Leni
Las horas pasaban, se estaba haciendo tarde y estos lobos no se iban, seguían quietos, sentados alrededor del árbol, aullando. Hubo un punto muerto en el que no había avances, no comprendo por qué parecían ansiosos y desesperados. El sol se estaba poniendo, dentro de poco anochecería, levanto la mirada y noto que hay un par de frutas silvestres moradas.
El hambre que me atenazaba era tanta, que no dudé en estirar la mano para arrancar una, al probarla, un sabor dulzón explotó en mi boca, le di un segundo mordisco hasta que sentí que algo no andaba bien.
Un aullido más feroz llamó mi atención, todos los lobos habían dejado de aullar, pero seguían rodeando el árbol, a excepción de uno de ellos, que era el único que aullaba en dirección del bosque, su aullido era más fuerte que el resto, firme, como si estuviera esperando a alguien.
Las sombras frente a mis ojos y el entumecimiento de mi cuerpo hacían que viera doble, una ola de calor recorría mi cuerpo, era como estar en llamas, sentía que mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento, la comezón de mi piel y de pronto el deseo bestial de ser tocada, hicieron que casi me cayera.
—Qué me sucede —digo con agitación.
La humedad en mi coño no era normal, este deseo enfermo tampoco.
—No…
Pierdo el equilibrio cayendo al vacío, cierro los ojos con fuerza, esperando mi final, uno que no llega, porque en cuanto levanto la mirada, me encuentro con un par de ojos metálicos.
—Ardian —mi voz es tan pequeña como patética.
Un nuevo picor que comienza de mi piel y se extiende por todo mi cuerpo hasta instalarse en mi vientre, me obligan a aferrarme a sus brazos cuando me baja, ya no hay lobos alrededor, ¿los habré imaginado?
—No sé qué me sucede —me agito—. Tengo mucho calor.
Mi pecho sube y baja, mi respiración está descontrolada.
No me decía nada, había cierta rabia en su mirada, incluso creí haber escuchado que maldecía, sin saber por qué, su cercanía se convierte en una abolladura a mi plan de escape, aplasto mis labios contra los suyos, esperando un rechazo que no llega.
Todo lo contrario, parece ser que él acepta el beso, incluso lo profundiza más, su lengua llega hasta mi garganta, sus manos viajan por la curvatura de mis caderas hasta acunar mis pechos con sus manos, aplastándolos. Rompiendo el beso, dirigió su atención a mi cuello, lamiendo, succionando mi piel.
—Comiste del fruto del árbol, ¿verdad? — pregunta recostándome en el suelo.
No respondo, estoy sin aliento.
—Se trata de un árbol antiguo, parecido a un mándala que da como frutos, un afrodisíaco natural.
—¿Qué?
—Relájate, te ayudaré a resolver este problema.
No entiendo nada de lo que dice, mi respiración se profundiza, Ardian comienza a quitarse la ropa, admiro su mandíbula afilada, su pecho marcado, el cuerpo me tiembla como si agujas estuvieran pinchando mi piel, hasta concentrarme con los ojos ahumados más escalofriantes que he visto en la vida.
Y con un interés silencioso y maniaco, se desabrocha los pantalones.
Los duros planos de los abdominales de Ardian, aceleran la tensión actual, es como si su físico hubiera sido esculpido para convertirse en un arma para infligir dolor y placer al mismo tiempo.
—No me siento bien —mi voz tiende de un hilo.
—Aliviaré tu deseo, Leni —su mirada punitiva se encuentra con la mía.
Con la fiereza de una pantera que está a punto de engullir a su presa, da un paso adelante acercándose. No intento luchar cuando sus manos hábiles terminan por desnudarme, dejándome solo las bragas y el sostén.
—Eres demasiado hermosa.
No, no puede estar pasando esto, una pequeña voz en mi cabeza me pide que detenga esto antes de que sea demasiado tarde, soy virgen, no quería que esto se rompiera por un completo desconocido, sin embargo, mi cuerpo lo exigía.
Jamás había experimentado esta clase de cúmulo de sensaciones que explotaban en mi interior, un deseo ardiente se apoderó de mi ser, las manos de Ardian recorrieron mi cuerpo hasta que abro los ojos por completo.
—Por favor, no —coloco las palmas de mi mano sobre sus perfectos pectorales—. No puedo… no quiero.
La ola de calor se expande con más brutalidad por mi cuerpo, intento cerrar las piernas, pero él, en su lugar, liberó una de mis manos y dirigió la suya hasta mi… coño.
—¿Qué haces? —tiemblo.
—Te lo dije, solo te ayudo —siento como olfatea mi cuello, como si quisiera grabar mi olor en su memoria.
No iba a perder la virginidad que por muchos años había estado guardando para el chico indicado, sin embargo, cuando Ardian comienza a besar mi cuello de nuevo, y comienza a frotar su dedo sobre mi parte íntima, sobre la fina tela de las bragas, este se vuelve traicionero, exigiendo más.
Un suave gemido se desliza de mis labios y aumenta la fricción, tengo que sostenerme de sus hombros como si me estuviera cayendo en un abismo, su atención pasa a mis pechos, deslizando lentamente los tirantes de mi sostén.
—Detente —susurro en un tono apenas audible.
No me presta atención, gruñe empujando sus caderas, algo duro golpea mi entrada, me quedo sin aliento por completo.
—No quiero —repito.
Apago todas estas sensaciones excitantes, quiero tomar el control, no puedo dejar que este extraño deseo me domine, no, no puedo. No me hace caso, al contrario, siento sus deslizarse por debajo de mis bragas, introduciendo un dedo, mis piernas actúan de manera propia y se abren más.
—Eso es, Leni, déjate llevar —me susurra al oído.
¿Cómo es que llegué a esto? A que un completo desconocido me esté tocando de este modo. Poco a poco, conforme el deseo toma el poder de mis emociones, la comezón que sentía en la piel, se alivia, las manos de Ardian están sobre todo mi cuerpo, tocando cada parte que nadie nunca ha tocado, hasta que mi pecho se agita, cierro los ojos y exploto en medio de un gemido.
El entra y sale de su dedo hacen estragos que nunca pude haber imaginado, respiro profundo cuando termina. Viendo cómo saca su dedo y lo lame como animal hambriento.
—Sabes demasiado bien, Leni Marshall.
Entonces, me congelo, el color gris de sus ojos se vuelve más intenso, puede que sea mi imaginación, no puedo confiar en mi mente ahora mismo, pero juraría que se ponen de un rojo intenso, se inclina hacia adelante, mordiendo mi cuello, el dolor se dispara por mi columna vertebral.
Grito, trato de apartarlo, es en vano, es como empujar un enorme pedazo de acero, después, todo se oscurece, me hundo en un profundo sueño, aquella oscuridad era diferente, y esos ojos rojos tenían un matiz que me erizaba la piel.
[…]
Abro los ojos, deseando despertar de la pesadilla, poco a poco mis ojos se acostumbran a la luz, no estoy en un hospital, lo primero que miro es un techo blanco con bordes dorados, mi cabeza estalla, ¿acaso bebí algo anoche y soñé todo?
—¡Por fin despiertas!
El rostro de un pequeño niño aparece delante de mí, doy un respingo que me hace incorporarme de golpe.
—Pensé que nunca abrirías los ojos —me dice el pequeño, observándome con cierta diversión inocente.
Desciendo la mirada, no traigo mi ropa, solo un enorme camisón al estilo vitoriano, color blanco, no tengo sostén, tampoco bragas, fuera de esta tela delegada, estoy casi desnuda, o al menos así me siento.
—¿Estás bien? —me pregunta el pequeño que no debe tener más de cuatro años.
Quiero responderle, pero al observar la habitación en la que me encuentro, las dudas asaltan mi mente, es un lujoso dormitorio, demasiado amplio, bien podría medir todo lo que abarca el pequeño departamento en el que vivo con mi padre y mi hermanastro.
Todo está mal, nada parece real, ¿acaso todavía no despierto de la pesadilla? Me doy una bofetada para probar si despierto, no pasa nada, pellizco mis mejillas y sigo sin obtener ningún resultado, el miedo al sentirme desorientada y sumamente perdida en una irrealidad, hacen que comience a hiperventilar.
—¿Eres la nueva pareja de mi padre?
Tenso el cuerpo, miro al niño que permanece a mi lado, mirándome con esos ojos rojos… espera… ¿ojos rojos? No, debe ser mi imaginación, el pequeño niño de cabello oscuro, ojos rojos y tez clara, me sonríe de oreja a oreja, con esperanza, con anhelo, como si quisiera algo de mí.
—¿Quién es tu padre? —mi voz tiembla—. ¿Sabes en dónde me encuentro?
Leni—¡Mi padre es el príncipe Ardian, y esta es nuestra casa! —dice con exceso de alegría.Me congelo. Mi corazón da un vuelco por completo, las imágenes de lo sucedido vienen a mí como película repetida, el club, el chico que me salvó, la anciana en la cabaña, recuerdo haber subido a un árbol, luego caí en los brazos de Ardian. Todo me daba vueltas.¿Me había metido con un hombre casado? Y ¿cómo es eso de que es un príncipe? Algo no encaja, necesito salir de este sitio, necesito escapar.Busco como loca cualquier salida, hace un momento probé con abrir la puerta, pero está estaba cerrada por fuera, intenté por las ventanas, pero el alma se me fue a los pies al ver que estaba muy alto, literalmente había puro bosque abajo, sin contar que alcancé a divisar a varios hombres merodeando la zona.Permanezco temerosa y callada, sentada en una de las orillas de la cama, mientras comienzo a maquinar una manera de darle una respuesta razonable a todo esto.—¿Por qué no hablas? —inquiere el pe
Rein parece darse cuenta de mi reacción.—No puedo creerlo, ¿tu lobo está prendado de ella?Asiento lento.—Demasiado, ni siquiera pude controlarme cuando la encontré en aquel club, casi la hago mía en aquel sitio, Leni me descontrola.—Puede que ya estés entrando en la bruma, es normal —se justifica Greta.—No lo creo, esta vez es distinto.Tanto Rein como Greta se miraron el uno al otro, compartieron la misma mirada llena de preocupación.—Voy a estar bien —muevo el cuello con estrés.—Solo asegúrate de que sea cierto, eres un príncipe, Ardian, el alfa de la manada, incluso la bruma te afecta más, y el que tengas una luna digna y a la altura, gobernando a tu lado, es fundamental, si Leni es en verdad para ti, lo va a entender cuando despierte —finaliza Greta, saliendo de la habitación.Rein me lanza una mirada cargada de advertencia, siguiéndole el paso. Cuando me quedo solo, no dejo de observar lo hermosa que es, me quedo de ese modo lo que parece una eternidad, sigue sin despertar
ArdianPara cuando llegamos a su mundo, es de noche, me encargo deque la zona esté bien custodiada por mis hombres, mis enemigos están al acechoy no me puedo dar el lujo de que la perciban tan fácil.Entrando a su departamento, me doy cuenta de dos cosas, una,es que la zona en la que vive es demasiado peligrosa, y el edificio en donde meinvestigaron que vivía, está demasiado deteriorado, Rein solo me lanza unamirada llena de “te lo dije, es una plebeya” lo ignoro.Entrando, compruebo de que es pobre, es una condiciónprecaria, ni siquiera los pocos muebles que tiene están en buenas condiciones,me las arreglo para llegar a su habitación, lo sé porque el sitio estáimpregnado de su olor, la dejo sobre la cama y le doy un último beso.Odio dejarla, pero es lo mejor, por el momento. Cuandollegamos a mi hogar, noto un ambiente extraño, lleno de hostilidad.—¡Por fin llegas!Levanto la mirada.—Madre —gruño de mal humor.—Hemos estado esperándote por horas—ignora mi estado y viene a
LENIMe remuevo inquieta, siento una ola de calor recorrer micuerpo, el dolor estalla en mi cabeza y me siento mareada aun estando dormida,hay una sensación casi asfixiante que aplasta mi pecho, remojo mis labios antesde despertar poco a poco, diviso mi habitación tomando una larga respiración.—En casa —susurro sin saber por quéhe dicho eso.Al incorporarme, me agarro la curvatura derecha de micuello, me arde, me duele, es punzante y no dudo en ponerme de pie, correr albaño y ver mi reflejo en el espejo opacado. No hay rastro de un golpe, nada, mipiel está perfecta, aunque la siento como quemadura palpitante.—Me estoy volviendo loca —niego casien silencio.Me doy una ducha de agua caliente, reviso que mis cosasestén en orden para irme a trabajar a Dollcrow, la agencia de niñeras para laque trabajo, saliendo, reviso la nevera, no hay nada, saliendo del trabajotendré que hacer las compras, no espero a que mi padre y hermano esténdespiertos a esta hora.Saliendo, la brisa g
—Tranquilo —trato de que el lobomayor se aleje, en vano.Entonces, el lobo más grande se me viene encima al tiempoque mi cuello arde, pica y solo puedo esperar lo peor, cierro los ojos esperandomi muerte, no llega, los abro y casi me desmayo al ver a otro lobo, más grandede tamaño, pelaje negro, con ojos rojo carmín, rompiéndole el cuello, como sime estuviera protegiendo.Poco a poco me arrastro hacia atrás, sin apartar mi miradade los dos enormes lobos que están luchando, es el equivalente a ver una luchade titanes lobuna. El segundo gruñido a mis espaldas hace que me gire, elpequeño lobo se acerca a mí y me congelo.—Tranquilo, ya me voy… —musito porlo bajo, con el miedo invadiendo mi sistema.Dentro de la casa todo se empieza a romper debido a losenormes lobos, quisiera observarlos un poco más, ya que parecen irreales, noobstante, estoy en mi propia lucha. Llego corriendo hasta las escaleras, elpequeño lobo me pisa los talones, enseñándome sus pequeños colmillos, veo la
LENI—No puedo creer que seas tú —me dice Dax. Observo con ojos curiosos al chico que era mi vecino hace años, el mismo que un día, de la noche a la mañana, él y su padre desaparecieron como si nada hubiera pasado, como si jamás hubiesen vivido en la casa de al lado. Su cabello castaño es tal y como lo recuerdo, algo alborotado, y sus ojos grises… ¿Toda la vida los ha tenido de ese color? Recuerdo que los niños le hacían burla, porque decían que tenía los ojos de un gris que era casi blanco. En mi opinión, siempre supe que eran los ojos más hermosos que he visto en la vida. —La última vez que nos vimos, fue… —A los once años —me interrumpe con premura. Sopeso su respuesta. Cierto, haciendo un poco de memoria, fue en mi cumpleaños número once, intenté localizarlo, sin embargo, mi padre me informó que se habían marchado, en ese momento me sentí mal porque mi único mejor amigo me había abandonado. —Siento no haber asistido a tu cumpleaños ese día —su mirada se oscurece—. Todo suced
LENINo puedo respirar, siento que me ahogo y nadie me ayuda, mil agujas son clavadas por todo mi cuerpo, ¿por qué me tuvo que suceder algo así? Hasta hace un par de semanas atrás yo era una chica normal, viviendo una vida normal, no puedo decir que era la mejor, pero sí que esto es todo lo que necesitaba para sobrevivir.Ahora, me encuentro encerrada en una habitación sin salida, dentro de un mundo que sigue pareciendo una fantasía, me cuesta trabajo entender que todo esto sea real y no un producto de mi imaginación.Los hombres lobo existen, este mundo lo hace, el problema es… Qué significa el que Ardian King me haya mordido.—¿Has entendido todo lo que te he contado?Su voz ronca me saca de mi ensimismamiento, sigo sin recordar muchas cosas de las que me acaba de decir, pero estoy haciendo el esfuerzo por darle una oportunidad de explicarme toda esta locura salida de un libro de fantasía tétrica.—Lo siento, me distraje —musito por lo bajo.Abrazando mis rodillas, él se encuentra s
DAXLa vi, de nuevo la pude tener delante de mí, ya no es una niña, han pasado demasiados años desde la última vez que nos vimos, y, aun así, puedo decir que tiene los mismos ojos curiosos, los mismos ojos que me impresionaron tanto desde el primer momento en que estuvimos frente a frente.Se convirtió en una mujer hermosa, fuerte, pero hay un tinte de oscuridad en sus pupilas, uno que me erizó la piel cuando chocamos. Muy pocas cosas me han hecho feliz en la vida, de hecho, las puedo contar con una sola mano, me alegró volver a verla, lo que me tiene ardido y confundido, es la marca que tenía en el cuello, una que claramente era territorial, una de la que ella parecía no estar consciente.Pude haberme metido en su mente, escabullirme entre sus recuerdos, y debo confesar que hubo un segundo en el que quise hacerlo, no obstante, había una barrera protegiendo esos recuerdos, algo que solo los Betas del clan Baker, pueden hacer, las respuestas llegaron con solo hablar con ella.—¿Y bien?