer para que le perdone tanto dolor! »— Sé que voy a arrepentirme de preguntar esto, pero… ¿De qué hablaban? — Miel dijo a modo de broma.— Tu esposa me contaba una historia muy variopinta, Mikel, algo sobre una vieja amiga suya — Mirando a Astrid e interpelándola a soltar la lengua, quería ver que tan atrevida sería con el tema, si hablaría abiertamente sobre la trampa que le había puesto hacía muchos años, o
Elisa respiró hondo cuando el abogado le extendió los documentos. Alargó la mano temblorosa para tomarlos y leyó con atención.—¿Comprende lo que dice ahí, señorita Alcalá?—Para serle franca comprendo la mitad — dejando escapar el aire.—Básicamente, la señora Beatriz Lennox dejó a su nombre el cincuenta por ciento de sus bienes, creo que no es muy difícil de entender.—Esa parte la comprendo perfectamente, lo que no entiendo es ¿Por qué decidió dejarme un porcentaje tan alto? — Elisa solo podía pensar en la reacción de James, el hijo de Beatriz.Mientras ella todavía hablaba, la puerta del despacho del abogado se abrió y James Lennox entró con elegancia y paso decidido.—Es la misma pregunta que me sigo haciendo — la voz de James era aplomada, pero glacial.—Llegas tarde, James — el abogado, observó ajustándose las gafas.—Tenía negocios que hacer, Robert, a diferencia de otras personas, yo sí me he ganado cada centavo.Elisa tragó grueso y se acomodó en la silla, no era su culpa qu
—¿Señor Wolf? ¿Sigue ahí? — Mikel enmudeció de pronto, sintiendo que un nudo comenzaba a formarse en su garganta.—¿Señor Mikel Wolf? — El policía insistió desde el otro lado de la línea — ¿Sabe si la señora Alcalá tenía otros familiares a quienes podamos informar?Mikel se aclaró la garganta para poder responder.—No, me temo que no.—¿Entonces solo su hijo es familiar directo?—Sí.—¿Tiene planes para el funeral? Si no los tiene, el Estado podrá hacerse cargo en el crematorio del presidio.Por un segundo, la mente de Mikel se quedó completamente en blanco. Si bien era cierto que hacía años, muchos, en realidad, había terminado por su propia decisión la relación con Elisa, el hecho de que muriera no lo hacía feliz, y menos cuando tenía un hijo de diez años a quien explicarle que su madre había muerto de una forma tan horrible, incendiada... ¿No era estúpido cremarla? Mikel sacudió la cabeza para apartar los fatídicos pensamientos.—Bien, ¿Entonces? — La voz del maldito policía comen
Los dedos de James tamborileaban nerviosamente en la mesita del café, mientras sus ojos reparaban cada dos minutos en el reloj de pulso herencia de familia que traía puesto, estaba a punto de levantarse y mandar todo al demonio.Los dedos se detuvieron de golpe al ver entrar a la chica desaliñada y curvilínea por la puerta del lugar. Nada especial había en ella, salvo sus hermosos ojos, James suspiró, incluso con esa hermosa mirada no sabía si ella lo lograría.« ¿Habrá algo que se pueda hacer con ella? », pensó, «¡Dudo mucho que tenga el temple para seducir a alguien, parece más un ángel herido que una mujer con sed de venganza, esto va a irse directo a la mierda! »Elisa se detuvo en la puerta y lo buscó con la mirada. Pocos especímenes masculinos pueden verse como James Lennox, rostro afilado, tez clara, labios llenos y mirada gris, tan pesada como el plomo.Suspiró. No sería fácil estar cerca de él con esos aires de grandeza que exudaba a kilómetros, era guapo, y el desgraciado lo