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Capítulo 07: Sin rumbo

LENI

Me remuevo inquieta, siento una ola de calor recorrer mi cuerpo, el dolor estalla en mi cabeza y me siento mareada aun estando dormida, hay una sensación casi asfixiante que aplasta mi pecho, remojo mis labios antes de despertar poco a poco, diviso mi habitación tomando una larga respiración.

En casa —susurro sin saber por qué he dicho eso.

Al incorporarme, me agarro la curvatura derecha de mi cuello, me arde, me duele, es punzante y no dudo en ponerme de pie, correr al baño y ver mi reflejo en el espejo opacado. No hay rastro de un golpe, nada, mi piel está perfecta, aunque la siento como quemadura palpitante.

Me estoy volviendo loca —niego casi en silencio.

Me doy una ducha de agua caliente, reviso que mis cosas estén en orden para irme a trabajar a Dollcrow, la agencia de niñeras para la que trabajo, saliendo, reviso la nevera, no hay nada, saliendo del trabajo tendré que hacer las compras, no espero a que mi padre y hermano estén despiertos a esta hora.

Saliendo, la brisa gélida que anuncia la pronta llegada del otoño golpea mi rostro, un escalofrío recorre mi espina dorsal, me siento extraña, es como si algo me faltara, como si un hueco en el pecho estuviera tragando mis emociones, un ligero mareo hace que pierda el equilibrio al dar el primer paso.

Los oídos me zumban y sudo frío, me siento vigilada, volteo a todas partes, no hay nada, ni personas que me miren fijamente.

Debe ser mi imaginación —susurro para mí misma.

Llegando a la agencia, corro a la recepción para llenar mi hoja de entrada, no lo logro, llego cerca de cinco minutos tarde.

Leni, la jefa quiere verte —me dice Alicia, una de las chicas con las que trabajo, lleva una pañalera colgando del brazo—. Lo sé, esto es una m****a, me toca cuidar a un bebé recién nacido, ¿no es mala suerte la mía?

Sonrío y niego con la cabeza.

Te tocan los mejores.

Eso es porque todos te quieren, Leni.

Eres mía, Leni, no lo olvides”

Me congelo cuando escucho esa voz en mi cabeza.

—¿Te sientes bien?

Espabilo.

Sí, lo siento, es solo que… no es nada, he estado un poco ocupada.

Vale, nos vemos luego.

Alicia se marcha y me preparo para entrar al despacho de la jefa de agencia, una mujer de 38 años de edad, menudita, de cabello rubio corto por encima de los hombros, y unos enormes ojos azul cielo.

Pasa.

Siento llegar tarde, yo…

—¿Tarde? Faltar más de tres días no es llegar tarde, Leni, escucha, eres una de las mejores chicas que tenemos, la única razón por la que no te despido por tu falta de compromiso, es porque estamos siempre con demasiado trabajo como para darnos el lujo de disponer tiempo para contratar a otra chica —me explica sin apartar la mirada de los documentos que firma.

—¿Tres días? —inquiero con el ceño fruncido.

No voy a discutir esto conmigo, te doy una última oportunidad, Leni, eres una chica demasiado inteligente, y siempre lo he dicho, eres más que esto, mereces más que todo esto que nos rodea, pero tienes que hacer un esfuerzo.

Proceso cada una de las palabras que me dice Annora, la jefa, debe haber una equivocación, es decir, yo no he faltado ni un día, ayer todavía vine.

Aunque se siente que no, ella nunca se equivoca”

Puedes irte, llena el papeleo y te avisaremos en veinte minutos si hay un trabajo hoy para ti.

Gracias —musito con incertidumbre.

Paso la siguiente hora despistada, hasta que Annora me manda llamar, cuando entro a su despacho por segunda ocasión en este día, noto la hostilidad en el ambiente, un hombre vestido de traje costoso, moreno, de ojos grises y cabello oscuro, está delante de ella.

Pensé que te habías ido ya —me dice Annora y la miro con confusión.

Tú me dijiste que…

No importa —me interrumpe—. Te presento al señor Roberts, tiene un hijo de cinco años que necesita de cuidado solo hoy.

Está bien, es un placer —me dirijo al hombre que clava sus ojos de manera intensa y lasciva sobre mí—. Soy Leni Marshall.

El hombre se pone de pie de manera inmediata, un escalofrío recorre mi cuerpo en cuanto estrecha su mano contra la mía, hay algo en su mirada que inquieta mi interior, trago grueso sin saber qué decir, en especial porque no entiendo por qué de la nada, Annora se pone en modo defensivo, soy consciente de que sus ojos se clavan en mi cuello, precisamente en dirección en donde siento ardor y dolor.

El placer es mío, señorita Marshall —sisea—. Le decía a su jefa, que hoy tengo una junta de negocios muy importante, por lo que me es imposible cuidar de Luciano, en especial por qué no encontré a tiempo alguien que me ayudara, su nana está de vacaciones y he oído buenas reseñas de esta agencia.

Abro la boca para responder, sin embargo, es Annora quien lo hace.

Y cómo le dije, Leni está demasiado ocupada.

No es cierto, la verdad es que me vendría bien el trabajo —musito con el ceño fruncido, ella está actuando demasiado extraño.

Leni —una sonrisa falsa y juguetona surca sus labios, miente—. La verdad es que tengo otro trabajo para ti, estaba a punto de dártelo, antes de que el señor Roberts llegara.

En esos momentos, el señor saca un fajo de dinero, dándole la espalda a mi jefa.

Sé que es mucho dinero, y que no es lo que usualmente cobran, pero como les repito, estoy desesperado porque alguien cuide a mi pequeño, solo será un día, no más.

Me muerdo el labio inferior, mi jefa me dice con la mirada que lo rechace, pero lo cierto es que el dinero me hace falta, y mucho, sopeso cada una de mis opciones hasta que me decido.

Creo que puedo hacerlo —confirmo sin mirar a mi jefa.

Excelente —el tipo se lame los labios con un extraño brillo en los ojos.

Annora termina por arreglar el asunto del pago con el señor Roberts, quien me da la dirección para que llegue, antes de salir, mi rubia jefa me detiene tirando de mi brazo.

Ten cuidado, quiero que me llames en cuanto llegues a la casa.

—¿Sucede algo malo?

No, bueno… tal vez, no lo sé, llámalo intuición, eso es todo.

Asiento, no muy convencida, está actuando de un modo extraño y no entiendo por qué, no es la primera vez que vienen personas a buscarnos solo por un día debido a alguna emergencia. Luego de firmar el papeleo ya habitual, me entregan la llave del auto de la agencia, uno que se usa en casos como estos, donde la casa de la persona queda retirada de la ciudad.

Y así es, en cuanto llego, me doy cuenta de que se trata de una hermosa casa en medio del bosque, estaciono, pero antes de llamar a la puerta, el señor Roberts es quien me abre.

Te agradezco mucho que hayas podido venir —observa la hora en su reloj.

Detrás de él se asoma un pequeño niño, cabello oscuro y los mismos ojos grises del hombre, se abraza a su pierna mirándome como si yo fuera una especia de animal o de monstruo que lo va a devorar, le sonrío, aunque él se esconde más.

Él es Alan, me gustaría presentarlos como es debido, pero llego tarde a la junta.

Pierda cuidado, yo me hago cargo, puede estar tranquilo.

El señor Roberts le lanza una mirada de advertencia al pequeño, quien poco a poco parece entender su silencio y se aparta de él, cuando por fin se marcha después de darme sus números personales, tanto de la empresa y su secretaria, entro a la casa.

Hola, pequeño, mi nombre es…

El niño no espera a que termine de presentarme, sale corriendo y se encierra en una de las habitaciones de la segunda planta, maldigo para mis adentros, pasando más de cuatro horas tratando de que salga, no importan los ruegos o mis sobornos de dulces, no sale, sin darme cuenta, un extraño sueño me vence, y cuando por fin despierto, alarmada compruebo que se ha hecho noche, y todas las luces están apagadas.

Maldición.

Saco mi celular, no tengo señal, bajo con cuidado las escaleras, buscando a tientas en la cocina, dentro de los cajones de la encimera una vela, para mi buena suerte encuentro una lámpara, entonces, golpean la puerta tres veces, me estremezco, camino lento hasta la entrada, abro la puerta y caigo de bruces con lo que aparece delante de mí.

Un enorme lobo negro con ojos amarillos me gruñe, su tamaño me impresiona, jamás había visto lobos de ese tamaño, retrocedo un paso cayendo de bruces, es ahí cuando un nuevo gruñido llama mi atención a mis espaldas, volteo, es otro lobo, aunque este parece uno más pequeño, me tienen acorralada.

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