Ilan—Selene… —jadeé con la respiración agitada y el corazón martillando fuerte en mi pecho; una ligera capa de sudor cubría mi frente y espalda. Me levanté de la cama buscándola a mi lado, pero no estaba.Hacía varios días desde que ella se había mudado con Kaiya, mi padre había regresado a su manada y las cosas parecían haber vuelto a la normalidad. Sin embargo, en la soledad de mi cabaña, todo se sentía completamente diferente; mis pesadillas solo habían aumentado desde que Selene no estaba conmigo. Mis sueños iban desde verla en aquel sótano siendo embestida con furia, mientras ella lloraba devastada, hasta darme cuenta de que yo mismo le causaba el daño.En ocasiones la veía caer de un acantilado o siendo devorada por mi padre. Pero esas no eran las peores alucinaciones que había tenido, o las que peor me habían hecho sentir. Ninguna pesadilla se comparaba con el horrible sentimiento de poder saborear sus labios hasta el cansancio y hacerla mía todas las noches, para luego desper
Ilan—¿Qué ha pasado con el Sigma? ¿Ha vuelto a colarse en el territorio? —pregunté a los hombres de la guardia, después de haber dado un recorrido por el perímetro.Necesitaba salir de la aldea o terminaría sucumbiendo a la necesidad de ir a buscar a Selene, así que decidí poner varios metros de por medio entre los dos.—Ha habido actividad sospechosa en…—No hemos vuelto a saber nada, Alfa —interrumpió Torak, haciendo un ademán al otro miembro de la guardia para que siguiera patrullando—. Pensamos que había habido intrusos hace dos noches, pero fue una falsa alarma —aseguró.—Necesito que estén alerta y me informen sobre cualquier cosa que parezca fuera de lo normal —les pedí—. Por más mínima que sea, Torak.—Entendido, Alfa —murmuró sin verme a los ojos.Torak era el padre de Adrik, mi viejo mejor amigo, quien hacía algunos años había tomado la decisión de abandonar la manada. Nunca lo juzgué, por el contrario, traté de persuadirlo de no cometer esa locura, pues era bien sabido que
IlanDuluh se quedó callada junto a la puerta, con la taza de infusión aun descansando en su mano. Sabía que mi malestar no tenía otro remedio más que el evidente, y sería inútil tratar de seguir negándome a la realidad que me acababa de golpear, dejándome noqueado.—Si no necesita nada más, me retiro —espetó la mujer, dándose la vuelta para salir del dormitorio y darme mi espacio.—¿Duluh? —La detuve.—No hace falta que lo pida —murmuró sin esperar a que pronunciara ni una palabra—. No diré nada de lo sucedido a la manada, pero insisto, necesita decidirse pronto; el celo está a la vuelta de la esquina y puede que sea su lobo quien termine tomando la decisión por usted.—¿Cómo es posible? —reflexioné. Necesitaba una respuesta, pues mi cerebro no podía comprender cómo pudo haber pasado algo así.—La Diosa Luna es impredecible, Alfa —respondió—. No hay imposibles para ella.Me quedé en silencio sopesando sus palabras, sin poder creer lo que había descubierto esta noche. Sin embargo, aun
SeleneSalí de la cama de Ilan con el corazón retumbando en el pecho y la sangre burbujeando en mis venas. La vergüenza calentó mi rostro al pasar junto a Duluh y salí corriendo del lugar en busca de aire fresco. Lo que acababa de suceder me tenía con la mente dando vueltas y la piel ardiendo como si tuviera fiebre, sin embargo, no se sentía como tal. Era confuso, necesitaba aire, pero prefería compartirlo con Ilan. Lo necesitaba a él, tan cerca como lo habíamos estado antes.Traté de tranquilizar mi respiración acelerada inhalando hondas bocanadas de aire y me alejé de la aldea intentando pasar desapercibida por los pocos lobos que aún rondaban el lugar. La oscuridad me envolvió al llegar al bosque, iluminado solo por la luna, y me detuve al darme cuenta de lo mucho que ya había avanzado. La aldea se vislumbraba a la distancia, e insegura de seguir caminando, me senté sobre una enorme roca plana. Suspiré y solté el aire que no me había dado cuenta de que estaba reteniendo en mis pulm
SeleneResignada, caminé de regreso a la aldea hasta llegar a la cabaña de Kaiya. Entré al lugar y fui directo a mi cama.—¿Dónde estabas? —preguntó adormilada, tallándose los ojos.—Salí a dar un paseo —dije, mintiendo a medias—. Dios, estoy tan confundida. —Suspiré, dándome cuenta de que lo había expresado en voz alta. Esperaba que no hubiera prestado atención.—Te sientes así por el Alfa, ¿cierto?—Sí —confesé sin poder ocultarlo más. Necesitaba desesperadamente hablar con alguien que pudiera responder y aconsejarme—. No sé qué me está pasando con él, solo quiero verlo, tenerlo cerca… besarlo —susurré avergonzada.Me quedé esperando una carcajada de su parte, una burla ante mi tonta declaración, pero Kaiya suspiró y extendió su mano para tomar la mía. Nuestras camas quedaban la una junto a la otra y nos colocamos de costado para poder vernos frente a frente.—Estás enamorada de él —concluyó.—Nooo —me negué alargando la palabra, y me senté en la orilla de la cama de un solo movimien
SeleneEl día comenzó como cualquier otro en la manada. Me levanté y tomé el desayuno junto a Kaiya, ambas nos preparamos para una larga jornada de trabajo. Me vestí con uno de mis nuevos trajes que había elaborado con la piel de oso que una de las hembras de la manada me había hecho llegar de manera misteriosa.De repente, fui muy consciente de mi apariencia: llevaba una falda corta hasta la mitad de mis muslos con una abertura en mi pierna derecha, mientras que mi blusa cubría gran parte de mi abdomen, dejando solo una franja de piel al descubierto.Cada vez lograba hacer mejor mi trabajo en la aldea, por lo que las lobas estaban contentas con mi desempeño y me recompensaban con obsequios como pieles cada vez más grandes y bonitas, con las que podía confeccionar diseños menos reveladores y más cómodos.Nunca me había importado en absoluto mi apariencia ni había puesto demasiado empeño en lucir bien, pero ahora era diferente; sentía la necesidad de verme presentable, de verme linda p
SeleneUna semana pasó lenta y tortuosa en la aldea. Desde que Ainara me había confiado la confección de su vestido, mis actividades se habían limitado únicamente a ello; dejé de ayudar a Kaiya en otras labores y ya extrañaba salir con los cachorros a pasear, lavar la ropa en el río y cosechar vegetales. Prefería mil veces ser humillada por el padre de Ilan que tener que elaborar con mis propias manos el vestido que sería testigo de la peor de mis tragedias.Era medianoche cuando terminé de bordar la última cuenta de río que Ainara había pedido en el escote de su vestido y dejé la prenda junto a mi cama para ir a descansar.Con la vista agotada y mis manos hechas pedazos, me recosté sin siquiera haber probado la cena que Kaiya me había dejado en la mesita. Según ella, pronto comenzaría la temporada de celo, e Ilan regresaría en cualquier momento.Lo había extrañado cada día y cada noche desde que desapareció de la aldea, pero el pensar que regresaría solo para unir su alma a la de otr
SeleneUn escalofrío atravesó mi cuerpo al escuchar al lobo detrás de mí, era el mismo con el que había conversado la otra noche en el huerto y, aunque había sido amable conmigo en aquella ocasión, aún me provocaba un extraño estremecimiento con su sola presencia. Me volteé hacia él sintiéndome completamente expuesta al verlo a mitad del muelle, obstruyendo el único camino de regreso a la aldea, a menos que quisiera cruzar el río nadando, cosa que no quería hacer.Nuestros ojos se encontraron y me fue imposible ignorar la cicatriz sobre su ojo que lo hacía ver siniestro; una sonrisa incisiva se ensanchó en su rostro al darse cuenta de mi temor, por lo que me apuré a bajar la cabeza sin querer ser grosera.—¿Acaso me tienes miedo, humana?, pensé que había sido amable contigo —espetó llegando a mi lado—. ¿Puedo sentarme? —Señaló el espacio junto a mí, dejándose caer al suelo sin esperar mi respuesta.—P-perdón —balbuceé avergonzada por mi reacción—. No esperaba a nadie, me sorprendiste.