SeleneUn escalofrío atravesó mi cuerpo al escuchar al lobo detrás de mí, era el mismo con el que había conversado la otra noche en el huerto y, aunque había sido amable conmigo en aquella ocasión, aún me provocaba un extraño estremecimiento con su sola presencia. Me volteé hacia él sintiéndome completamente expuesta al verlo a mitad del muelle, obstruyendo el único camino de regreso a la aldea, a menos que quisiera cruzar el río nadando, cosa que no quería hacer.Nuestros ojos se encontraron y me fue imposible ignorar la cicatriz sobre su ojo que lo hacía ver siniestro; una sonrisa incisiva se ensanchó en su rostro al darse cuenta de mi temor, por lo que me apuré a bajar la cabeza sin querer ser grosera.—¿Acaso me tienes miedo, humana?, pensé que había sido amable contigo —espetó llegando a mi lado—. ¿Puedo sentarme? —Señaló el espacio junto a mí, dejándose caer al suelo sin esperar mi respuesta.—P-perdón —balbuceé avergonzada por mi reacción—. No esperaba a nadie, me sorprendiste.
SeleneMe dejé caer al pasto, observando la laguna que resplandecía bajo un cielo cargado de estrellas; el agua permanecía tranquila a pesar del chisporroteo constante de la cascada y de pronto me nacieron unas enormes ganas de nadar.«¿Por qué no?», me dije a mí misma y me levanté, decidida a refrescar mi mente con toda esta nueva situación con Ilan. No sabía qué haría el tenerlo de frente, pero en este momento era lo último en lo que quería pensar.Me despojé de mi ropa, pues no quería regresar empapada a la aldea, y entré al agua un paso a la vez. Estaba fresca y serena como una manta. Me adentré hasta llegar a la cascada y me coloqué bajo el chorro del agua, sonriendo como una niña al sentir las cosquillas en mi piel. Aproveché para nadar un poco y jugar con la luz de la luna como Kaiya me había enseñado.Un ruido entre los arbustos me puso alerta de inmediato y mi corazón se desbocó dentro de mi pecho. Me encontraba sola en medio del bosque sin que nadie supiera de mi desaparició
IlanMe dolía en el alma tener que dejar a Selene después de lo que acabábamos de hacer, después de haberla hecho mía de la manera más perfecta que pude haber soñado. Sus caricias aún cosquilleaban en mi piel y el olor de su cuerpo me tenía completamente embriagado, pero los gritos que venían de la aldea cada vez sonaban más desesperados y temí que algo verdaderamente devastador estuviera sucediendo a mi manada.—Estarás más segura aquí —dije, rogando a la luna para que fuera cierto—. Volveré por ti, ¿está bien? Debo ir a ayudar, pero volveré. —Besé sus dulces labios y me separé de ella para verla; sus hermosos ojos me devolvían la mirada y la duda impresa en su expresión me hizo desear abrazarla con todas mis fuerzas y no tener que soltarla nunca. En cambio, me armé de valor y dije—: Te amo.Me salió desde el fondo del alma. Nunca lo había dicho antes y me sorprendió la forma en que simplemente las palabras salieron disparadas de mis labios, sin un ápice de duda.A Nami nunca se lo d
IlanLas últimas horas de la madrugada aún oscurecían el cielo cuando mis hermanos se agruparon, listos para la batalla. El celo podría comenzar en cualquier momento y, de ser así, no sabía hasta dónde podría llegar la ambición de Adrik. Aunque siempre fue un lobo justo y honorable, no dudaba que eso hubiera cambiado con el paso del tiempo. Si fuera el mismo Adrik que recordaba, jamás se hubiera atrevido a violentar la privacidad de su pueblo, y mucho menos a agredir a quienes una vez fuimos sus hermanos.—¿Están listos? —pregunté. La preocupación por el bienestar de Selene me tenía dando vueltas la cabeza, pero no podía permitirme ser débil en un momento como este.—Cuando ordenes, hermano —dijo Garo.Las madres de las lobas desaparecidas lloraban por sus hijas, mientras que sus padres y hermanos yacían a mi lado, mostrando toda la valentía que les era posible. Yo me preparaba mentalmente para salir a buscar y cazar a quien había sido mi hermano.No existía un recuerdo de mi infancia
SeleneSeleneLa mañana ya se encontraba en todo su esplendor cuando llegamos al que, supuse, era el territorio de Adrik. No sabía qué esperar de este lugar; parecía una aldea humana abandonada repentinamente. Incluso había juguetes regados por las calles y ropas tendidas en los patios traseros de las casas como si algo o alguien hubiera aterrorizado a toda la población, obligándolos a huir de sus viviendas y, por la faceta que acababa de descubrir de Adrik, ya tenía una ligera idea de lo que pudo haber sucedido.—¿En dónde estamos? —pregunté, con mi voz ronca por haber gritado durante el camino. Estaba tan cansada y adolorida que simplemente me dejé caer en el suelo una vez que él me dejó sobre mis pies dentro de una de las tantas casas vacías de la aldea.—Bienvenida a mi aldea, pequeña humana —espetó Adrik con sarcasmo—. Como verás, le hace falta algunas remodelaciones, pero pronto quedará perfecta; solo necesito el visto bueno de mi nueva compañera para comenzar a hacer los cambio
Selene—¿Por qué asumes que sé quiénes son? —resopló la loba, observándome con fastido—. Y, obviamente, no estoy aquí por voluntad propia.Respiré, tratando de calmar mi nerviosismo. No ganaba nada perdiendo los estribos.—Es verdad, lo siento. ¿Tienes alguna idea del por qué nos han traído? —cuestioné de vuelta—. ¿Ellos son Sigmas?Me estremecí de solo pensarlo.—Selene —dijo cautelosamente y mi cuerpo se sacudió al escuchar mi nombre salir de su boca, pero hice un enorme esfuerzo por tratar de ignorarlo—. Los Sigmas son lobos solitarios que han abandonado sus propias manadas, o han sido expulsados de ellas —aclaró—. Obviamente estos lobos ya no son Sigmas; han dejado de serlo, quiero decir.—Entonces…—Ellos tratan de formar una manada —explicó.—¿Y para qué nos necesi…? ¡Oh por Dios! —me interrumpí a mí misma al darme cuenta de la verdad tan evidente que me había estado negando a contemplar.Ellos en verdad nos necesitaban para hacer crecer a una manada.—Pronto comenzará el celo —
AinaraVolver a ver a Adrik después de todos estos años fue como recibir un golpe directo en el estómago: me dejó sin aire y con la mente nublada, aun así, hice lo que mejor sé hacer y fingí que su presencia no me afectó en absoluto.Mentí. En verdad me estaba muriendo por correr y abrazarlo, o golpearlo, o gritarle en su cara lo idiota que fue al alejarse como lo hizo; al exponerse de esa forma tan tonta y valiente al mismo tiempo, que de solo recordar aquel día en que salió de la aldea en busca de su propio camino mis piernas vuelven a temblar con el mismo terror que me paralizó como a un jodido venado deslumbrado por las luces de un faro.Verlo de nuevo revivió cada una de las noches que pasé en vela imaginando lo peor, así como ese escalofrío tan familiar que me recorrió de pies a cabeza como cada vez que sus ojos se posaron sobre los míos.Estaba tan cambiado, tan arrolladoramente transformado en un hombre, que por poco y cedo al impulso de arrojarme a sus brazos y dejarme llevar
AinaraLos ojos de Adrik se agudizaron en mi dirección y sus labios se curvaron hacia arriba, brindándome una sonrisa burlona que me hizo estremecer. Hice lo posible por reprimir el escalofrío que recorrió mi columna vertebral, con tal de no darle la satisfacción de ver lo mucho que sus presencia me afectaba.Odiaba la influencia que tenía sobre mí. Las reaccones que provocaba en mi cuerpo.—¡Oh, claro que él vendrá! —aseguró—. Pero no será por ti, amor. No te hagas falsas ilusiones.—No sé de qué estás hablando.Esquivé su mirada inquisitiva cuando sus ojos se clavaron en los míos, haciéndome sentir tan poca cosa.—¿Cuándo vas a darte cuenta de que él no te quiere de esa forma, Ainara? —cuestionó con un rastro de dolor en su voz—. ¿De verdad vas a conformarte con lo poco que él puede ofrecerte?—¿Poco? ¿Se te hace poco ser un Alfa respetable y contar con la admiración de toda una manada?—Sabes bien que no me refiero a eso —masculló apretando los dientes tan fuerte que pensé que su q