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Capítulo 06: Jaula de oro

Ardian

Para cuando llegamos a su mundo, es de noche, me encargo de que la zona esté bien custodiada por mis hombres, mis enemigos están al acecho y no me puedo dar el lujo de que la perciban tan fácil.

Entrando a su departamento, me doy cuenta de dos cosas, una, es que la zona en la que vive es demasiado peligrosa, y el edificio en donde me investigaron que vivía, está demasiado deteriorado, Rein solo me lanza una mirada llena de “te lo dije, es una plebeya” lo ignoro.

Entrando, compruebo de que es pobre, es una condición precaria, ni siquiera los pocos muebles que tiene están en buenas condiciones, me las arreglo para llegar a su habitación, lo sé porque el sitio está impregnado de su olor, la dejo sobre la cama y le doy un último beso.

Odio dejarla, pero es lo mejor, por el momento. Cuando llegamos a mi hogar, noto un ambiente extraño, lleno de hostilidad.

—¡Por fin llegas!

Levanto la mirada.

Madre —gruño de mal humor.

Hemos estado esperándote por horas —ignora mi estado y viene a prisa para arrastrarme hacia la biblioteca—. No la hagas esperar más.

Quiero preguntar de qué va su visita, pero las palabras se me atoran en la garganta al ver a la chica pelinegra, de ojos azules, que me sonríe en cuanto me ve llegar.

Nimue.

Hola, Ardian, tanto tiempo sin vernos —me sonríe y mi lobo interno enloquece.

Observo a la mujer con la que comparto cierto pasado, un brillo destella de sus ojos, sonríe mientras merma el espacio entre los dos y no duda en rodear mi cuello con sus manos.

Es bueno volver a verte —ronronea en mi oído.

No respondo a su abrazo, al contrario, mientras lo hace, levanto la vista, mi madre tiene un rostro demasiado severo, pero al igual que parece ser una costumbre de toda la familia, solo es una fachada.

Lo mismo digo —respondo forzado.

Su olor a perfume floral me pica, incluso antes de que se separe un poco de mí, mi madre no piensa responder a mis preguntas, por lo que la sostengo de los brazos y de manera amable, la aparto de mí.

No sabía que vendrías, ¿acaso no está demasiado lejos tu hogar?

Lo sé, queríamos que fuera sorpresa, aunque la idea fue de tu madre —sisea mostrándome su sonrisa.

Nimue es la hija de unos viejos amigos de mis padres, en el pasado jugábamos juntos cuando éramos niños, fuimos pareja cuando yo tenía quince años, no duramos mucho, solo un año, porque ella simplemente se metió en la cama de Reinhold. Cosa que no me molestó, fue ahí cuando descubrí que no me importaba ella.

Así que una sorpresa —proceso sus palabras mirando de mal modo a mi madre.

Oh, vamos, Ardian, no es para tanto, nos enteramos…

Tenso el cuerpo cuando mi padre entra en escena, toda la familia reunida aquí, siempre que pasa esto, el resultado son problemas.

Ardian, estamos aquí para confirmar o desmentir los rumores que han llegado hasta donde vivimos —severa mi padre—. La gente anda diciendo que encontraste a tu mate, ¿eso es cierto?

Lo es.

—¿Y qué es una humana?

Eso también es cierto, no veo por qué el problema, no debieron haber venido hasta aquí por lo que dice la gente, bastaba con solo una llamada —escupo sin escrúpulos.

—¿Cómo puedes hablar así? —mi madre da un paso adelante, apartando a Nimue como si fuese una niña pequeña a la que quiere proteger—. Esa gente es tu manada, eres el príncipe, en unos días te convertirás en su rey, eres el alfa, por Dios.

No me repitas lo que ya sé, madre, en cuanto a su visita, sigo sin entender por qué están aquí.

Somos tus padres, que eso no se te olvide, recuerda que Danae era el rey, a su muerte, eres tú el siguiente.

La cabeza comienza a estallarme.

No, lo que ustedes quieren es que deje a mi mate para que me case con la loba que ustedes quieren —miro de soslayo a Nimue—. Pero eso no va a suceder.

—¡No puedes tener como luna a una humana, eso es una vergüenza familiar! —exclama mi madre—. Ahora mismo iremos con alguna curandera para obligar a tu lobo interno a desprenderse de ella.

Mi madre no debió decir aquellas palabras, no debió, porque enseguida, mi lobo interno comienza a gruñir con fuerza, deseando salir, siento su sed de venganza, de sangre, y sus ganas de arrancarle la cabeza a mi madre, un pensamiento que compartimos en estos momentos.

No —espeto con firmeza—. No me trates como a un niño, esa humana es mi mate y será mi luna.

Los King jamás han tenido a una humana como luna, tienes que comprender que tus padres solo están preocupados por ti —interviene Nimue.

Te pido que no te metas en asuntos que no te conciernen —le miro con furia durante un instante, volviendo la atención hacia mis padres—. En cuanto a ustedes, no pueden elegir con quien me caso o no, ahora comprendo por qué Danae nunca los quiso en su boda.

Eso es todo, me doy la media vuelta antes de mi madre comience a decir estupideces, saliendo, alcanzo a escuchar sus sollozos fingidos.

Oh, Based, qué hemos hecho para merecer esto.

Cierro los puños y los abro mientras camino, alejándome de ellos, Carlota y Based King, mis padres, son los reyes del drama, una de las causas por las que mi hermano mayor, no los quería por aquí, mucho menos cerca de Don, su hijo.

—¿Qué tal la reunión familiar? —me pregunta Reinhold, al pie del último peldaño de las escaleras principales, fumando un porro.

No deberías fumar eso —frunzo el ceño.

Eres mi alfa, más no mi luna, y esto me mantiene relajado, créeme, no me quieres ver estresado.

Ya lo presencié, y no, no quiero verlo.

—¿Y bien?

Nimue —realizo una mueca.

Busco algún indicio en él que me diga lo que siente por ella, pero no es así, no hay nada, Rein es la clase de persona que sabe cómo ocultar sus emociones.

Sabes a lo que han venido, no es tan mala opción.

—¿Me estás sugiriendo que acepte las intenciones que tienen mis padres de casarme con ella? —enarco una ceja con incredulidad.

No puede ser tan malo.

Lo es, tengo una mate, no tengo intenciones de hacer a Nimue mi luna.

Rein termina de fumar su porro, lo apaga y mete sus manos a los bolsillos de sus pantalones.

Si ya terminaste de disfrutar de tu vida familiar, tenemos que hablar de cosas más importantes.

Asiento, vamos al despacho y enseguida me muestra un mapa con las secciones que hemos conquistado hasta ahora.

La manada Yelkov hasta ahora se ha mantenido a raya, lo que es extraño.

No creo que se hayan retirado de su último ataque contra nosotros, solo porque tuvieron miedo —sopeso.

No, y eso es lo extraño, hablé con uno de los Sigma, dice que, en medio de la batalla, el líder del escuadrón aulló, y todos comenzaron a retirarse, desde ese momento, no se les ha visto, es como si…

Su líder de manada, estuviera desaparecido.

Exacto.

Me quedo callado, si esta guerra sin sentido sigue, me temo que más gente morirá, de ambas partes, son demasiados puntos rojos.

—¿Sigues pensando en llegar en un acuerdo con Dax Lancaster?

Tengo la esperanza de que pueda cambiar su pensamiento, no entiendo por qué ha iniciado esta guerra contra nosotros, su manada.

Ya no somos su manada, te recuerdo que ahora él es el líder de la suya, y tampoco tengo idea, supongo que era de esperarse, desde niños, él siempre te tuvo envidia, además, lo que hicieron sus padres…

Rein no termina de hablar, cuando mi padre es quien entra sin llamar, sus ojos están llenos de tanta rabia que mi lobo interno se prepara para luchar.

Ahora mismo anunciarás que estás comprometido con Nimue —ordena.

—¿Qué te hace creer que haré eso?

Una sonrisa oscura se dibuja en su rostro.

Porque si no lo haces, ahora mismo ordenaré a mis Sigma, que le desgarren la garganta a esa humana. ¿Crees que no sé en dónde está? No olvides que soy tu padre, era el rey y también general del ejército Targen.

Finalizando, se da la vuelta y desaparece de mi campo de visión.

—¿Qué harás? —me pregunta Rein.

Volteo a verlo.

Hacer mía a Leni Marshall, le guste o no, tendrá que aceptar esta unión.

Por la tarde, termino el papeleo habitual, cuando llaman a mi puerta.

Adelante —hablo sin apartar la mirada de lo que estoy haciendo.

El olfato no me falla, no hace falta que levante la mirada.

—¿Qué es lo que quieres?

Pasar tiempo con mi viejo amigo, solo eso.

Alzo la vista por unos instantes, Nimue trae puesto un vestido de verano, uno demasiado transparente que deja a la vista sus pezones color durazno.

—¿Y es por eso que te has vestido de ese modo?

Tal vez —susurra caminando hasta mí.

Estudio cada uno de sus movimientos, gira mi silla y en menos de un segundo, se sube a horcajadas sobre mí, moviendo las caderas de un modo provocativo.

—¿Recuerdas cuando me hacías tuya? —besa mi cuello.

No me muevo, me mantengo como una estatua.

Lo disfrutaba mucho, y sé que tú también —me ronronea al oído.

—¿Terminaste?

Ella se detiene y me mira enfadada.

—¿Qué?

Antes de que pudiera responder, el sonido de un clic llama mi atención, Nimue se aparta de golpe y mi madre aparece debajo del umbral de la puerta, con una cámara en la mano.

Madre —sentencio.

Con esto bastará para calmar los rumores de nuestra familia.

—¿Qué piensas hacer con esa foto? —muevo el cuello con estrés.

Esto estará a primera hora en todos los periódicos, lo siento hijo, pero no pienso dejar que tu humana y tu deseo irracional por hacerla tu luna, manchen a esta familia.

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