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Capítulo 02: Emboscada salvaje

Ardian

Mi instinto lobuno regresa con más fuerza, tenso la mandíbula, no, no puedo poseerla aquí.

No sé tu nombre —me las arreglo para hablar.

Ella parece pensarse las cosas dos veces.

Leni Marshall —la incertidumbre se cruza por sus perfectas facciones.

Mi nombre es Ardian King —me acerco hasta ella—. Y siento mucho que nos tengamos que conocer así.

Acto seguido, le doy un golpe en la nuca que la deja inconsciente, atrayéndola a mi cuerpo antes de que golpee el suelo.

Estás a salvo, Leni, lo juro —le doy un casto beso en la frente.

Convirtiéndome en lobo, la llevé conmigo, cruzando los límites que separan el mundo de los humanos con el mío. Llegando a la cabaña en donde sé que estará a salvo por ahora, veo que sale una anciana que conozco muy bien, Greta.

—¿Qué sucede aquí? —pregunta en cuanto nos mira a todos con cara exhausta.

Olfatea y frunce el ceño.

—¿Por qué has traído a una humana? ¿No se supone que deberías haber traído a una princesa? Ardian.

Greta fue mi niñera hace años, una mujer que ahora vive alejada del resto de las manadas por su edad, y porque se dedica a ser curandera de tiempo completo.

Ve con los chicos e investiga más a fondo por qué nos mintieron con la información, si es necesario, mata al traidor mentiroso” Me comunico por medio del vínculo con Rein.

Dejen de hablar con la mente, muchachos malcriados —Greta pone manos en jarra—. Mete a la chica, le curaré las heridas.

Los chicos siguen a Rein y entro dejando a Leni sobre una cama en una habitación de huéspedes.

Es muy hermosa —dice mirando a mi mate—. Pero ella es humana, aunque veo que la has marcado.

Me incorporo.

Por favor, cuida de ella, y no le hables de hombres lobos, no tiene idea de nada —pido caminando hasta la puerta—. Tengo que hacer algo.

No espero su respuesta, necesito pensar en muchas cosas, soy un alfa, un príncipe que tiene que heredar un trono, y manada necesita una luna que sepa dirigirlos, que sepa luchar y defenderse por sí sola, y Leni es una frágil humana, una que resultó ser mi mate, pero… ¿Estaré dispuesto a arrastrarla al caos?

Claramente, no estaba calificada para estar a mi lado, y como líder, tenía que velar por el bienestar de mi manada, de mi reino, el problema es que ahora que la había conocido, difícilmente la dejaría ir.

—¿Qué haré contigo? Leni Marshall.

LENI

Cuando abro los ojos, la realidad se estrella contra mí, sin presentaciones ni preparación, la vista de una habitación que no es blanca como la de un hospital, es tan ominosa como el líquido que se filtra lentamente en mis venas desde la vía intravenosa, intento mantener la calma, rearmando el rompecabezas que se ha vuelto mi vida en una noche.

Recordando todo, haciendo una lista mental de lo que ha pasado, mi padre y hermanastro me vendieron, estuvieron a punto de arrebatarme la virginidad, luego me salvó un chico, me mordió, me secuestró y me arrastró hasta el interior del bosque.

Dejo salir disimuladamente el aire de mis pulmones, mis manos tiemblan por el miedo que siento, me quito la intravenosa buscando mi ropa, ya que estoy solo con mis bragas y sostén. Levanto la mirada cuando encuentro un enorme espejo dentro de la habitación, mis heridas han sido curadas, me duele la cabeza, pero eso no es lo que llama mi atención, sino, la enorme marca que adorna mi cuello.

No puede ser cierto —repito temerosa.

Fue real, el chico me mordió, por un segundo creí que se trataba de una broma de mi mente desorientada, cuando lo hizo.

Veo que ya has despertado.

La puerta se abre y entra una anciana con cabello tan blanco como sus ojos y su tez. Retrocedo un paso, temerosa.

—¿En dónde estoy? —trago grueso.

Trato de mantener mi distancia de ella, pero parece ser que está más intrigada por mi presencia.

A salvo —se limita a responder, luego de unos segundos—. He curado tus heridas.

Un brillo de compasión y gracia reverbera en su mirada.

Gracias —expreso con una sonrisa obligada—. Le agradezco que me haya curado, bueno… no quiero causar molestias.

Rodeo la zona hasta llegar a la puerta, mientras ella sonríe y se aparta.

Lo mejor será que me vaya —digo con una sombra de duda en mi voz.

Con el alma llena de incertidumbre, el miedo palpitando en mi interior, llego hasta el umbral de la puerta.

Es mejor que te despidas de mi amo, antes de que te vayas —se da la vuelta para organizar el desorden que hice cuando desperté—. Ya que, después de todo, él te salvó la vida.

Recordar la dura mirada gris del chico, solo hace que comience a caminar a prisa fuera de esa habitación, bajo las escaleras, camino hasta la entrada y comienzo a correr, me doy cuenta de que se trata de una cabaña en medio del bosque, en la nada.

No me detengo hasta que creo que estoy lo suficientemente lejos. Busco entre mis bolsillos, no tengo nada con lo que me pueda comunicar, debieron quitarme el móvil en el club, de igual manera, dudo que tenga señal aquí, estoy temblando de frío y miedo, camino lo que me parece una eternidad.

Hasta que me desespero, no hay más que bosque, ni siquiera puedo divisar a lo lejos el sonido de la ciudad, los edificios, nada, solo hay árboles y más árboles.

No tenía idea de adónde ir o qué hora era, pero parecía mediodía, mi estómago gruñe de manera violenta, estoy cansada, sedienta, por lo que busco algo, un río, lo que sea, cuando de pronto, me detengo en seco al darme cuenta de que un grupo de enormes lobos marchaban en fila.

Sin pensarlo dos veces, me escondo rápido detrás de un enorme roble viejo, mi respiración se acelera, lo que me faltaba, si no logro salir con vida de esto, me convertiré en comida para esos lobos. Me asomo para verificar que se han ido, no es así, todos parecen estar olfateando algo en el aire.

Uno de ellos comienza a aullar con fuerza, el sonido eriza mi piel y me congela de inmediato, los demás le siguen, como un coro de lobos, no sé muy bien sobre el tema, pero algo leí en un libro alguna vez, que los lobos aúllan para llamar a su manada, cierro los ojos esperando a que se marchen, se quedan en silencio, respiro profundo, abriendo los ojos para darme cuenta de que ahora todos comienzan a dispersarse mientras olfatean desde el suelo.

Se dirigen hacia donde estoy yo, miro a mi alrededor buscando la ayuda divina que nunca llega.

No puede ser cierto —musito por lo bajo.

Como única opción, comienzo a trepar el árbol hasta que uno de ellos me gruñe, haciendo que casi caiga, miro por encima de mi hombro hacia abajo, el alma se me cae a los pies al notar que todos ellos rodean el enorme roble, es una emboscada.

Me siento en el tronco grueso del árbol, observando alguna posibilidad para poder escapar. No hay, no existe, los demás árboles están demasiado lejos, y estos lobos permanecen en silencio, sentados, mirando cada uno de mis movimientos. Todos me miran con esos enormes ojos que parecen dos vacíos que me quieren engullir.

Un paso en falso y seré su comida.

—¡Fuera! —hago un gesto con la mano—. ¡Acaso no tienen algún cuidador que les haya enseñado modales!

Algunos lobos se miraron entre sí, como si hubiesen entendido cada una de mis palabras, me estaba volviendo loca, pero juro que vi un brillo de diversión en varios de ellos, todos comenzaron a rondar alrededor del árbol, incluso algunos estiraron las garras para trepar el árbol, pero no pudieron.

—¡Largo! —les aventé ramitas que no sirvieron de nada.

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