Capítulo XXIII

Selene

No pude evitar tragar saliva al escuchar su amenaza tan específica, y asentí bajando la cabeza sin pronunciar palabra. Desde luego que me aseguraría de que nada le sucediera al pequeño Turik. Me gustaba mi piel justo donde estaba, gracias.

Seguimos recogiendo a cada lobito y cuando estuvimos completos fuimos directo al huerto de hortalizas. Los pequeños se divertían sacando zanahorias de la tierra, mientras que mi mente se encontraba lejos, muy lejos.

—¿Pasa algo? —preguntó la joven loba a mi lado—. No tengo mucho tiempo de conocerte, pero te noto muy preocupada.

—Ah… yo… —balbuceé—. Estaba pensando en algo que escuché en la asamblea… —No mentí del todo. Los lobos habían dicho algo que había estado rondando en mi cabeza desde entonces—. ¿Qué es un Sigma? —pregunté, y hasta los pequeños lobos voltearon para verme con sus ojitos bien abiertos.

Kaiya vaciló al escucharme y bajó la voz cuando me respondió:

—Un Sigma es un lobo solitario muy peligroso —reflexionó—. Son despiadados,
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