Capítulo XXXVII

Selene

Una semana pasó lenta y tortuosa en la aldea. Desde que Ainara me había confiado la confección de su vestido, mis actividades se habían limitado únicamente a ello; dejé de ayudar a Kaiya en otras labores y ya extrañaba salir con los cachorros a pasear, lavar la ropa en el río y cosechar vegetales. Prefería mil veces ser humillada por el padre de Ilan que tener que elaborar con mis propias manos el vestido que sería testigo de la peor de mis tragedias.

Era medianoche cuando terminé de bordar la última cuenta de río que Ainara había pedido en el escote de su vestido y dejé la prenda junto a mi cama para ir a descansar.

Con la vista agotada y mis manos hechas pedazos, me recosté sin siquiera haber probado la cena que Kaiya me había dejado en la mesita. Según ella, pronto comenzaría la temporada de celo, e Ilan regresaría en cualquier momento.

Lo había extrañado cada día y cada noche desde que desapareció de la aldea, pero el pensar que regresaría solo para unir su alma a la de otr
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